Amores de juventud: el Mercedes 500 SL
La creación de la marca de Stuttgart es sin duda uno de los descapotables más seguros y lujosos de la historia del automóvil, pero además combinaba todo eso con unas fantásticas prestaciones y un refinamiento tecnológico al alcance de muy pocos.
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La estirpe de los Mercedes SL (Sport Leicht, deportivo ligero en alemán) nació en los años 50 con el mítico 300 SL, un deportivo que se hizo famoso, entre otras cosas, por sus puertas tipo ‘alas de gaviota’. Pero estas siglas son mucho más que un diseño peculiar, pues estamos hablando de los que quizá sean los descapotables más prestigiosos de la historia del automóvil.
Tras una breve referencia al origen, nuestra historia continúa en los años 70, momento en el que se lanza al mercado la tercera generación de la familia SL bajo el código interno R107. Esta fue, de hecho, una de las más longevas de la historia de la marca al permanecer en el mercado desde 1971 hasta 1989, momento en el que se dijo adiós a uno de los diseños más emblemáticos de Mercedes-Benz.
El 500 SL encandiló con un diseño memorable en el que destacaban sus líneas alargadas y rectas
En 1980, la marca alemana comenzó la producción del primer 500 SL y fue renovado seis años más tarde con la introducción de mejoras mecánicas como cuatro discos de freno o una suspensión derivada del W124 (la primera generación del Clase E). Pero, aspectos técnicos aparte, el 500 SL encandiló con un diseño memorable en el que destacaban sus líneas alargadas y rectas, así como su considerable tamaño.
Pero su atractivo como coche de coleccionista no se limitaba a la estética, pues también contaba con un motor V8 de 5 litros de cilindrada que ofrecía 245 CV de potencia para llevar a sus ocupantes por encima de los 240 km/h con facilidad.
La cuarta generación
Sin embargo, muy posiblemente la cuarta generación de los SL (R129) fue la que mayor huella dejó en nuestra memoria, ya que supuso un avance en todos los sentidos. Presentado en Ginebra en 1989, el nuevo SL fue acogido con enorme expectación y agrado, recibiendo múltiples alabanzas y una avalancha de pedidos a Mercedes-Benz que provocó retrasos de más de un año en las entregas.
La previsión de 20.000 unidades vendidas anuales pronto quedó en nada y el SL, que renovaba por completo su diseño pero conservaba aspectos tan característicos de la anterior generación como un capó motor alargado y líneas sencillas y elegantes, pronto se convirtió en un emblema de Mercedes.
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Bruno Sacco, diseñador del descapotable alemán, optó por dotar al SL de mayor ángulo y músculo en sus líneas, ensanchando los pasos de rueda y potenciando la elegancia y el empaque. Algo que se veía acompañado en otros aspectos del coche.
Seguro y tecnológicamente avanzado
Dejando de lado el diseño, el Mercedes SL era todo un compendio de soluciones técnicas puestas al servicio de sus ocupantes. A nivel de seguridad, contaba con elementos inéditos como un arco de seguridad retráctil que, mediante unos sensores, detectaba si el coche volcaba y se desplegaba en tres décimas de segundo para proteger el habitáculo. Además, la rigidez torsional del chasis se había convertido en referencia en un vehículo descapotable, dotando al coche de un comportamiento dinámico excepcional.
Los asientos también se convirtieron en tendencia a seguir al combinar una estructura y respaldo en aleación de magnesio, lo que le permitía soportar holgadamente las fuerzas generadas en un accidente. También incorporaba cinturón de seguridad de tres puntos con pretensor que se regulaba en altura conjuntamente con el reposacabezas, lo que garantizaba una posición y confort idóneos.
Un bonito ejemplar de 1992, en vídeo.
A todo ello había que sumar ingenios electrónicos como el ABS, el control de tracción o las suspensiones activas (estas en opción), que se regulaban en función de la carga del vehículo, el estilo de conducción y el estado de la carretera. También incorporaba airbags frontales para conductor y pasajero.
Y, si hablamos de confort, elementos como la memoria de regulación electrónica de la posición de los asientos calefactados y la columna de dirección, así como el climatizador, permitían a los ocupantes viajar con total comodidad. Para rematar el conjunto, se disponía de techo rígido desmontable de aluminio o capota de lona con sistema electrohidráulico que permitía realizar la operación de plegado en 30 segundos con sólo pulsar un botón.
El 500 SL
De todas las variantes ofrecidas por Mercedes-Benz, la más icónica es la 500 SL. La gama partía con motores de seis cilindros en línea de entre 190 y 231 CV, mientras que el 500 SL recurría a un bloque V8 de 5 litros que desarrollaba 320 CV y quedaba asociado a un cambio automático de 4 velocidades.
La calidad de fabricación de Mercedes salía a relucir del mejor modo posible en esta máquina que, a pesar de contar con numerosos elementos tecnológicos de vanguardia en la época, permitía una fiabilidad que tanto prestigio le ha dado a la marca alemana.
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Aunque esta versión ya era pesada y no hacía honor a las siglas SL, su suspensión era cómoda y permitía al 500 SL ser ágil en carretera, lo que acompañado de la extraordinaria potencia de su motor permitía al conductor disfrutar de la marcha y devorar kilómetros casi sin darse cuenta, excepto por el alto consumo de combustible.
Eso sí, el Mercedes 500 SL no era un coche para apasionados ni conductores ávidos de sensaciones, sino para quienes quisieran disfrutar de un lujo prestacional intachable y a prueba del más exigente analista.
Actualizaciones y despedida
En 1993, Mercedes decide variar el orden de la nomenclatura, pasando a denominarse SL 500. Dos años más tarde, se produjo el primer restyling, en el que destacaban nuevos paragolpes y molduras laterales, pintados además en el mismo color de la carrocería, además de nuevas llantas, volante, asientos y paneles de las puertas. En el apartado mecánico, conjuntamente con un sistema de frenado de emergencia, se introdujo el sistema electrónico de estabilidad, ESP, siendo uno de los primeros automóviles del mercado en incluirlo.
Ya en 1998, llega un segundo restyling del SL, el que daría fin a la producción del modelo en 2001. Entre otras novedades, se incluían nuevos retrovisores, manetas de las puertas en el color de la carrocería y nuevas llantas, además de un rediseño de los faros. También se estrenaba volante, marcos metálicos para los relojes del cuadro de instrumentos y reproductor de CD. Aunque sin duda lo que más llamó la atención fue la renovación de los motores V8, que pasaron a tener tres válvulas por cilindro y doble encendido para mejorar los consumos y las emisiones.
Tras 12 años de producción, el SL R129 se despidió del mercado después de haber superado las 230.000 unidades vendidas, convirtiéndose de paso en un clásico atemporal y en uno de los modelos emblemáticos de la historia de Mercedes.
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CARACTERÍSTICAS GENERALES
Tipo | Deportivo |
Carrocería | Descapotable y coupé de dos puertas |
Configuración | Motor delantero longitudinal y tracción trasera |
Largo | 4470 mm |
Ancho | 1870 mm |
Altura | 1285 mm |
Distancia entre ejes | 2515 mm |
Transmisión | Manual de cinco velocidades o automática de 4 velocidades |
Frenos | Delanteros y traseros de disco ventilados (300 mm y 280 mm respectivamente) |
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ESPECIFICACIONES TÉCNICAS
500 SL R107 | 500 SL R129 | |
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Cilindrada | 4973 cm3 | 4973 cm3 |
Potencia máxima | 245 CV a 4750 rpm | 320 CV a 5600 rpm |
Par máximo | 400 Nm a 3750 rpm | 470 Nm a 3900 rpm |
Peso | 1610 kg | 1835 kg |
Velocidad máxima | 225 km/h | 250 km/h (limitado) |
Aceleración 0-100 km/h | 7,3 segundos | 7,2 segundos |
Consumo mixto | 12,3 l/100 km | 12,9 l/100 km |
Fotos: Wheelsage.org
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