Renuncia a tu libertad y a tener coche en propiedad, así es el oscuro futuro al que nos dirige Europa con la movilidad eléctrica
La Comisión Europea está decidida a acabar con el coche de gasolina y diésel para apostarlo todo a la movilidad 100% eléctrica. La hoja de ruta fijada por las autoridades europeas nos dirige a un oscuro futuro en el que la mayor parte de la población española se verá obligada a renunciar a su libertad y a tener coche en propiedad.
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Publicado: 15/03/2024 08:00
Hace aproximadamente un año que la Unión Europea decidió poner fecha de caducidad a su posición de liderazgo en la industria automotriz. La hoja de ruta establecida por la Comisión Europea está clara. Poner punto final a la comercialización de automóviles con motor de combustión interna alimentados por carburantes tradicionales. Una prohibición que se materializará en una década si nadie lo remedia.
Será en 2035 cuando Europa prohíba la venta de coches nuevos (y furgonetas) de gasolina y diésel. Y aunque es cierto que Alemania consiguió colar de última hora una excepción para los combustibles sintéticos. Los llamados «e-fuels» deberán, a priori, mantener con vida el automóvil con motor de combustión interna (ICE por sus siglas en inglés). Nos dirigimos a marchas forzadas a un futuro en el que el coche eléctrico de batería será la única opción válida de compra para la mayor parte de la población europea. Y es que en estos momentos no hay una base real para pensar en que los combustibles sintéticos puedan desplazar a la gasolina o gasóleo en términos reales de coste.
El coche eléctrico igualará a los térmicos en todos los aspectos, ¿o quizás no?
Basta con echar la vista atrás. Hace muchos años que se viene hablando y especulando con «el gran salto» que darán los coches eléctricos de batería. Los vehículos 100% eléctricos evolucionarán (o eso nos dicen) de manera importante en un corto espacio de tiempo con el objetivo de, por una parte, alcanzar la paridad de precios con los automóviles térmicos y, por otro lado, ofrecer las mismas prestaciones.
«La batería que va a revolucionar la movilidad eléctrica...», «El sistema de carga ultra-rápido que lo cambiará todo...», «Las baterías de estado sólido son la salvación...»... Titulares y más titulares que prometen una revolución tecnológica a la vuelta de la esquina y que, lamentablemente, no acaba de llegar.
«Cuando haya un Dacia Sandero eléctrico que ofrezca la misma libertad de movimiento y disponibilidad de uso que un Sandero actual de gasolina, y por el mismo precio, habremos avanzado»
Es indudable que la tecnología de propulsión eléctrica ha mejorado. Y mucho. Solo hay que comparar un Nissan Leaf de primera generación o un Volkswagen e-Golf con modelos actuales tipo MG4 Electric, Volkswagen ID.3 o Peugeot E-308. Pero, y aquí es donde debemos hacernos una pregunta determinante. ¿Es suficiente el salto tecnológico que se ha dado en estos años? Todavía hay un largo camino que recorrer.
Si tomamos como referencia España, uno de los países europeos más atrasados en este proceso (impuesto) de cambio a la movilidad eléctrica, queda de manifiesto que difícilmente podremos llegar al año 2035 en una posición mínimamente aceptable. Un país en el que el Dacia Sandero o el MG ZS lideran las ventas de coches nuevos no está preparado para renunciar a los automóviles de gasolina y diésel en 2035. Las cifras de matriculaciones así lo atestiguan. En 2023, el coche eléctrico de batería (hablando exclusivamente de turismos) ostentó una cuota de mercado del 5,44% con 51.614 unidades matriculadas.
Renuncia a tu libertad de movimiento
Poniéndonos en el peor de los escenarios, si no se hace ningún cambio en la hoja de ruta establecida y llegamos al año 2035, la mayor parte de la población española se verá forzada a renunciar a su libertad de movimiento. El coche térmico nos ha otorgado una libertad de movimiento nunca antes vista. Un tipo de automóvil que está siempre disponible y con el que podemos viajar prácticamente a cualquier parte sin importar lo largo que sea el trayecto. Simplemente conducir.
El Dacia Sandero, que fue el coche más vendido en España en 2023, ofrece una libertad de movimiento inigualable por la práctica totalidad de coches eléctricos. Es cierto que existen automóviles de cero emisiones cuyas autonomías (reales) superan creces la barrera de los 500 kilómetros. Ahora bien, son vehículos prohibitivos para la inmensa mayoría de la población europea.
Si no hay un cambio radical en un corto espacio de tiempo, en el futuro próximo para la mayor parte de la ciudadanía solo habrá automóviles eléctricos con autonomías reales de unos 200 km. Y es que esta es la autonomía que podemos encontrar en vehículos eléctricos cuyo precio se acerca (con ayudas) al del mencionado Sandero.
No habrá coches eléctricos para todos
Dejando a un lado los automóviles eléctricos con autonomías realmente bajas y que no son compatibles para hacer largos viajes, salta a la vista que muy pocos ciudadanos podrán tener un coche eléctrico que les permita circular más de 500 km entre carga y carga.
También hay que tener presente los más que evidentes problemas de la infraestructura de carga y cómo está distribuida la población española. Una parte no menor vive en grandes ciudades y en edificios que, no pocos, carecen de garaje privado. ¿Es posible que cada plaza de aparcamiento de los garajes privados de un edificio antiguo cuente con un punto de carga de pared? Es otra pregunta que debemos realizarnos. No es la primera vez que se pide a los usuarios de coches eléctricos que no carguen sus vehículos por miedo a que la red eléctrica se caiga.
Hay muchísimas incógnitas de cara al año 2035. Pero es innegable que, de cumplirse los peores presagios, el concepto de coche como sinónimo de libertad de movimiento, habrá desaparecido para la mayor parte de los españoles. Pensar en que llegaremos a dicha fecha y habrá coches eléctricos de precio asequible y con las mismas prestaciones que un automóvil térmico es, indudablemente, una quimera.
Los fabricantes europeos de automóviles han caído en una trampa
Llegados a este punto cabe preguntarse por qué los fabricantes europeos de automóviles no se oponen a esta hoja de ruta impuesta por Bruselas y en la que, de manera evidente, corren el riesgo de desaparecer o, simplemente, perder la posición de liderazgo que vienen manteniendo en determinados campos frente a, por ejemplo, la industria automotriz china. ¿Han sido engañados? Los acontecimientos de los últimos meses dejan entrever que, por lo menos, se está reaccionando.
Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, recalcó recientemente el papel que tendrán los combustibles sintéticos en 2035 como alternativa de movilidad a los vehículos eléctricos de batería. Von der Leyen pone de manifiesto que, a día de hoy, difícilmente podremos llegar al escenario fijado originalmente (por la comisión que ella mismo preside) en el que el motor de combustión interna desaparezca. Por lo menos ya se abre la puerta a un escenario en el que convivan diferentes tecnologías de propulsión.
En un corto espacio de tiempo se han sucedido declaraciones y comentarios polémicos por parte de altos cargos de los principales colosos de la industria europea del automóvil. Unas reflexiones que dejan entrever que las principales compañías automotrices no están contentas sobre cómo van las cosas y las previsiones que se barajan a corto, medio y largo plazo.
Mercedes ha señalado que se ha sido «muy optimista con los coches eléctricos» y se aboga por un profundo debate que permita rediseñar la hoja de ruta actual. El propio Luca de Meo, CEO del Grupo Renault, pide directamente que «los ricos paguen la fiesta del coche eléctrico». Carlos Tavares, CEO de Stellantis, ha pedido a los Gobiernos que asuman el coste de haber promovido el cambio al vehículo eléctrico. Pero aún hay más, ya que Toyota y Jaguar Land Rover prefieren tomarse con calma la transición a la movilidad 100% eléctrica.
No solo se está reculando (en cierto punto) en Europa, también ocurre algo similar lejos de nuestras fronteras. Y más concretamente en Estados Unidos. El principal mercado automovilístico en América estableció unos objetivos de electrificación más laxos que los de Europa. Y a pesar de ello, los colosos de la industria automotriz estadounidense se ven obligados a mover ficha. El reciente anuncio de General Motors confirmando que volverá a apostar por los coches híbridos enchufables (PHEV) en lugar de centrarse exclusivamente en los eléctricos es un claro ejemplo de estos cambios que se están produciendo.
Todo esto hace posible tener cierto optimismo de que, finalmente, se dé marcha atrás y se elimine el plan inicial. 2026 será un año clave para la hoja de ruta fijada. Y no debemos sorprendernos, a fin de cuentas, se opta por «un mix de tecnologías» en el que el coche eléctrico de batería conviva con los vehículos híbridos (HEV y PHEV). Además, sin perder de vista los avances en el mercado de los e-fuels y de la pila de combustible de hidrógeno. También cabría hacer mención al llamado «hidrógeno caliente», aunque de ello hablaremos en un futuro artículo.