¿Es fácil despedirse de la combustión interna?
Tarde o temprano, la industria del automóvil tendrá que abandonar la producción de motores que usan petróleo o sus derivados Algunas marcas dan pasos en esa dirección Tras Tesla, más fabricantes 100% eléctricos quieren conquistar el creciente mercado de los coches sin emisiones
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Publicado: 14/08/2017 20:00
Una cosa parece cierta, el motor de combustión interna contamina, más o menos, pero siempre emite gases de efecto invernadero. Por definición, el producto de una combustión siempre incluye dióxido de carbono (CO2). Es eso lo que matará al motor de combustión interna, más que la escasez de petróleo.
Las normativas sobre emisiones, tanto las tóxicas como las de efecto invernadero -que son cosas distintas- se están volviendo cada vez más difíciles de cumplir. Solo hay una forma de reducir al 100% los contaminantes, y es que estén parados. Sin embargo, los eléctricos cumplirán cualquier normativa de emisiones, pasada, presente y futura.
El futuro será eléctrico, o con baterías, o con pila de combustible de hidrógeno
De todo el abanico de tecnologías a largo plazo, todo parece reducirse a motores eléctricos, por la simple razón de que no hay forma más eficiente de moverse sobre ruedas. No obstante puede seguir existiendo combustible para los vehículos existentes, de origen fósil (gas), de origen renovable (biocombustibles o sintéticos), utilizando hidrógeno, etc. El petróleo se dejará de usar para automoción a lo largo del presente siglo, o su consumo se reducirá a volúmenes muy pequeños.
La industria del automóvil tiene que hacer planes a muy largo plazo si desea sobrevivir. Los libros de Historia están plagados de ejemplos de fabricantes que han desaparecido por no adaptarse a la época que les tocó vivir, y por eso la industria se consolidó en muy pocos y poderosos grupos. Fabricantes artesanales o de baja tirada sigue habiendo, pero su impacto en el mercado es muy pequeño.
De las dos tecnologías predominantes con petróleo, el motor de gasolina y el diésel, este último tendrá un declive más rápido por las normativas anticontaminación. Muy pocos fabricantes han renunciado al diésel. Lexus lo hizo de facto con la nueva generación del IS, Volvo lo hará en la primera mitad de la nueva década. En menor medida también lo ha hecho smart, que ya no ofrece motores cdi. Toyota va camino de retirarlos salvo para sus todoterrenos y furgonetas.
Esta marca ha dado un paso más en Estados Unidos, donde se anunció el fin de las ventas de coches de gasolina. Cuando se acaben los stocks, ya solo podrán comprarse allí los fortwo eléctricos. ¿Resultado? smart se queda en ese país con una red de ventas más pequeña que Lamborghini, Ferrari o Rolls-Royce: 27 concesionarios (cifra provisional) y el resto pasan a ser servicios técnicos oficiales.
En el caso de smart, se puede dar ese paso porque su salud financiera no depende de vender coches de gasolina en EEUU, las ventas estaban a un nivel bajo. Si se copiase el movimiento en Europa, smart entraría en quiebra en cuestión de ¿meses? A menos que hablemos de muy bajo volumen, los eléctricos no pueden reemplazar a los térmicos de golpe y porrazo.
Las motorizaciones alternativas van ganando peso poco a poco. La renuncia a la combustión debe ir ligada a una política de reemplazo de forma que el cliente no salga huyendo. Lexus pudo decir adiós al diésel porque el IS actual tiene versión híbrida. Volvo hará lo propio con semihíbridos, híbridos enchufables más accesibles que los T8, y eléctricos puros que están por llegar.
Toyota también se está desenganchando del diésel con su gama híbrida, que gana popularidad a un buen ritmo. La mayoría de los motores diésel que vende se los fabrican sus aliados industriales: BMW para turismos y PSA para furgonetas. Los motores propios se relegan al formato pequeño (1.4 D-4D) y grande (2.9 D-4D). ¿Puede Toyota renunciar a la gasolina "pura"? No en un par de décadas por lo menos.
Otros fabricantes se han desenganchado del diésel con motores de gasolina muy eficientes o con poca homologación en consumo. Por ejemplo, Suzuki ya no usa diésel en segmentos pequeños, sus motores gastan poco, y si son semihíbridos, aún menos. El diésel deja de compensar por sobreprecio, costes de desarrollo y demás motivos.
¿Puede un fabricante como PSA o Ford decir adiós al diésel? No a corto plazo, sus ventas son muy fuertes con motores de gasóleo y no disponen de tecnologías que, a día de hoy, puedan suplir ese vacío. Incluso Fiat, con un buen elenco de motores animados por gas, tampoco haría un movimiento sensato eliminando rápidamente los motores diésel.
Cada fabricante es un mundo. Maserati podría deshacerse del Ghibli Diesel, sí, pero tendría un impacto grande en sus cuentas porque la mayoría de los Ghibli que se venden son diésel, aunque hayan sobrevivido vendiendo durante décadas coches que solo aceptaban gasolina. Porsche también podría renunciar al motor diésel en la siguiente generación de producto, pero ha de ofrecer una alternativa que convenza a sus clientes.
Al final todo se reduce a eso, a dar alternativas
El hidrógeno todavía no está en condiciones de hacer grandes despliegues pese a los esfuerzos de la industria de implantar esta tecnología desde los primeros años del siglo. Hasta que no se desplomen los precios de las pilas de combustible y el propio hidrógeno, y no exista una red de repostaje en condiciones, seguirá en el banquillo calentando mientras otros juegan el partido.
Actualmente tiene mejor pinta lo que se avecina en eléctricos: grandes baterías para poder viajar distancias razonables, recarga ultra-rápida en tránsito (no en casa) y prometedoras mejoras en densidad energética de baterías. Puede que el hidrógeno solo merezca la pena en vehículos industriales y que tenga poca penetración en turismos.
Los últimos motores de combustión interna tendrán aplicaciones concretas: como generadores o extensores de autonomía, para motocicletas, vehículos grandes... hasta que existan alternativas que puedan sustituirlos en condiciones. Los que ya han conseguido esa sustitución ya pueden sacar pecho ante los demás y presumir de lo ecologistas que se han vuelto.