Cómo el emplazamiento de un estanque radiactivo soviético puede ser clave para el mercado europeo de coches eléctricos
A la orilla del Mar Báltico, Sillamäe se erige sobre su pasado soviético y nuclear para liderar la ofensiva europea frente a China. No en vano, es responsable de la mayor parte de las tierras raras que el Viejo Continente puede producir por sí mismo.
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Publicado: 02/02/2023 10:45
La ciudad estonia de Sillamäe se sitúa al noreste de Estonia, muy cerca de la frontera con Rusia. Bañada con las aguas del Mar Báltico, en su momento fue uno de los emplazamientos nucleares más importantes de la Unión Soviética.
La mayor parte de la ciudad se construyó en 1940, adoptando un estilo neoclásico muy peculiar que hoy le otorga un inconfundible ambiente de ciudad vacacional fuera de temporada.
El valor actual de Sillamäe no tiene nada que ver con el turismo o la energía nuclear, sino con la producción de tierras raras
El tranquilo paseo marítimo que lleva al Báltico, los edificios provistos de decoración de imitación griega o las casas solariegas tradicionales situadas junto a la carretera principal contrastan con la historia de esta ciudad que hoy no alberga más de 13.000 habitantes.
Una historia cuyo pasado liga con el presente e impulsa a Sillamäe al futuro.
Ciudad nuclear para la Unión Soviética
La carrera armamentística iniciada a mediados de los años 40 propició el descubrimiento de un importante yacimiento de uranio contenido en el esquisto presente en los acantilados de Sillamäe.
Desde ese momento, la ciudad turística se convirtió en una fortaleza industrial integrada en el entramado nuclear soviético, y a la que no se podía acceder sin permiso (ni tampoco salir).
La fábrica metalúrgica se convirtió en una planta para enriquecer el uranio extraído. La mano de obra llegó procedente de otras ciudades soviéticas, aunque también se uso el trabajo forzado, principalmente convictos y prisioneros de guerra.
Se estima que el uranio extraído de Sillamäe se utilizó en la primera bomba nuclear soviética, así como en otras 700.000 armas nucleares. No en vano, el proyecto de extracción acumuló 250.000 toneladas de esquisto, de las cuales se lograron producir 20 toneladas de uranio puro con un bajo rendimiento del 0,1 %. La operación generó una gran cantidad de residuos peligrosos.
Desde 1950 hasta 1977, se importaron también más de cuatro millones de toneladas de uranio, principalmente de países aliados. Esta materia se refinó en Sillamäe y se estima que produjo más de 20.000 toneladas de uranio elemental.
Después de eso, la fábrica manejó materia prima de uranio o refinó el dióxido de uranio. En total, entre 1948 y 1990, se cree que la planta de Sillamäe produjo cerca de 100.000 toneladas de uranio y más de 1300 toneladas de uranio enriquecido, convirtiéndose en el tercer mayor productor de uranio del bloque soviético.
El paraíso europeo de las tierras raras
Tras su cierre, Sillamäe guarda a las afueras una colina cubierta de hierba, bajo la cual se sitúa el estanque radiactivo resultante del procesado de uranio realizado durante décadas.
Pero el valor actual de esta modesta ciudad costera no tiene nada que ver con el turismo o la energía nuclear, sino con la producción de tierras raras.
Estas son, en concreto, 17 elementos de la tabla periódica que reciben dicho nombre por la dificultad que entraña encontrarlos en su forma pura. Y, aparte de eso, son vitales en la elaboración de imanes y otros componentes de la industria, incluida la de los vehículos eléctricos.
Un industria que domina China y en la que Europa quiere ganar protagonismo para no languidecer en un mercado en el que, actualmente, tiene muy poco peso.
Neo Performance Minerals
En este plan es vital la intervención de una empresa canadiense, que ha comenzado a operar en Sillamäe una planta de extracción de tierras raras. Se trata de Neo Performance Minerals, que ha tomado el relevo inicialmente dado por Molycorp Inc.
Actualmente, la empresa norteamericana dirigida por Constantine Karayannopoulos posee la que se ha convertido en la esperanza de Europa para plantar cara al dominio chino en la industria de las tierras raras, las baterías y, por extensión, los coches eléctricos.
«Miras a toda Estonia (1,4 millones de personas) y, sin embargo, tiene el potencial de convertirse en un centro de innovación para materiales críticos para toda Europa», afirma Karayannopoulos.
No en vano, Sillamäe permite a Neo producir suficiente tantalio, cerio, lantano, neodimio y praseodimio para controlar aproximadamente el 70 % del mercado de imanes de neodimio fuera de China.
Estos imanes son principalmente utilizados en la industria automotriz, microelectrónica y aerospacial. Además, Neo ha adquirido recientemente los derechos de exploración de una mina en Groenlandia y también opera plantas magnéticas en China y Tailandia.
Una oportunidad para Europa
La industria automotriz eléctrica requerirá muchos más imanes en los próximos años, debido a la prohibición de la Unión Europea de vender vehículos nuevos con motores de combustión a partir de 2035.
Nabeel Mancheri, secretario general de la Asociación de la Industria de Tierras Raras en Bélgica, señala que el desafío al que se enfrenta Europa es obtener la materia prima y luego lograr que los clientes estén dispuestos a pagar más que por productos chinos.
Molycorp Inc, anterior propietaria de planta de tierras raras de Sillamäe, trató de construir una cadena de suministro de mina para imanes, como ahora lo hace Neo. Pero fracasó debido, en parte, a las drásticas fluctuaciones de precios sufridas por el mercado de metales de tierras raras.
Según Mancheri, «en Europa, es un problema de capacidad. Los imanes no son tecnología de vanguardia, el único problema es tener una estrecha colaboración con los socios de la cadena de suministro desde el principio hasta el final».
Las empresas europeas están ansiosas por tener una cadena de suministro de imanes más local y sostenible, y presionan a Neo para que establezca esa capacidad, según Karayannopoulos.
El CEO de Neo afirma que su empresa está en conversaciones con los principales fabricantes de transmisiones para vehículos eléctricos, incluyendo Bosch, Schaeffler, Siemens, Stellantis y Tesla.
Una cadena de suministro plenamente independiente
Actualmente, la empresa debe enviar material procesado desde Estonia a Asia para luego transportar el producto final de vuelta a los clientes en Europa.
Sin embargo, esto se resolverá con la construcción de una nueva instalación en Narva, Estonia, valorada en 100 millones de euros, que está programada para estar en funcionamiento en 2025.
La nueva instalación producirá un polvo magnético esencial para las transmisiones de vehículos eléctricos y su objetivo es producir 1500 toneladas anuales con un valor de 150 millones de euros en ingresos.
A su máxima capacidad, la instalación podría producir hasta 5000 toneladas, lo que satisfaría la demanda de todos los registros de vehículos eléctricos de Europa en 2021.
Las acciones de Neo han aumentado en un 24 % desde mediados de noviembre, después de anunciar que el gobierno estonio respaldaría la nueva planta con una subvención de la UE de 18,7 millones de euros.
Sillamäe tiene la llave del éxito en Europa
MP Materials afirma que la industria debe ser reconstruida desde cero debido a la «deslocalización y vaciado sistemático» de la refinación y producción en Estados Unidos y Europa.
Según Matt Sloustcher, vicepresidente senior de comunicaciones de MP Materials, China domina la minería, el refinado y la producción de metales, aleaciones e imanes, lo que representa una debilidad en la cadena de suministro global y una amenaza.
Mientras, varios competidores de Neo está buscando desarrollar su producción de tierras raras fuera de Asia, pero la mayoría no tiene la ventaja inicial que sí proporciona la instalación de Sillamäe. ¿Cambiará esta pequeña localidad costera el signo de Europa en la industria de las baterías y los coches eléctricos?