Futuro del automóvil: ¿Como comprarán y usarán nuestros nietos los coches?

Las nuevas tecnologías han abierto nuevas posibilidades en el mundo del automóvil. Analizamos la posible evolución de esta industria, del propio concepto de vehículo y de la manera que interactuamos con él ¿Cómo comprarán y vivirán los coches nuestros nietos?

16 min. lectura

Publicado: 29/01/2017 12:00

Chrysler Portal concept 2017.

Hasta no hace tantos años, la compra de un automóvil se regía por un procedimiento casi podríamos decir que tradicional. El método empleado era, a grandes rasgos, prácticamente idéntico para todas las marcas en la gran mayoría de mercados desde hacía décadas.

La popularización de la red y el nacimiento de la sociedad conectada, llamémosla sociedad 2.0, revolucionó este proceder. Si antes el cliente se limitaba a estudiar unos pocos modelos, generalmente visitando algún concesionario de sus marcas favoritas y a hojear algunos catálogos y revistas especializadas, a día de hoy el cliente se empapa de información, muchas veces de primera mano antes de pensar siquiera acercarse a una exposición a ver el vehículo in situ.

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Las herramientas que hay disponibles a día de hoy permiten al cliente incluso conocer al dedillo hasta la más mínima característica de todos los modelos que desee antes incluso de pisar el concesionario. Gracias a todo este material, el cliente puede incluso configurar y ver el vehículo al gusto, probando todos los colores, juegos de llantas y equipamiento adicional que desee, sin necesidad de recurrir a un vendedor.

Algunas marcas más y otras menos, pero todas ya cuentan con numerosas herramientas digitales para ello, e incluso en algunos casos, gracias a la realidad aumentada poder vivir la experiencia de conocer todos los entresijos de su nuevo vehículo sin necesidad de recurrir al siempre olvidado manual de instrucciones.

Ciberconcesionarios de Audi.

Actualmente, además de realizar gran parte del proceso de selección de manera online, algunas marcas ya están dando nuevos pasos y comenzamos a ver los primeros concesionarios digitales, aquellos en los que el usuario puede disfrutar de una experiencia digital única más que conocer el vehículo en primera persona, como es el caso de los ciberconcesionarios Audi City, y por otro lado, ya existe la oferta totalmente online, es decir, escoges, compras y recibes tu coche sin pisar el concesionario, todo online desde tu propio domicilio.

Cada poco tiempo, una marca nos asombra con una iniciativa nueva, desde servicios de car-sharing hasta soluciones de movilidad integrales, para usuarios que se desplazan a grandes distancias y desean continuar el mismo servicio de su marca habitual en otros países.

Las perspectivas que se abren en la industria son inmensas, pero en nuestra redacción nos hemos hecho la siguiente pregunta. Si los procedimientos y hábitos actuales relativos a la compra y uso de vehículos está cambiando tanto y tan rápido, ¿Como será la próxima generación 3.0?.

Es decir, a que evolucionarán las tendencias actuales, cuando todo lo que hoy nos asombra, como la realidad aumentada o las gafas 3D, sean algo obsoleto. O sea, si ha evolucionado tanto en apenas década y media, ¿como será cuando sean nuestros hijos o nietos los que compren o empleen sus vehículos en unos cuantos años?.

El sistema de compra de vehículos está cambiando a paso firme.

Un pequeño salto de varias décadas

Tras mucho debatirlo, y sin pretender caer en la mera ciencia ficción sino basándonos en la propia evolución de las tendencias actuales, hemos llegado a alguna interesantes conclusiones.

En primer lugar, de aquí a unas cuantas décadas casi podemos asegurar que las necesidades de reducir emisiones y la evolución de la tecnología provocarán la desaparición del motor de combustión interna. De hecho, para cualquier ingeniero, la mera evolución natural de los vehículos eléctricos volverá ineficientes y obsoletos los motores tradicionales, que incluso ahora se muestran bastante ineficientes en términos de aprovechamiento de la energía.

No podemos asegurar aún, ya que sería simplemente elucubrar, si estos estarán alimentados por baterías, supercondensadores o si deberán repostar hidrógeno o cualquier otro tipo de elemento, pero lo que sí es evidente es que el movimiento de las ruedas será generado por una mecánica eléctrica.

De la misma manera, atendiendo a la evolución demográfica de la sociedad, en breve la mayor parte de la población de la Tierra vivirá en grandes ciudades, rompiendo el equilibrio actual, lo que unido al considerable tamaño que tendrán algunas urbes, es sencillo preveer que al menos en entornos urbanos la costumbre de poseer un vehículo será bien diferente a la actual.

Las gafas de realidad aumentada hoy ya son una realidad.

Estadísticas recientes señalan que la generación más joven que ahora está accediendo al mercado del motor, los denominados Millenials, es precisamente la generación menos interesada en automóviles de la historia. Esta nueva generación ha enfocado sus intereses en otras direcciones, un smartphone de última generación es algo mucho más importante para esta nueva capa social, por lo que unido a las necesidades urbanas no sería de extrañar que el estatus que tenía el vehículo propio vaya desapareciendo.

Aunque en entornos no urbanos siga siendo una herramienta o método de transporte necesario, la población de las ciudades seguramente disponga de otras alternativas que causen esta tendencia, como los nuevos servicios de movilidad.

Las muy diversas opciones de sistemas personales de movilidad actuales son, seguramente, solo el primer paso de una nueva manera de entender el automóvil. Si las iniciativas de car-sharing o servicios como Uber continúan su ritmo actual, se terminarán extendiendo y derivando en nuevas soluciones que permitan de una manera más sencilla y simple poder optar a un vehículo cuando se necesite sin necesidad de poseerlo.

Hay otras variables que nos hacen llegar a esta conclusión, como son los propios hábitos de compra de la población. No solo está cambiando la forma de comprar un vehículo, toda la sociedad está viviendo esta evolución a múltiples niveles, por lo que no será de extrañar si en un futuro cercano descubrimos como desaparece el concepto de tienda tradicional, siendo sustituido por el propio comercio electrónico.

El servicio Audi on demand permite a sus usuarios disponer de Audi en otras ciudades.

No queremos imaginarnos un futuro sombrío de calles oscuras en las que la desaparición de los comercios lleva a que se tome Amazon como el comercio tradicional “de toda la vida”, a la manera que lo es para nuestra generación Harrods o El Corte Inglés, pero probablemente sea algo parecido.

La extensión de la costumbre de compras online solo puede derivar en una menor cantidad de traslados innecesarios y por tanto, menor dependencia del vehículo propio.

Es sencillo imaginarse un futuro en el que las compañías ofrezcan a sus clientes una flota de vehículos a su disposición en diversas ciudades, de manera que el usuario simplemente saldrá de su hogar y podrá recurrir, como ahora, al transporte público o a al vehículo que tenga disponible en ese momento, pagando tan solo por el tiempo empleado.

Podemos ir incluso más lejos, ya que si damos por hecho una disminución de los trayectos innecesarios, sería posible que la densidad del tráfico fuera de las ciudades disminuiría. Limitándose a aquellos trayectos realmente necesarios.

A lo que se suma la futura evolución de los aún primitivos sistemas de conducción autónoma, que en nuevas etapas podrían encargarse por si solos de dirigir no el propio vehículo, sino el mismo tráfico a la vez, poniendo en coordinación todos los vehículos que estuviesen en la vía.

Todo esto no significa que el concepto de vehículo en propiedad deje de existir. Los propios fabricantes no van a permitir que sus ventas se desplomen y con ello su propia economía por ofrecer un entorno precisamente libre de vehículos. Por lo que y de manera pausada, las marcas se irán ciñendo a ofrecer modelos de determinados segmentos.

Es difícil creer que segmentos como el de lujo o el deportivo vayan a desaparecer, o el propio vehículo familiar, que será necesario para una gran parte de la población, sobre todo fuera de las ciudades. La diferencia realmente la vamos a encontrar en aquellos vehículos empleados actualmente de manera masiva en las ciudades.

Por lo que se seguirán comprando coches, aunque seguramente no como ahora. Si en pocos años hemos vivido toda una revolución en este área, dentro de algunas décadas seguramente sea algo muy diferente. Si las propias necesidades de gran parte de la población cambian, el posicionamiento del vehículo como transporte personal también y por tanto la manera en la que son desarrollados, y por supuesto vendidos también.

Una hipotética urbe del futuro, según Ford.

Las capacidades para mostrar u ofertar un vehículo cambiarán, pero seguramente los conceptos básicos seguirán siendo los mismos. Un usuario precisa de un vehículo y en función de la necesidad que trate de solventar encontrará diversas opciones en el mercado.

Y las marcas seguirán apelando a las necesidades o gustos de esos usuarios. Para aquellos que necesiten espacio contarán con modelos de estilo MPV que serán ofertados como los más confortables y los que deseen un modelo llamativo seguirán disponiendo de deportivos.

Lo que sí va a cambiar es el propio proceso, que seguramente será electrónico en su mayoría. Desde la propia selección del modelo hasta las transacciones y tratamiento de documentación de manera remota. Podemos imaginar el componente humano tomando más protagonismo de manera telemática, sin necesidad de contar con tanto tiempo físico en el concesionario.

Porque el concesionario, como tal, probablemente no desaparezca. Ya que como a día de hoy no solo es el emplazamiento donde poder comprar los vehículos, sino donde reciben su mantenimiento. Lo que a buen seguro suceda es que ya no manejarán tanta documentación física, y más que probablemente el cliente pueda operar mediante plataformas digitales con toda la información. Desde las características, precios u ofertas de los vehículos nuevos hasta el control del calendario de mantenimiento y servicio de citas.

Algunas marcas tratarán, como ya hacen algunas a día de hoy, de fidelizar al usuario convirtiéndolo en una especie de socio de su propio club. Por poner un ejemplo, los sistemas de movilidad de Audi, aún en fase primigenia pero que permite al cliente llegar al aeropuerto con su Audi y recoger otro modelo de la marca en su aeropuerto de llegada, habiéndolo seleccionado previamente a través de una app.

Podremos encontrarnos servicios de esta índole a más niveles, de manera que podemos llegar a una determinada ciudad y realizar los últimos trayectos en un vehículo de nuestra marca. Aunque si bien ahora eso está reservado para clientes del fabricante, es decir, personas que ya poseen un coche de esta marca, en un futuro probablemente puedas disponer de estos servicios sin tener realmente un coche propio. Simplemente, siendo usuario de los servicios de movilidad de una marca concreta.

Este es el nuevo campo que explotarán las marcas, venderte el vehículo sin que tu realmente llegues a tener una unidad en tu garaje, lo que también redundará en una menor importancia del proceso de vena tradicional.

El como podrán ofertar esto es también una buena pregunta, ya sea para venderte el vehículo o tan solo el servicio del mismo seguramente se hará empleo de las últimas tecnologías. Quizás podamos experimentar el vehículo de manera remota gracias a una nueva generación de dispositivos de realidad aumentada, o podamos estudiarlo por completo de manera holográfica, sustituyendo el clásico “ver y tocar” que experimentamos actualmente en el concesionario.

Las marcas ya disponen de apps para servicios de movilidad.

Podemos contemplar también la aparición de concesionarios multimarca digitales, es decir, compañía que den todos los servicios descritos anteriormente, pero de varias marcas a la vez, por lo que sus usuarios no se limitan a “pertenecer” a una sola marca y disponer solo de su gama.

También podemos deducir que el símbolo de estatus que siempre ha sido el vehículo que poseamos puede verse sustituido por el ser usuario de una marca, servicio o compañía determinada, es decir, “soy cliente de Mercedes y solo conduzco Mercedes pero no tengo ninguno en mi garaje”.

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