Un estudio pone en pie de guerra a partidarios y detractores del vehículo eléctrico
En lo que ya se está convirtiendo en una malsana costumbre, un nuevo estudio ha vuelto a enfrentar a los partidarios del coche eléctrico con sus detractores, al afirmar (otra vez) que los vehículos eléctricos no son la solución para reducir el CO2 y la contaminación, ya que estos son más perjudiciales que los vehículos diésel actuales.
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Publicado: 24/04/2019 20:00
Cada cierto tiempo nos encontramos con un estudio de este tipo, que trata de expresar en cifras el (supuesto) alcance real de las emisiones que presentan los distintos tipos de vehículos según su motorización (eléctrica o combustión), y en cada ocasión sucede lo mismo, partidarios y detractores de los vehículos eléctricos inician una interminable discusión acerca de la veracidad de los datos y la validez del estudio.
En este caso nos encontramos con un estudio que afirma que los vehículos eléctricos son más contaminantes que los vehículos diésel en Europa, citando como causas el origen de la electricidad en la mayoría de países europeos (creada en instalaciones que no emplean fuentes de energía renovables) o la contaminación generada durante la fabricación de las baterías y su duración limitada, solo por nombrar algunas. Este estudio ha sido publicado por el Centro de Estudios Económicos de Munich y el ifo Institute, y ha sido firmado por Christoph Buchal, profesor de Física de la Universidad de Colonia, Hans-Dieter Karl, experto de Energía del ifo Institute y Hans-Werner Sinn, antiguo presidente del ifo Institute y profesor emérito de la Universidad Ludwig-Maximilians de Munich. En ninguno de los casos, que sepamos, estos tienen relación con la industria del automóvil.
A pesar de que es un concienzudo estudio académico sobre el tema, el cual podéis descargar aquí en su idioma original, lo cierto es que el resultado del mismo es irrelevante, así como las cifras o los escenarios que han sido tomados como muestra, ya que una vez publicado dicho análisis la única consecuencia directa que llegaremos a ver es la mencionada disputa dialéctica entre partidarios de uno y otro bando, como si una realidad tecnológica y social pudiera ser dirimida a modo de encuentro deportivo.
En el fragor de la batalla podemos encontrar mil y un argumentos a favor y en contra de una tecnología u otra, sin embargo, a pesar de que estas disputas son tremendamente populares en las redes sociales y por tanto, ricas en testimonios y datos, por norma general ambos bandos parecen ignorar las premisas más básicas y que irónicamente, son los argumentos de mayor peso en una discusión de este tipo, las relacionadas con el horizonte tecnológico.
Horizonte tecnológico
Aunque esta es una expresión que no suele ser utilizada habitualmente, es un concepto que, al menos a nivel personal, me parece el más idóneo a tener en cuenta para resolver conflictos de este tipo, en el que se discute la validez de dos tecnologías opuestas. De hecho, fue durante una discusión similar cuando lo empleé por primera vez y aunque soy consciente de que, repito, se trata de una opinión meramente personal, me resulta el argumento más sólido a tener en cuenta en una cuestión como esta.
Podemos entender horizonte tecnológico como el nivel más alto de evolución que podemos asegurar o esperar de una tecnología, o sea, el grado más alto y factible de dicha tecnología o industria.
A pesar de que todo el mundo parece entender de ciencia y tecnología, lo cierto es que prácticamente nadie tiene en cuenta un detalle esencial, el tiempo. La tecnología en si es su propia evolución, no somos capaces de entenderla como un ente estático, sino dinámico y en constante movimiento y cambio. Sin embargo, ante una discusión como esta, todos parecen olvidarse del factor tiempo.
No vamos a entrar a valorar la validez de este estudio llegado de Alemania ni de las múltiples respuestas negativas que ha tenido por parte de algunos aficionados y medios afines a los vehículos eléctricos, aunque lo cierto es que encontramos tantos argumentos y datos válidos como los empleados arbitrariamente por un bando y por otro. Como es habitual en estos casos, cada uno protesta los datos no precisos o poco claros del contrario, pero maquilla u obvia todo lo que le interesa. SIn embargo, y como ya hemos mencionado, en ninguno de los casos nadie parece tener en cuenta el tiempo.
Y ese es precisamente el problema de los nuevos vehículos eléctricos, el tiempo, pues a pesar de que es una tecnología que ha avanzado de una manera espectacular en los últimos años aún se encuentra algo verde. Para poder ser asumida por la sociedad al completo primero tiene que ser factible a muchos niveles, y eso solo se consigue con evolución y madurez, lo cual, por tiempo, aún no tiene pero es evidente que la tendrá. Por lo que pararse a discutir la validez de una tecnología completa que está evolucionando de manera muy rápida precisamente mientras estamos hablando es, valga la redundancia, perder el tiempo.
Es tan cierto que la tecnología de combustión tradicional ofrece hoy mejores cifras que la eléctrica (de autonomía, rentabilidad, peso...), como asegurar que en breve la tecnología eléctrica (BEV o FCEV) desbancará por completo a los motores de combustión terrestres alimentados por combustibles líquidos y gaseosos. Pararse a discutir cuál es mejor o peor sin tener en cuenta que el propio discurrir del tiempo altera sus propiedades, es absurdo e infantil.
La tecnología que perdurará es la que tenga un horizonte tecnológico más lejano, es decir, la que tenga mayor margen de evolución, y esa es sin duda alguna la tecnología eléctrica, que aún se encuentra al inicio de su camino. El horizonte tecnológico de los motores diésel y gasolina está ya demasiado cercano, no se espera en breve ningún gran avance que pueda suponer un salto cuantitativo de esta tecnología, como sí lo hay de la tecnología eléctrica, como es el caso de los numerosos tipos de baterías que están actualmente en estudio y desarrollo, como por ejemplo las de electrolito en estado sólido, cuyas cifras prometen revolucionar el segmento eléctrico.
De la misma manera, la propia creación de la energía eléctrica cuenta con un margen de evolución considerable, por lo que es un campo en el que se puede avanzar y mucho. Lo que no podemos es asumir que vamos a quedarnos estancados tecnológicamente por la falta de evolución de una industria paralela, que evidentemente, en un futuro no muy lejano también tendrá que evolucionar por motivos medioambientales. Cada gran cambio debe ser asumido paso a paso y en su justa medida, atacando el problema de las emisiones en todas sus facetas de manera gradual, pues no existen soluciones multidisciplinares y absolutas.