Europa sube la apuesta: en 2050 se eliminarán todas las emisiones de CO2
Si el anuncio del Gobierno de España de pasar a una movilidad de 0 emisiones en 2050, lo que viene hoy de Europa no va a ser menos. Se han tocado los primeros resortes para convertir a la UE en una región neutra en carbono en 32 años.
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Publicado: 28/11/2018 22:00
El cambio climático antropogénico (el 93% de los europeos creen en él) se considera ya irreversible. Poco a poco, haciendo cuentas, los gobernantes se van dando cuenta -salvo Donald Trump y otros- de que evitar que la temperatura siga subiendo va a ser más económico que cruzarse de brazos. Si fracasa el Acuerdo de París, Bruselas cifra los daños futuros en 240.000 millones de euros al año.
La línea roja es que suba en 2 ºC la temperatura media respecto a la era preindustrial, antes de 1750. Si "solo" sube 1,5 ºC todo será más llevadero
Por lo tanto, la Comisión Europea insta a realizar los cambios para lograr un objetivo muy ambicioso: cero emisiones de CO2 para 2050. Esto, a secas, es imposible, porque siempre habrá emisiones, pero se compensarán en la medida de lo posible. Europa quiere ser líder en este aspecto. El objetivo mínimo es llegar a un reducción del 80% si no se puede llegar al 100%.
En el sector energético se ha tomado la decisión de no consumir energías fósiles en ese año, con un 80% de producción de energía con fuentes renovables y un 15% de nucleares, reduciendo la dependencia energética de terceros países. Los biocombustibles y combustibles sintéticos (PTL) serán un parche por ejemplo para la aviación. Dichos combustibles son "neutros" en carbono.
El dióxido de carbono se convierte por tanto en un enemigo público número 1, tratando de lograr su reducción a cero. Si se cumplen las políticas vigentes en este momento, se llegará a un 60% de reducción en 2050, lo que obviamente no es suficiente. El sector que más tiene que meterse en cintura es el del transporte, que ha subido frente a los demás.
En Europa ya no queda tan claro que reducir emisiones sea sinónimo de caídas en el producto interior bruto. La Comisión Europea aporta estas cifras: de 1990 a 2017 se ha incrementado el PIB en un 58%, mientras que las emisiones de efecto invernadero se han reducido un 22%. Las líneas maestras para llegar a la neutralidad en la economía son:
- Descarbonización de la producción de energía
- Maximizar los beneficios de la eficiencia energética (la mitad de consumo entre 2005 y 2050)
- Movilidad limpia, segura y conectada (incluye combustibles alternativos)
- Modernización industrial
- Desarrollar redes inteligentes (infraestructura e interconexiones)
- Mejorar los usos de la tierra en agricultura y ganadería para crear "sumideros" de carbono
- Captura de CO2 y almacenamiento (emisiones negativas)
En el presupuesto de la UE de 2021 a 2027 se van a comprometer 42.300 millones de euros para mejorar los sectores del transporte (30.600 millones), energía (8.700 millones) y el sector digital (3.000 millones). De esas cantidades, el 60% se destinará a cumplir los objetivos climáticos para 2050.
En las ciudades, donde viven el 75% de los europeos, veremos también cambios: mejor planificación urbanística, medios de transporte limpios, uso de drones para el reparto de mercancías, vehículos autónomos y compartidos (menos coches privados), incentivar cambios de hábitos en los consumidores... También se trata de mejorar la calidad de vida de la gente.
La Comisión Europea calcula que se ahorrarán entre 2 y 3 billones -con B- de euros entre 2030 a 2050 por el cese de importación de petróleo. Si las muertes prematuras por contaminación se atajan en un 40%, se ahorrarán en sanidad 200.000 millones de euros al año. Al final de todo el proceso, se supone que las cuentas salen a favor.
En otras palabras, se van a sentar las bases para que sea menos doloroso cambiar el paradigma actual del transporte -y el automóvil-, fuertemente dependiente de energía fósil externa. Todo esto va a suponer una revolución en la que han de estar al día los fabricantes de la UE, aunque también tendrán que hacerlo los de fuera.
Todo esto puede sonar muy bien en el papel, pero quedan años de trabajo y son muchos los sectores implicados. La industria energética sabe que ya no tendrá mucho sentido invertir en tecnologías caducas, ídem para el automóvil, los motores convencionales tendrán progresivamente menos sentido y serán cada vez menos rentables.
Falta mucho tiempo, pero hay que marcar el camino para reducir la incertidumbre. Una buena noticia es que de momento no se va a tocar la fiscalidad de los combustibles gaseosos, aunque a medio plazo acabarán por meterles mano. En su defecto, los combustibles sintéticos paliarán el problema, pero solo parcialmente.
A lo largo del año que viene se darán más pasos adelante para ir convirtiendo la estrategia en algo más concreto.