La rebaja de 20 céntimos por litro en el precio del combustible es un simple calmante y no soluciona el problema de base

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anticipado una reducción del precio del litro del combustible en 20 céntimos para reducir las consecuencias económicas a corto plazo del gran alza del petróleo, que ha llevado los precios a máximos históricos.

La rebaja de 20 céntimos por litro en el precio del combustible es un simple calmante y no soluciona el problema de base
Repostar se ha convertido en un lujo para millones de conductores - Senado Federal de Brasil

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Publicado: 28/03/2022 22:00

Al Gobierno de España se le están acumulando frentes de un gran incendio en el que se han involucrado camioneros, agricultores, pescadores, taxistas... y por extensión a cualquier ciudadano que ha sufrido un encarecimiento de la energía que ha convertido a ciertas actividades en deficitarias.

Durante un tiempo esto le ha venido a la máquina recaudadora del Estado y autonomías como agua de mayo, dado que la recaudación por IVA aumenta con la inflación, y de eso no se han escapado precisamente los combustibles. El gasóleo ya es un 50% más caro que hace un año, y la gasolina le sigue de cerca en incremento interanual.

La rebaja de 20 céntimos por litro dará un suspiro temporal a los conductores y al resto de la sociedad vía inflación, aunque esto último se notará menos. 15 céntimos de rebaja vendrán por una menor recaudación, los otros 5 céntimos los pondrán las petroleras. Esa es la teoría.

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Primero de todo, el Gobierno lo que hace es una reducción temporal del impuesto de hidrocarburos, que grava cada litro que se echa, cueste lo que cueste el litro, por lo que no nos devuelve nada, nos quita un poco menos. En 2021 se recaudaron 11.492 millones de euros solo en impuestos de hidrocarburos, más que el resto de impuestos especiales juntos.

Con los impuestos al combustible tenemos de sobra para pagar el mantenimiento de todas las carreteras del país, pero a pesar de ello siguen amenazándonos intermitentemente con implantar un «sistema de tarificación», o su traducción de neolengua a español: repague usted por las carreteras por las que ya ha pagado y paga impuestos, y para financiar cosas que nada tienen que ver con carreteras.

Segundo, la rebaja de impuestos es un simple paliativo, de la misma forma que un calmante no cura al paciente, solo alivia su dolor y malestar. El pecado original del precio del combustible en España no es la carga impositiva, que en Europa las hay más elevadas, es el precio del litro antes de impuestos.

Si nos fijamos en el último boletín petrolero de la UE, del jueves pasado, comprobamos que, si eliminamos los impuestos, tenemos la gasolina más cara de Europa (1,026 €/l) junto a los daneses (1,009 €/l), alemanes (1,147 €/l), irlandeses (1,001 €/l), italianos (1,023 €/l) y holandeses (1,059 €/l).

Pasa casi lo mismo si nos fijamos en el gasóleo. Sin impuestos lo pagaríanos a 1,106 €/l, que ya está más en la media de lo que se pagaría en el resto de países de la Unión Europea en los que se utiliza el Euro como moneda. Sin embargo, es muchísimo más barato en países como Bulgaria (0,985 €/l), Hungría (0,885 €/l), Malta (0,553 €/l), Eslovaquia (0,942 €/l) o Eslovenia (0,935 €/l).

Si bien es cierto que el Gobierno no es el responsable directo del coste de la materia prima, lo que se embolsa la distribución y el margen de los puntos de venta, algo debe tener que ver en el asunto. La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) achacó este hecho diferencial español a la falta de competencia. Y lo dijo hace más de 10 años, no es un fenómeno reciente.

Ni este gobierno ni los que le han precedido han hecho lo suficiente para aumentar la competencia de los distintos operadores, y que por tanto ajusten más sus precios. El fenómeno de las gasolineras de bajo coste está teniendo un impacto visible en los últimos días, literalmente algunas se han quedado con los tanques vacíos por sus precios ajustados.

Una de las principales petroleras, Repsol, anunció una rebaja importante, 10 céntimos por litro y utilizando su aplicación móvil Waylet, tratando de iniciar una guerra comercial o mejor dicho, meter algo de competencia en el cotarro. Vaya, así que el precio del combustible se puede rebajar, ¡no se podía saber!

Cuando salgamos de esta y vuelvan los impuestos a donde estaban, la máquina de recaudación de impuestos volverá a hacer más caja y el problema de fondo seguirá sin resolverse. Cualquier médico competente nos dirá que si queremos curar a alguien -y se puede curar- hay que acudir a la raíz del problema, no disimular los síntomas.

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