La historia de Le Mans: Fernando Alonso
El piloto español entró en la historia de la carrera al acompañar a Marc Gené como único español en subirse a lo más alto del podio absoluto. Recordamos su hazaña y las claves de lo que supuso toda una exhibición que le acerca al sueño de la Triple Corona del automovilismo.
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Publicado: 03/08/2018 18:30
El sábado en Le Mans empieza pronto. El warm-up, esa costumbre trágicamente perdida para la F1, es temprano y no permite apurar el sueño más allá de lo, quizá, deseable ante lo que se avecina, aunque no son pocos los pilotos los que confiesan no poder conciliar bien el reparador descanso ya esa noche antes.
La responsabilidad ante la cita más importante del año, el respeto ante la prueba más grande, las ilusiones, los planes, los intentos de visualizarla, de vivirla antes e intentar tener todo previsto. En el warm-up fue el Toyota #7 el que hizo el mejor tiempo, Kobayashi, con ambos coches japoneses intocables como lo había venido siendo desde primeros de junio.
Su primera toma de contacto con el sagrado asfalto de La Sarthe, simuladores aparte, fue el 3 de junio durante las ocho horas del test en la pista francesa, Fernando Alonso fue el más rápido entre los presentes. Un 3:21 medio por la mañana y un 3:19,0 por la tarde le dejaron en todo lo alto de la general de la prueba. De hecho su coche, el Toyota #8, fue el referente. En los libres se complicó mucho la situación por la gran cantidad de errores y banderas amarillas que jalonaron los más de 13 kilómetros de La Sarthe. Aquí sería el Toyota #7 el que mandó y sólo al final Buemi, logró acercar al #8 a seis décimas de su coche hermano.
La primera sesión de clasificación para conformar la parrilla dejó claro, si no lo estaba ya, que el asunto iba a quedar entre los Toyota. La cosa estuvo muy apretada. Una décima separó al #8, en el que Nakajima fue el más rápido, del tiempo de Kobayashi en el #7. La sesión le valió a Alonso para familiarizarse con la noche y completar las vueltas necesarias en la oscuridad. En la segunda sesión los incidentes llegaron incluso a provocar el final de la misma antes de tiempo. En la tercera Kazuki Nakajima y Kamui Kobayashi se lanzaron a intentar mejorar sus tiempos de la primera sesión. Kazuki rebajó en dos segundos su tiempo y dejó al #8 en la pole. Pole ante la que poco pudo hacer Kobayashi. Alonso aprovechó, con la llegada de la lluvia, para rodar bajo el líquido elemento, incrementando así su experiencia con la pista. Habiendo rodado de noche en las dos condiciones, seco y mojado. Como en Spa, Nakajima, Alonso y Buemi saldrían desde la pole.
Alonso no se subió al coche hasta el segundo relevo del mismo. El primero lo hizo Sebastien Buemi. El suizo lideró 21 vueltas por 20 del otro Toyota que estuvo en manos de Conway. El británico estiró su relevo un poco, tres vueltas más. En ese primer cambio de pilotos, Buemi logró su mayor ventaja en la vuelta 16, con 21,1segundos, mientras Conway lo hacía al límite del relevo de Buemi, vuelta 41, con 12,3s. El primer relevo de Alonso le llevó a liderar la carrera durante 15 vueltas por 25 de su coche hermano, en dos tandas de 9 y 6 giros, llegando a tener 21,6 segundos de ventaja mientras López llegó a tener 12,3 segundos.
Tras una aparición del Safety Car, que comprimió la carrera, ‘Pechito’ López y Alonso se quedaron prácticamente juntos en pista. El argentino por delante marcando el ritmo y doblando a los coches inferiores. Alonso detrás sin ceder lo más mínimo. Un gran espectáculo. Alonso le entregaba el coche a Nakajima con 5,9 segundos de ventaja, pero el japonés terminaba sufriendo a manos de su compatriota Kobayashi.
De repente Conway desactivaba a Buemi que, presionado, cometía un error en una zona lenta
Cuando Buemi volvía a subirse de nuevo, estaba a 18,7 de Kobayashi. Kamui perdía bastante tiempo al final de sus tandas frente al fresco piloto suizo. Buemi se acercaba a menos de 10 segundos. Kobayashi se bajaba aún en cabeza y le dejaba el testigo a Conway. Y el piloto británico cambiaba el panorama de la carrera radicalmente. Era la vuelta 138 cuando se subía Mike. De repente en la primera tanda, desactivaba a Buemi y establecía la diferencia por encima del medio minuto. Buemi, presionado, cometía un error en una zona lenta. Entre que perdía tiempo y era penalizado, el desastre casi llegó por completo al #8. Entre la vuelta 146 y la 152 la diferencia se disparó desde los 37,1 a los 130,8 segundos. Estaba a punto de dar en el reloj el campanazo que marcaba la media de la hora en curso, las 12. En las 19 vueltas restantes siguió perdiendo tiempo, poco, pero la diferencia se fue hasta los 133,5 segundos.
Tras los pasos de los grandes
Vuelta 170, casi la una y media de la mañana. Fernando Alonso se sube al coche. La situación para el equipo del número 8 es crítica. Están sin colchón protector de tiempo y pueden perder vuelta con el más nimio y mínimo contratiempo. Sin embargo Alonso se monta enchufado y, ante Conway, que traía buen ritmo, reduce la desventaja. Sus ocho vueltas, excluyendo entrada y salida de boxes, oscilan entre ocho décimas (de 3:20,5 a 3:21,3). La diferencia en esos giros baja de 133,5s a 117,2s. Alonso está caliente tras su primera tanda y en el otro coche se sube Pechito López. Fernando completa otras ocho vueltas buenísimas. Aunque el rango es más amplio, hay un 3:23, marca dos vueltas en 19 segundos bajos. Entre 3.19,1 y 3:23,2. La diferencia pasaba a 89,5 justo antes de la vuelta a entrada a boxes. Del riesgo a perder una vuelta, Alonso estaba empezando a acercar su coche a la cabeza.
En la siguiente tanda hay una vuelta más, tras un periodo de zona lenta en el primer sector. De ahí que la primera vuelta de Alonso tras relanzarse la carrera sea extraordinaria. En esa tanda el de Oviedo oscila en 2,5 segundos (de 3:20,1 a 3:22,6). La diferencia baja a 75 segundos. En su siguiente tanda de siete vueltas hay un 3:25, por 3:23 de Pechito. Pero el remate final de Alonso es antológico de nuevo. Tres vueltas en 3:19, dos en 3:20 y una en 3:21 y otra en 3:22. En ese arreón final, Pechito sigue impotente ante el ritmo de Alonso y sólo hace una vuelta en 3:21, y tres en 3:23 y 3:24. La diferencia cuando se sube Nakajima es de 38 segundos. La marea había cambiado totalmente, pero dónde realmente Alonso arranca los jirones de tiempo más importantes es en las paradas en boxes. Más concretamente en la vuelta de entrada y salida de boxes.
En su primera parada Alonso igualaba la de entrada de Conway, sólo se dejaba tres décimas, pero era siete segundos más rápido al volver a pista. En la siguiente Alonso es casi cuatro segundos más rápido en la vuelta de entrada que Pechito. Sin embargo la de vuelta es casi seis segundos más lenta. Pero en realidad hay una zona lenta. Sumando los tiempos hasta que la carrera se normaliza, incluyendo vuelta de entrada, de salida y dos más, Alonso recupera un total de casi 12 segundos. Pero es en la tercera parada dónde la demolición de Pechito y el Toyota #7 alcanza cotas alucinantes. Más de cinco segundos en la vuelta de entrada a boxes y más de 8,5 en la vuelta de regreso. En su última vuelta de regreso a boxes tras el enorme relevo de 42 vueltas le llevó a rodar dos segundos más rápido. Era la vuelta 213. De 133,5 segundos de desventaja, Alonso había rebajado la diferencia hasta los 33 segundos. 100 segundos: 1 minuto y 40 segundos, había rebajado en poco más de dos horas y media de relevo. Pasaban poco más de un par de minutos de las 4 de la mañana.
¿Dónde recae la grandeza de la hazaña? En que el coche rival no sufrió ningún problema. Fue una gran lucha de poder a poder. Al nivel de las que otros grandes hicieron en la madrugada. Así y sin exprimir la memoria en demasía, Nuvolari, Ickx o Kristensen tienen en común que su ritmo, o su prolongada estancia en el coche, o evitar los problemas, incluso el compendio de todas o algunas de esas circunstancias, cambiaron la carrera a su favor. Y eso es lo que hizo Alonso. Fernando, aparte de la exhibición, hizo creer a sus compañeros Buemi y Nakajima que podían ganar a su coche hermano y rival.
Y eso es lo que pasó. A las 6 de la mañana Nakajima se ponía líder al final de la última tanda de su relevo. Y desde la 9:30, con el sol ya alto, no volverían a perder el liderato. Cuando a las 3 de la tarde cruzaba el japonés la línea de meta, mil y un fantasmas, décadas de desgracias y mala suerte quedaban atrás. Buemi y Alonso se subían a su coche para celebrar una victoria histórica que pudo haberlo sido más de no haber sido por el ritmo lento de la prueba al final de la misma, con zonas lentas y Safety Car que llevaron a que el Toyota #8 no batiera el récord de distancia. Habría sido el colofón y la guinda a una actuación, y exhibición, extraordinaria.
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Fotos: Toyota Gazoo Racing | WEC