Tras el Alfa Romeo Milano y el FIAT Topolino, el Gobierno italiano centra toda su ira contra Stellantis en el FIAT 600e
El Gobierno italiano se ha propuesto atacar todo aquél producto que asegure ser italiano y en realidad no lo sea. El Grupo Stellantis tendrá que cambiar un pequeño detalle de su último eléctrico para cumplir las normas.
6 min. lectura
Publicado: 26/05/2024 10:00
No se puede negar que actualmente vivimos en una era de gran tensión entre las marcas privadas y los organismos públicos. El cambio en el paradigma de la movilidad está causando un gran revuelo en la industria. Los fabricantes buscan ajustarse a las normativas a la vez que intentan ser rentables. Por su parte, los gobiernos tratan de defender su posición con medidas que en ocasiones rozan lo absurdo. Italia y el Grupo Stellantis dan un paso más en la escala de tensiones. La última disputa tiene como foco principal un minúsculo detalle de diseño del FIAT 600e.
Hace ya meses que el Gobierno italiano, presidido por Georgia Meloni, inició una etapa de gran tensión contra el conglomerado dirigido por Carlos Tavares, uno de los directivos más severos de toda la industria. El grupo holandés tiene muchos intereses comerciales en el país transalpino. Marcas como FIAT, Lancia o Alfa Romeo son parte de la historia de Italia y los italianos las defienden a capa y espada. Sin embargo, es imposible obviar los intereses económicos que separan a ambos contendientes. Italia quiere que Stellantis aumente su inversión en el país, mientras que Stellantis busca que el Gobierno aumente las ayudas y las subvenciones a la industria.
Stellantis avisa que puede cerrar fábricas italianas si el Gobierno no depone sus políticas
Hasta aquí, en cierto modo, se puede entender la postura de cada una de las partes. Sin embargo, lejos de llegar a un entendimiento, Stellantis e Italia han ido ascendiendo por una peligrosa y estúpida escalera de confrontaciones. La primera de ellas tuvo lugar hace unos meses con el lanzamiento del Alfa Romeo Milano. Nada más salir a la luz el Gobierno de Meloni obligó a Alfa Romeo a cambiar el nombre porque este no cumplía con una vieja ley nacional. La normativa exige que todo aquél producto que no se fabrique en el país no puede incluir ni emblemas nacionales ni nombres locales para así no intentar 'engañar' a los clientes. Es decir, no se pueden hacer referencias a Italia en un producto que no sea italiano.
Suena algo exigente, más si cabe cuando es tradición de las marcas italianas aplicar muchas referencias a la tierra. El Milano tuvo que cambiar su nombre a Junior porque este se fabrica fuera de las fronteras. Caso similar es el que se ha vivido con el FIAT Topolino fabricado en Marruecos. El pequeño eléctrico ha tenido que borrar de su pequeña y plasticosa carrocería toda referencia existente al país. A modo de tributo, el hermano más divertido y diferente del Citroën AMI, contaba con la bandera nacional. La postura agresiva del Gobierno ha provocado la incautación de 134 vehículos procedentes de Marruecos. La Policía financiera del país los confiscó la semana pasada y no los ha liberado al no cumplir estos con la ley.
Con el 600e no ha llegado la sangre al río, pero los turineses sí se han visto obligados a modificar un pequeño y ridículo detalle de la carrocería. Tendrán que borrar la bandera italiana del parachoques trasero si no quieren tener problemas con la ley. Cabe recordar que el FIAT 600e se fabrica en Polonia, por lo que no puede ser considerado como un 'coche italiano' a pesar de que la inversión, el trabajo de desarrollo y el diseño procedan de Turín. FIAT ha tomado la decisión de forma particular para así «mantener una completa transparencia y con el fin de evitar más malentendidos». A pesar de ello, Carlos Tavares no ceja en su empeño de enfrentarse al Gobierno de Meloni.
Tras la dura decisión de cambiarle el nombre al Milano, a los pocos días, Stellantis hizo un anuncio de gran importancia. El FIAT Panda, uno de los coches más queridos por los italianos ya no se fabricará en la planta de Pomigliano D'arco, Nápoles. Su nuevo origen estará fijado en Serbia y por lo tanto cambiará su nombre a Pandina. Un duro golpe para la soberanía industrial italiana. Ninguna de las dos partes del conflicto parece hacer lo mínimo necesario para corregir el rumbo e Italia puede verse muy comprometida si sigue por ese camino. Plantas como las de Mirafiori pueden perder mucho trabajo, lo que a su vez podría suponer el despido de miles de trabajadores italianos.
Fuente: AutoWeek