La transición al hidrógeno "verde" será lenta y muy cara en España

Suponiendo que se cumplan las previsiones del Gobierno de España, el hidrógeno avanzará en nuestro país muy despacio. Dentro de 10 años seguirá siendo una opción minoritaria, por lo que los coches eléctricos siguen siendo mejor apuesta a largo plazo.

La transición al hidrógeno "verde" será lenta y muy cara en España
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en un acto virtual reciente - Borja Puig de la Bellacasa / Moncloa

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Publicado: 03/05/2021 22:00

El famosísimo «Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia», presentado varias veces por Moncloa, y que finalmente se remitió a las autoridades de la Unión Europea el pasado viernes, incluye previsiones sobre la transición hacia el hidrógeno «verde».

Este elemento químico evidentemente carece de color, pero se pone la etiqueta «verde» al hidrógeno generado a partir de fuentes renovables. En otras palabras, lograr el H2 -separándolo del agua- se consigue sin producir emisiones de carbono, lo óptimo de cara a 2050 si se quiere frenar el cambio climático antropogénico.

Las previsiones del Gobierno, incluso dándolas por buenas, no son muy optimistas que digamos con la implantación del hidrógeno en España. El plan dice que se espera que para 2030 haya una potencia instalada de 4 gigavatios de electrolizadores y una contribución del hidrógeno «verde» al 25% de todo lo consumido en todo el país.

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Este Hyundai NEXO fue el primer modelo a hidrógeno matriculado en España

Si nos ceñimos a la previsión relacionada con el automóvil para 2030, dice así: «un parque de al menos 5.000-7.500 vehículos ligeros y pesados de combustible de hidrógeno, y de 150-200 autobuses de pila de combustible de hidrógeno renovable». Actualmente no hay ni medio centenar circulando, digo vehículos de hidrógeno en general.

La inversión total estimada es de 1.555 millones de euros, repartidos entre el sector público -no se indica qué cuantía- y movilizaciones de capital privado, como el que están inyectando empresas como Hyundai o Toyota. Solo esas dos marcas ofrecen coches de pila de combustible de hidrógeno.

Ese dinero se gastará en medidas de apoyo a PYMEs y centros tecnológicos, integración sectorial (producción, transformación y consumo a gran escala), desarrollo de proyectos e integración de la cadena de valor española en la europea.

Por ejemplo, una de las cosas que habrá que hacer con el hidrógeno es llevarlo desde los centros de producción hasta los puntos de consumo. Se puede aprovechar infraestructura existente como la canalización de gas natural o gasolineras reconvertidas en «hidrolineras» o «hidrogeneras».

No podemos ligar la cifra de 1.555 millones de euros a un parque de hasta 7.500 vehículos, pero está claro que la transición española hacia el hidrógeno va a ser como una carrera de tortugas: al final, acaba llegando alguna, pero hay que tener paciencia. ¿Para cuándo el 100% de hidrógeno verde? Igual antes de que nos jubilemos todos.

El citado plan no habla de números de puntos de repostaje, por ejemplo. Con una previsión de hasta 7.500 vehículos los gurús del Gobierno dan por sentado que ni se podrá repostar hidrógeno con facilidad, ni los vehículos serán asequibles, o no merecerá la pena su adquisición. Muchos de esos vehículos habrán sido subvencionados parcialmente.

Toyota Mirai (primera generación)

Ahora mismo hay una -sí, UNA- estación de servicio abierta al público para repostar coches de hidrógeno, que son todos de flotas de empresa y apostaría a que ninguno de ellos está en manos de un particular. Se encuentra en Madrid y lleva unas semanas funcionando.

Además, esta infraestructura está limitada a ¡dos! repostajes diarios, así que no se soluciona gran cosa. De momento, incluso el último modelo en salir, Toyota Mirai 2, va a ser muchísimo más caro que lo más parecido a combustión interna, el Camry Hybrid, y todo para un coche que difícilmente puede salir muy lejos de la provincia.

Quien esté esperando para comprarse un coche de hidrógeno, puede esperar sentado. Mientras tanto, la infraestructura de recarga crece empujada por la inversión privada, aumentando el número de clientes objetivo, sobre todo por la oferta de modelos y sus cada vez más interesantes relaciones coche/precio, y autonomías cada vez más razonables.

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