La inversión en el coche eléctrico se está yendo a China, ¿por qué?
Las políticas europeas de apoyo al coche eléctrico podrían ser más ambiciosas haciendo lo mismo que en China: imponer cuotas que los fabricantes tendrían que cumplir sobre su total de ventas. Mientras tanto, China adelanta a Europa por la derecha y a toda velocidad.
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Publicado: 21/06/2018 21:00
Obviando el amanecer del automóvil -antes de la Primera Guerra Mundial-, cuando los coches eléctricos se vendían de forma "masiva" por razones obvias, el resto de empujones que ha tenido la tecnología eléctrica ha tenido mucho que ver con el apoyo de las administraciones públicas.
Ya sea por razones medioambientales o energéticas, el coche eléctrico ha recibido en su momento impulso, y lo sigue haciendo. Todavía es un producto que, sin el suficiente apoyo institucional, tiene una penetración muy lenta en el mercado. Esto cambiará algún día, cuando haya más paridad con los coches tradicionales.
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Cuando se cierre 2019, el 10% de los turismos vendidos en China deberán ser eléctricos. Ese porcentaje subirá al 12% en 2020. De esta forma, los fabricantes han espabilado no solo para poder cumplir con la demanda, también con la oferta. Prácticamente uno de cada dos coches eléctricos que se venden en el mundo, se venden en China.
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Como pone de relieve un informe de la ONG Transport & Environment -miembro de ECODES-, no es casualidad que China se esté llevando la perra gorda en cuanto a inversiones en coches eléctricos. Según las cifras dadas por los fabricantes, la inversión en China septuplica a la que se está haciendo en la Unión Europea.
De forma implícita los objetivos de emisiones de CO2 de la Unión Europea para 2021 -95 g/km- no obligan a los fabricantes a vender eléctricos en masa, pero sí se lo sugiere. Como término medio, se está apostando fuerte por hibridación de motores convencionales, pero sobre todo los gasolina tras el escándalo de las emisiones de los diésel.
Los países que más fuerte apuestan por la electromovilidad son -casualmente, o no- los que más cuota tienen de eléctricos en su mercado. Hablamos fundamentalmente de países donde la renta es alta, los impuestos al automóviles son muy altos, y los eléctricos son una casta privilegiada. Si un Tesla Model S sale más barato que un BMW 316d, no hay que pensar mucho.
Es fácilmente explicable por qué se va tanta inversión a China. Las autoridades del dragón asiático han puesto como condición a los fabricantes -entiéndase asentados en su territorio- que si quieren que sus modelos puedan ser subvencionados por el Estado, deben tener i+D y propiedad intelectual en China. Roza el chantaje, pero funciona.
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Dicha tecnología se puede aprovechar en los modelos que se vendan en Europa. Algunas voces, como los ponentes del informe, hablan de que acabaremos importando coches eléctricos chinos por no estar Europa suficientemente preparada para asumir un futuro fuertemente eléctrico. No soy de esa opinión.
A fin de cuentas, los principales fabricantes han anunciado compromisos de grandes porcentajes de ventas de eléctricos a medio plazo, y es que algunos ayuntamientos quieren que no entren modelos de combustión en 2025 en adelante. Falta una política centralizada, ya que ahora pesa mucho la iniciativa regional y municipal.
El próximo lunes, 25 de junio, los ministros de medio ambiente comunitarios debatirán sobre si hace falta imponer objetivos a la manera china. Con el cambio de signo del Gobierno de España, nuestro país tendrá una postura más abierta en ese sentido. No solo eso, debería defenderse.
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Apenas se fabrican coches eléctricos en España, y somos el segundo productor europeo de automóviles. Producimos con exclusividad europea modelos como Berlingo Eléctrico, Partner Electric y e-NV200, pero no turismos. La patronal de los fabricantes, ANFAC, pidió al anterior ejecutivo 150 millones de euros en ayudas en dos años para impulsar los vehículos alternativos.
España ahora sale muy beneficiada de la fiebre crossover y SUV, ya que varios modelos superventas se hacen aquí, pero con mecánicas convencionales. Mirando a futuro, se tienen que dar las condiciones para que los fabricantes hagan eléctricos aquí, y que exista un tejido de proveedores para servir a las fábricas. No conviene perder ese tren, o lo tomarán otros países por nosotros.
Fuente: Transport & Environment