Charla con Adrián Campos Jr.La herencia
Desde hace décadas rueda una leyenda por Hollywood que apunta a que la primera voz en la que pensaron los productores de Star Wars para doblar a Darth Vader fue la del cantante Barry White. Querían una sonoridad atronadora, que infundiese temor, y que los graves del solista texano sonasen como un V8 al decir aquello de «¡Yo… soy… tu padre!».
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Publicado: 16/03/2021 13:30
Si el desaparecido Barrence Eugene White Carter entrase hoy por la puerta de la nave de Campos Racing sonreiría al instante. De oreja a oreja. Escucharía algún motor encendido durante unos minutos, ruidos neumáticos, sibileos de aire comprimido, alguna alarma de mecanismos programables… y a sí mismo, a Barry White. El propietario de una de las voces más graves de la historia de la música era una constante en la banda sonora de Adrián Campos. Si había música a su alrededor, lo más probable es que fuese una canción suya. Es por eso que ahora, y un poco a modo de homenaje al fundador de la escudería suena con insistencia en los altavoces bluetooth de los empleados que trabajan en los coches.
Con el fallecimiento de su fundador muchos pensaron en que la viabilidad de la estructura de carreras más grande de España tendría un futuro incierto. Puestos al habla con Adrián Campos Jr, hijo del piloto, y ahora responsable de todo, sus palabras son suaves, al tiempo que categóricas, «nada más lejos. El futuro está asegurado y bien asegurado. Mi padre dejó las cosas muy bien atadas. En fechas recientes recuperamos parte del accionariado que tenía el grupo monegasco, que era más o menos una cuarta parte y ahora su presencia es testimonial, tenemos el control de la empresa —como siempre ha sido— y somos dueños de nuestro destino. Si, claro, es lógico que haya dudas, él era nuestro motor, nuestro eje, pero las decisiones importantes tanto técnicas como deportivas se tomaban en un pequeño grupo formado por él, Enrique Colomina, coordinador general del equipo, y yo».
«Decidimos volver a los inicios porque este año se cumplen los 23 años del equipo, que es además el dorsal con el que siempre corrió mi padre en la F1»
Colomina fue el primer empleado que fichó Campos en 1997 con idea de asaltar el Open Nissan. Lleva desde entonces y es, obviamente, el trabajador más longevo y conocedor de todos los entresijos de la escudería valenciana. La Fórmula 2 y Fórmula 3 corren siempre junto a la Fórmula 1, y la Fórmula 4 tiene otro calendario, así que el trabajo logístico es doble al de una escudería al uso. «Nada ha cambiado, tan solo los colores. Volvemos al blanco de nuestros inicios, pero esta decisión se tomó hace seis o siete meses, no es de ahora. El naranja que nos caracterizaba los últimos años no era por las naranjas de Valencia (sonríe y encoge sus hombros) sino por cuestiones comerciales y nuestros socios de Mónaco. Decidimos volver a los inicios porque este año se cumplen los 23 años del equipo, que es además el dorsal con el que siempre corrió mi padre en la Fórmula 1».
«En todos nuestros coches irá un pequeño recuerdo con su casco y las fechas que comprendieron su vida, su firma y un símbolo de infinito, expresando que siempre estará con nosotros. Hay cosas que no te puedo contar porque están en marcha y aún se tienen que decidir, pero Antonio García, socio y amigo, correrá en Le Mans con un casco que será mitad su diseño habitual, y la otra mitad el de mi padre. Ese casco pasará a la colección que hay en su despacho, y Antonio se llevará uno de los que hay allí».
«Fíjate si han cambiado poco las cosas que su despacho ha estado cerrado desde que falleció, y cuando nos ha hecho falta entrar a usar la mesa de reuniones (una mesa acristalada sujeta por pilas de neumáticos) y los muebles estaban como los dejaron los del SAMUR cuando lo atendieron. No hemos tocado nada. Allí está su casco en bronce, los de Ayrton Senna en la mesita de metacrilato, las tres motos, los trofeos, diplomas, su colección de cascos propios y ajenos… (El despacho es un museo en sí mismo). Yo sigo utilizando mi mesa, en una oficina compartida con varios puestos y de momento así va a seguir. Estoy cómodo allí. Me gusta trabajar con mi gente cerca».
La estructura de Campos Racing cuenta con unos sesenta empleados, y tiene cierto parecido a una formación de Fórmula 1 en cuanto al crisol de caracteres y nacionalidades. Algunos son trabajadores que acuden solo a los circuitos, pero la mayoría trabajan en la sede de Alzira. «Sí, tenemos trabajadores marroquíes, húngaros, franceses, italianos, pero la mayoría son españoles, y sobre todo valencianos. La cercanía es un plus, y teniendo base aquí, cuando nos hace falta alguien pues solemos echar mano de lo que tenemos más cerca. Es inevitable, tenemos una fuerte personalidad mediterránea, levantina y en especial valenciana, de esto no hay duda. En la Fórmula 2 y Fórmula 3 ya no nos dejan hacer la comida en los hospitalities pero en los test, en otras categorías o no compartimos con la Fórmula 1 en meeting, nunca falta la paella».
Tras más de dos décadas Campos Racing se ha granjeado la confianza de los organizadores de los campeonatos a los que han acudido. «Si, claro, tenemos muy buenas relaciones con Bruno Michel, de la F2 y la F3, y en la Fórmula 4 empezamos este año con cuatro coches y tenemos mucha ilusión. Mi padre estaba muy ilusionado con esta categoría. De hecho estaba muy preocupado porque los monoplazas nos los mandaron muy tarde y llegamos por los pelos a los primeros test. Le encantaba descubrir pilotos. Ya ves, siempre ayudaba a los que llegaban. La mayoría de los que en este tiempo han hecho carrera deportiva han pasado por aquí. Fernando (Alonso), Marc (Gené), (Roberto) Mehri, Antonio (García), Vitaly Petrov, Lucas di Grassi, Álex Palou… En ese despacho se han formado muchos contratos (sonríe)».
«Por haber, ha habido hasta un Schumacher que ha corrido para Campos, David, el hijo de Ralf. Una de las cosas que más le gustaba era descubrir talentos. Él ya no iba a los Kartings a ver gente, íbamos nosotros, pero le recomendábamos a quien creíamos que tenía cosas interesantes. Recuerdo (sonríe) el día que nos pusimos en contacto con Álex Palou. Arasaba en el Karting, en KZ, fue Campeón de España, y nos pareció bien hacerle una prueba. Teníamos unos test en Albacete con los Fórmula 3 y le puse un Whatsapp para decirle que a ver si nos podíamos ver y que se viniera a la carrera de Barcelona. En el test de Albacete lo hizo muy bien. Teníamos ya a otro piloto titular, y a las cinco o seis vueltas ya se puso a su ritmo. De hecho al que ya estaba firmado, que tenía algo de experiencia, nunca pudo ponerse a su ritmo, lo que fue bastante sorprendente. Álex no tenía apenas recursos, tan solo una beca de 30.000 euros, y con eso no le daba ni para un par de carreras en F3, así que dijo, “bueno, hago los test y hasta donde llego, llegué, y que me quiten lo bailao”. Campos decidió apostar por él, y en la primera carrera hizo la pole y ganó».
«Recuerdo lo que me dijo mi padre, emocionado: “¡me ca++ en la ++++, hemos dado con otro!”. Míralo ahora, corriendo en América en el equipo de Chip Ganassi. Nosotros le llevamos a Japón, y allí no se llevó el título porque tuvo un problema con un escape en la última carrera, pero estuvo muy cerca. Mi padre se alegraba de verdad cuando reconocía talentos. Uno de sus planes era crear una especie de fundación que dispusiera de fondos para ayudar a pilotos que de verdad sirvieran. No salen tíos realmente buenos cada año, así que no iba a ser un reparto anual, sino una especie de hucha donde acumular dinero para echar un cable a aquellos que de verdad tuvieran recorrido y posibilidades por verdadera valía. Gente prometedora pero sin medios… que son la mayoría, claro, pero no todos son unos genios. Es una lástima que sí que los haya, que los hay, y se queden por el camino porque no puedan encontrar recursos».
La pasta, la mosca, la guita, la tela… en el automovilismo siempre hay menos de la necesaria. «Sin duda. Ya sabes, este es un deporte caro. Nuestra economía está muy controlada, y el plan es no endeudarse. La escudería está bien en este sentido. De hecho llevábamos unos años dependiendo un poco de pilotos quizá menos dotados pero que aportaban, y ya estábamos, estamos, en el punto de inflexión en que podemos elegir a pilotos más lustrosos, con más calidad, y no dependeremos tanto de sus aportaciones. Esperamos mejores resultados en un futuro próximo».
¿Y la gente? «La gente está más motivada que nunca, aquí nadie ha dudado de la viabilidad del proyecto. Mira, echa un vistazo ahí abajo (y señala con las cejas a la planta inferior de la nave) ¿Lo ves? Todos con la cabeza metida en su pantalla, en su motor, o en unas suspensiones… El personal está bien a pesar de todo. Las líneas trazadas hace meses están muy claras, sabemos a dónde vamos, y lo que queremos. Por la cabeza de nadie ha pasado ni un atisbo de miedo de que esto no tenga continuidad, o que no vaya a funcionar; al revés, hay mucha esperanza de que vamos a más. Incluso tenemos ganas de atacar la Fórmula 4. Es una categoría nueva para nosotros».
La Fórmula 4 es un campeonato necesario; es el salto lógico del Karting a los monoplazas. Desde que se trajo a España ha funcionado a medias aunque este año parece que por fin va a funcionar de forma sólida. Hay veinticuatro coches inscritos y los organizadores hablan de que pueden llegar incluso a treinta. ¿Cómo lleváis eso? «Ah, bien, bien, muy bien. Somos nuevos, así que no tenemos referencias. Genis Marco nos trajo a un chaval, Pepe Martí, rapidísimo. Marco no recomienda a un cualquiera, y si nos trae a alguien, es que es realmente bueno. Lo hemos estado siguiendo de cerca y es muy prometedor. Hizo los mejores tiempos en los test, y va a correr con el número… 23 (sonríe ampliamente. Suspira, echa la mirada hacia la ventana buscando a alguien. Guarda un instante de silencio, y sigue). Este año va a ser una temporada triste pero al mismo tiempo muy bonita, no esperamos verla pasar sino que queremos ver resultados, y por aquí pueden llegar algunos. En F3 tenemos puestos los ojos en otro piloto en el que creemos mucho; ojo, creemos en todos, pero Lorenzo Colombo siempre nos sorprende. Con el nuevo formato es posible que pasen cosas divertidas».
Este año tanto la Fórmula 2 como la Fórmula 3 cambian la fisonomía de sus pruebas con tres pruebas dentro de un mismo meeting. Habrá una tanda clasificatoria el viernes cuyos diez primeros clasificados se invertirán para la primera carrera del sábado, de 45 minutos y al sprint. Los resultados de esta determinarán, con inversión de los diez primeros clasificados la parrilla, de la segunda con misma configuración ese mismo día. Con las dos se acumulan puntos con un máximo de 15 para el ganador y en cuantía descendente hasta el octavo. El domingo se correrá la carrera estrella, con parada obligatoria a cambiar los cuatro neumáticos, y cuya parrilla quedará conformada con los registros de la clasificatoria del viernes. El ganador se llevará 25 puntos de forma descendente hasta el décimo clasificado.
«El plan es estar siempre entre los cinco primeros en todas las categorías en las que participemos. Ojalá. No es fácil y en los últimos años nos ha costado mucho estar ahí, pero el plan es ir creciendo y volver a los puestos de cabeza de manera regular. Hay mucho trabajo, mucho esfuerzo, un camino con líneas muy claras y bien trazadas. Entre mi padre y Enrique, alumno aventajado de Ermano Cuoghi, lo dejaron todo muy bien planificado. Te contaré algo que te va a hacer sonreír. Yo ahora recibo todos los correos dirigidos a él, han sido reconducidos a mi buzón, y recibo ofertas de barcos; buscaba uno. Estaba un poco cansado, no de las carreras ni mucho menos, sino del trabajo que todo ello conlleva. Este año quería bajar un poco el ritmo, y viajar menos para ir más a disfrutar de las carreras, a verlas como espectador y menos como trabajador».
«Este año quería bajar un poco el ritmo, y viajar menos para ir más a disfrutar de las carreras»
«Tenía muchos planes. Libros, sus memorias… Tenemos un problema ahora mismo (arquea las cejas): no damos con la clave de uno de sus Mac y sabemos que ahí guardaba cosas. Bueno, daremos con ella, estamos trabajando con ese tema. Una de sus ideas era la de montar, con Jorge Martínez Aspar, un museo de la velocidad aquí en Valencia, en un lugar emblemático. Sí, venías aquí y te topabas con una docena de coches de carreras, pero ahí queríamos meter muchas más cosas, con motos, algo muy ambicioso, y con movimiento, con cosas interactivas, retransmisiones, actividad, acción. Es posible que esto salga para adelante. Y sí, hay más cosas por ahí. Líneas de ropa, mobiliario hecho con piezas de coches, y otras cosas».
Y ahora con esto de la pandemia, andaréis locos, ¿No? «Bueno, calla. Ya el año pasado tuvimos un problema. Cuando salimos de Bahréin por pies no tuvimos problemas. Lo tuvimos al volver a por el equipo, que se quedó todo allí, los coches, utillaje, equipamiento. Dos de nuestros chicos se quedaron hospitalizados al dar positivo. Los trataron muy bien, hemos de estar muy agradecidos. El problema ahora es que como des un positivo, un único miembro del equipo, te confinan la escudería entera y no participas en carrera alguna. Yo mismo me contagié la semana posterior al fallecimiento de mi padre. Ya doy negativo, pero podría haber sido un problemón».
Oye, muy bonita la ceremonia de despedida. «Ah, sí. (Se queda en silencio. Respira hondo) Fue muy emocionante. Los empleados más veteranos, Enrique, Javi, Moncho y Jorge, quisieron llevar el féretro y le arrancamos los motores, para que los escuchase antes de salir por la puerta de la nave por última vez. (Más silencio) Estamos muy agradecidos. Jamás pudimos pensar la cantidad de gente que se ha volcado con nosotros, el pesar, los mensajes de ánimo, las palabras… Mira, te enseñaré algo».
En ese momento Adri, que es como le llaman sus más cercanos, se echa la mano al bolsillo y saca un iPhone. Teclea una clave en su pantalla y muestra una cifra chocante: 194. «Son los mensajes a los que pasado casi un mes, aún no he podido contestar, y he contestado a más de mil», afirma con cierto pesar. «Tareas que tengo pendientes. Nunca planeamos esto», se excusa.
Gracias, Adri. «Gracias a ti», responde, «esta es tu casa, vuelve cuando quieras».
Adri Campos puso en venta el último coche que tuvo Adrián Campos, un Audi A5. El ex piloto eligió un deportivo con ciertas prestaciones y del que se pudiera disfrutar a diario. Apenas tenía siete mil kilómetros. Varias semanas después, con la cabeza despejada, el heredero del equipo echó números, percibió que le salía a cuenta quedarse con él, y decidió que sería un buen recuerdo conservar el último coche de su padre.
Cuando lo cogió por primera vez, días después del óbito, se sentó en el asiento deportivo, y ajustó el respaldo y el retrovisor. Tras meter la llave, aún sin arrancar el motor y de manera automática, los diez altavoces de la marca Bose llenaron de música el habitáculo. Adri le echó una inquisitiva mirada a la pantalla del sistema de sonido, bajó la cabeza, cerró los ojos y viajó. Solo él sabe a dónde y de la mano de quién. No fue una sorpresa que sonase la voz de Barry White.
Fotos: Campos Racing