Gas natural comprimido, ¿el nuevo diésel?

Una de las tecnologías más prometedoras para reemplazar al diésel es el gas natural comprimido o GNC. Esta alternativa bate en economía al gasóleo, aunque no tiene ni la misma autonomía ni buena prensa entre algunos ecologistas. ¿Será otro camelo con el tiempo? Veámoslo.

8 min. lectura

Publicado: 12/06/2018 21:00

Red de repostaje de GNC de Gas Natural Fenosa

Una vez que ha quedado meridianamente claro que el motor diésel tiene poco futuro, especialmente en coches pequeños y medianos -por el sobrecoste para cumplir con Euro 6d-temp- hay que mirar a alternativas. Además de lo evidente, la gasolina, están dos combustibles alternativos, GLP y GNC.

Este último está empezando a tener un respaldo importante por parte del Grupo Volkswagen, tras el abandono del conglomerado alemán de la tecnología GLP. Algunas voces críticas hablan sobre los peligros de popularizar esta tecnología, ante el temor de que sea en el futuro un nuevo diésel, una nueva estafa.

Lo primero que se le critica al GNC es que es una energía de origen fósil, en principio no renovable, que parte de la misma industria petroquímica que trabaja con el petróleo. El GNC se compone básicamente de metano a alta presión, un gas de potencial efecto invernadero... pero solo si va suelto por ahí. El metano libre es 86 veces más perjudicial que el famosísimo CO2.

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La composición química del metano es CH4, es decir, el hidrocarburo alcano más simple que existe. Solo tiene un átomo de carbono por cada cuatro de hidrógeno. Cuanto más simple es un hidrocarburo, menos residuos genera, por lo que tiene -en principio- la combustión más limpia de todos los hidrocarburos. Contamina, sí, pero el que menos.

Por otro lado, el metano es perjudicial para el medio ambiente en caso de fuga, lo cual no es fácil que ocurra con los sistemas homologados según la normativa R110. Tanto los sistemas en vehículos nuevos (OEM) como las transformaciones (retrofit) han de ser estancas según dicha normativa. En el proceso de repostaje tampoco puede haber fugas, aunque se puede mejorar ese aspecto en todo el proceso de extracción, transporte, compresión, etc.

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La combustión del metano también produce dióxido de carbono (CO2), de hecho, cualquier proceso de combustión lo genera, pero genera el mínimo. Es más, una combustión perfecta es la suma de CO2, N2 (nitrógeno) y H2O (vapor de agua). ¿Qué se ahorra? Todo lo demás, las partículas, los óxidos de nitrógeno, los óxidos de azufre, etc. Simplificando, la contaminación que produce el metano, tras quemarlo, es básicamente "aire común" (idealmente).

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Más que las fugas de los depósitos de los vehículos de GNC nos deben preocupar las emisiones del sector ovino. Según la FAO el ganado es responsable de la generación del 37% del metano antropogénico (generado por el hombre), ya que la digestión de los animales y otros procesos liberan metano, y ese no se quema en ningún motor.

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También se puede criticar al GNC que su origen no es renovable, pero el metano se puede obtener de forma natural en granjas y demás fuentes de digestión biológica, también bajo procesos de síntesis como el e-gas. Eso hace que haya un potencial de producción renovable del metano, aunque se cerrasen todos los pozos de producción del planeta.

Los vehículos a GNC producen, en principio, las emisiones más bajas respecto a otras tecnologías de combustión interna, sin contar hibridación. Algunas compañías de camiones y autobuses están dando el salto al gas natural en detrimento del diésel, ya que es más fácil cumplir así los límites legales de emisiones. Hay pegas, claro, como el tamaño necesario para los depósitos: mucho volumen para pocos kilos.

El metano comprimido es un combustible bonificado fiscalmente, como en su día lo estuvo el gasóleo. Los daños que provocaba este último no se han podido evaluar correctamente hasta hacer análisis de emisiones fuera de laboratorio. Esa tecnología ya se aplica al GNC, por lo que poco engaño puede haber ahí. Se merece la bonificación por ser un combustible limpio, al menos mientras haya combustibles "peores".

El GNC es una tecnología de transición, hasta que la electromovilidad alcance su plena madurez. Permite viajar lejos -con pausas cortas-, circular a gasolina si se agota el gas, es una tecnología madura y segura, y contribuye a reducir la contaminación; otra cosa es que la elimine. Además, los vehículos a GNC son más asequibles que sus equivalentes eléctricos. En cuanto al coste kilométrico, solo un eléctrico es más competitivo, aunque el kilo de gas ya supera el euro, un 20% de subida en pocos meses.

La red de repostaje de GNC no puede crecer rápidamente porque los surtidores son 10 veces más costosos que los de GLP, y porque básicamente Gas Natural Fenosa está apostando por esta tecnología comercialmente. Si hubiese más puntos de repostaje, sería una alternativa interesantísima, hasta que la combustión interna termine de ser proscrita, lo cual no ocurrirá en menos de 15 años, y 2050 queda un poco lejos. Es posible incluso repostar en casa tirando de la canalización de gas para calefacción, pero un surtidor casero pasa de 5.000 euros.

¿Es el GNC el nuevo diésel? Rotundamente no.

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