Hino Motors también tiene su escándalo de emisiones, manipuló datos desde 2003 (por lo menos)
Una vez más se destapa un escándalo corporativo en Japón al investigarse un fraude de emisiones y consumos en un fabricante de automóviles. El último de la lista es Hino Motors, cuyos empleados cometieron fraudes hacia las autoridades durante unos 20 años.
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Publicado: 02/08/2022 22:30
El viernes 4 de marzo no fue un buen día para Hino Motors, un fabricante japonés de camiones y autobuses participado por Toyota al 50,1%. Salió a la luz que había datos de consumos y emisiones manipulados para obtener la certificación de algunos motores. La primera víctima fue el Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo de Japón, que recibió durante años los datos falsos y los dio por buenos.
El lunes siguiente, 7 de marzo, funcionarios del Ministerio entraron en las oficinas de Hino Motors, recibiendo el fabricante no solo un golpe a su credibilidad. Las acciones de Hino cayeron en días de casi 1.100 yenes por título a 641, casi la mitad de su valor. Las pérdidas llegaron todo lo permitido por la bolsa de Tokio, un 17% por día, peor resultado en 22 años.
En un primer momento se estimó que estarían afectados unos 115.000 vehículos vendidos en Japón, el equivalente al doble de las ventas de Hino en el año fiscal 2020-2021. Tres modelos de motor estaban señalados como manipulados, pero había sospechas de que fuesen más. Tras una investigación formal del ministerio, la empresa investigó por su cuenta y suspendió las ventas de modelos afectados.
Las pesquisas han llevado meses, hasta hoy. El escándalo ha sido aún más gordo, porque los datos de emisiones manipulados no se remontan al año 2016, sino al año 2003, así que están afectados más motores. Hino Motors ha publicado un informe de 17 páginas en el que explica toda la información recopilada.
El origen del problema está en la cultura empresarial que había por entonces, en la que los empleados no tenían el valor de decirle a sus superiores que algo no se podía hacer, véase hacer que un determinado de motor cumpliese la normativa de emisiones de turno. Y claro, es más fácil manipular los datos para que algo sí sea posible, para no desairar a los jefes.
Los trabajadores no se sentían capaces de dar negativas a sus superiores
Por otro lado, el informe detalla que los directivos se encontraban desconectados de los trabajadores responsables, ahondando en esa cultura tóxica -muy japonesa- e incurriendo en un fraude que ha tardado años en destaparte. Se une Hino Motors a una lista elaborada de fabricantes japoneses que fueron pillados ya con las manos fuera de la masa.
Nos acordamos del escándalo de emisiones de Mitsubishi Motors, que había estado cometiendo fraudes de emisiones desde los años 90, algo descubierto por su socio Nissan, hundiendo sus acciones. Esto permitió a Nissan, en una jugada rápida, hacerse con una parte significativa de la empresa y pasar a controlarla. De ahí que Mitsubishi entrase en la Alianza Renault Nissan.
Pero hay más, Subaru y Nissan estuvieron vigilados en 2017 por si habían falseado emisiones. Al año siguiente, en 2018, fuentes del Gobierno de Japón revelaron que Mazda, Suzuki y Yamaha habían manipulado los datos de consumo de combustible y emisiones de varios de sus modelos.
Satoshi Ogiso, el presidente de Hino, se disculpó ante los periodistas a la japonesa, inclinando su cabeza, algo muy significativo en la cultura de ese país. Ogiso dijo que en tres meses la empresa tendrá un nuevo equipo directivo, así que los de arriba han tomado nota de su responsabilidad en lo ocurrido: más que por el fraude, por vergüenza.
Hino Motors ya ha retirado del mercado 47.000 unidades de camiones y autobuses fabricados entre abril de 2017 y marzo de 2022, y no se fabricaron más al tener sus certificados de emisiones revocados (normal, los datos para conseguirlos eran falsos). Además, se van a retirar otras 20.900 unidades. Esto les va a salir caro.
Además, no está implicados únicamente motores de Hino, también de algunos modelos Isuzu (Gala, Erga Duo, Gala Mio y Erga Hybrid) y Toyota (Coaster y Dina), ya que es frecuente el intercambio tecnológico entre fabricantes en Japón. Los modelos afectados de Hino son para transporte por carretera como vehículos todoterreno.
El fabricante dice haber movido los hilos para evitar que algo así vuelva a suceder. Es un escándalo más desde que afloró el Dieselgate de Volkswagen en 2015 (y no fue precisamente el único en burlar los controles regulatorios). La modalidad japonesa es un poco diferente, más que por maldad de los directivos intermedios y altos, parece que fue por simple estupidez de la parte baja del organigrama.