La historia no contada de Bugatti Automobili y el EB110
El verdadero proyecto de renacer Bugatti no recayó en el Veyron, sino en un espectacular proyecto italiano que fabricó el que fue el mejor superdeportivo del momento en una fábrica de sueños en Modena, Italia. Los principales protagonistas cuentan en primera persona su experiencia, con declaraciones inéditas en esta producción del especialista en clásicos Kidston.
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Publicado: 11/06/2016 11:00
En los años sesenta desaparecía Bugatti, la marca nacida en 1909 y que tras la Segunda Guerra Mundial no era capaz de sobreponerse a la muerte de su fundador, Ettore Bugatti, considerado uno de los grandes genios de la historia del motor. Incluso en nuestros días, a pesar de haber pasado ya cerca de setenta años desde su fallecimiento.
El eco de la grandeza de la marca ha sobrevivido intacto hasta nuestros días, siendo los Bugatti originales algunos de los vehículos más cotizados y deseados de todos los tiempos, de hecho, durante más de 20 años un Bugatti ostentó el récord de vehículo más caro vendido jamás en una subasta, el Royale Kellner Coupé vendido en Londres por Christie´s por la entonces asombrosa cifra de 9.7 millones de dólares de la época. Su vendedor, el mismo Briggs Cunningham del que hablábamos hace unos días, lo había comprado en la Francia de la posguerra por unos 500 dólares y dos neveras.
Por eso no es de extrañar que la marca haya sido desenterrada del olvido por el Grupo Volkswagen, y que para poder lucir debidamente su emblema tuviera que crear el monstruoso Veyron de 1.001 CV, un auténtico tour-de-force de la ingeniería moderna, que pasará a la historia más por la complejidad y costo de su proyecto que por los méritos propios del modelo.
Pero antes de que Ferdinand Piëch pensara en rescatar el emblema de Ettore Bugatti y decidiera dilapidar miles de millones en solo unos pocos ejemplares que solo han servido para acaparar portadas, hubo un proyecto de auténticos entusiastas que decidieron volver a dar brillo al nombre de la marca gala, creando uno de los proyectos automovilísticos más increíbles de todos los tiempos, Bugatti Automobili S.p.A.
La historia cuenta como espoleado por Ferruccio Lamborghini y Paolo Stanzani, el empresario italiano Romano Artioli juntó en Campogalliano, el centro neurálgico de la industria italiana de superdeportivos, a algunos de los mejores especialistas del planeta para crear el que sin duda iba a ser el más fabuloso superdeportivo de todos los tiempos. En unas instalaciones que en su día no tenían rival en la industria, y que ahora, más de veinte años después, está languideciendo junto a la Autostrada del Brennero, en Modena.
Si bien la historia del proyecto no es muy conocida, su resultado sí que lo fue, en 1990 Bugatti Automobili anunciaba para el año siguiente el espectacular EB110, coincidiendo con el 110 aniversario del nacimiento de Ettore Bugatti, de ahí el nombre del vehículo. El espectacular superdeportivo azul eclipsó a todos los modelos del momento, con sus 550 caballos en la versión básica de su V12 de 3.5 litros, cinco válvulas por cilindro y cuatro turbos, al que se añadía poco después una versión bautizada como EB110 Super Sport que disfrutaba de 600 CV y una velocidad máxima superior a los 350 km/h.
Hasta entonces, el modelo más rápido continuaba siendo el Ferrari F40 de 478 CV y una velocidad punta de 324 km/h, siendo el primer modelo de producción en superar la barrera psicológica de las 200 millas por hora.
El Bugatti EB110 fue el verdadero primer vehículo de la historia en estar fabricado con un monocasco central realizado en fibra de carbono. Hasta ese momento tan solo los Formula 1 disponían de una estructura similar, la cual llevaban empleando apenas diez años antes del lanzamiento del EB110. Hasta ese momento, todos los deportivos recurrían a bastidores tubulares, y en el caso del F40, este además disponía de elementos fabricados en carbono y kevlar, pero estos se apoyaban en un tradicional bastidor de entramado de tubos.
El resultado era no solo el superdeportivo más potente y rápido disponible del momento, además disponía de un cómodo y lujoso interior y sobre todo, de una maniobrabilidad y comodidad de uso nunca vista antes de un modelo de ese potencial. Sin embargo, por múltiples motivos a día de hoy no aclarados del todo, la empresa cayó en bancarrota y desapareció, dejando como triste señal la enorme y ultramoderna factoría de Campogalliano para el recuerdo.
Hace tan solo unas semanas, la gente de Kidston, auténticos especialistas del mundo de los clásicos y las subastas, editaban un vídeo muy personal en el que tenían la fortuna de poder entrevistar a algunos de los principales protagonistas de la historia, entre los que podemos destacar al propio fundador, Romano Artioli y a uno de los más esquivos, Loris Bicocchi, el piloto probador procedente de marcas como las propias Ferrari o Lamborghini, que precisamente no se ha prodigado en demasiadas entrevistas en los últimos tiempos, el cual se deshace en palabras de elogios a esos cinco años de experiencia en Bugatti, la mejor época de su vida, como también afirman muchos de los protagonistas.
El propio Artioli, destapa en parte la caja de los truenos afirmando que el proyecto fue torpedeado por la competencia, afirmando que “la propia Mafia eran unos boy-scouts” al lado de estos, pero sin señalar expresamente para ninguna marca u organización.
Este es uno de los documentos más crudos y directos de entre los ríos de tinta que se han vertido sobre el proyecto italiano, del que en breve os mostraremos que fue algo más que un simple proyecto huérfano de superdeportivo, como tantos que nacen y mueren en silencio cada año.
Fuente: Kidston.TV