La Unión Europea quiere producción local de microchips y procesadores

Tras la primera ola de la pandemia de COVID-19, los europeos nos hemos dado cuenta de lo problemático que es depender de Asia como proveedores para ciertos bienes. Surgen voces para repatriar producción y de paso crear valor añadido dentro de la Unión Europea.

La Unión Europea quiere producción local de microchips y procesadores
Fab. 16 - Taiwan Semiconductor Manufacturing Co., Ltd.

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Publicado: 30/04/2021 21:00

Se está forjando a nivel europeo una alianza de Estados miembros para relocalizar producción de microprocesadores en suelo europeo. Según el responsable comunitario de Industria, Thierry Breton, por lo menos 22 países -entre ellos España- están gestando dicha alianza para reducir la dependencia de proveedores asiáticos.

Ahora mismo la producción europea de procesadores es muy pequeña, el 10% mundial. La Comisión Europea ambiciona llegar al 20% a lo largo de esta década. Para algunas voces de la industria este objetivo es demasiado ambicioso y le viene grande a la UE.

Se trata de una necesidad estratégica el depender menos de fabricantes extranjeros. Ahora mismo, y coyunturalmente, hay una escasez de estos componentes electrónicos por los cambios de consumo motivados por la pandemia, la caída de producción en Asia y los problemas de grandes fabricantes de dar salida a tanto pedido.

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Además, la Unión Europea necesitará, con el tiempo, más y más de estos componentes. Cada vez más bienes cuentan con semiconductores, desde algunos dispositivos personales a vehículos. En concreto, el sector del automóvil está siendo especialmente afectado por esta escasez.

Prácticamente todos los fabricantes en suelo europeo han tenido que planificar alteraciones en su producción por la falta de microchips: reducción de turnos, paros completos, adelantar el paréntesis habitual en agosto o incluso suprimir algunos equipamientos para ahorrar chips, caso del Peugeot 308 saliente.

Las conversaciones entre los políticos europeos y miembros de la industria electrónica llevan produciéndose meses. Una de las compañías interesadas en establecerse en Europa es la mismísima Intel, aunque para esto habrá que valorar qué facilidades concede la UE.

No solo se trata de conseguir producción local, sino de lograr tecnología punta para llegar a chips de 2 nanometros por transistor. Taiwan Semiconductor Manufacturing Co Ltd (TSMC), líder mundial en producción de chips, ya está trabajando en ese nivel de miniaturización, y no tardaremos en ver chips de 3 y 4 nanometros por transistor.

Un representante TSMC ya se ha reunido con Thierry Breton hoy, así como con el de Intel, y la semana que viene se espera que se reúna con dos empresas holandesas: ASML y NXP. Pat Gelsinger, CEO de Intel, trata de conseguir unas ayudas públicas de 8.000 millones de euros para establecer en Europa una gran fábrica (o simplemente, «Fab»), según Reuters.

De los tres grandes fabricantes, TSMC, Samsung e Intel, este último es el más interesado en el proyecto europeo

Otra posible estrategia es utilizar el mecanismo de los Proyectos Importantes de Interés Común Europeo (IPCEI), para así atraer capital privado y público. Nuestro país firmó una declaración en este sentido el 7 de diciembre del año pasado, junto a otros 17 Estados miembros, señaló el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.

¿Dónde podría establecerse la «Fab.» europea? Se barajan países como Alemania o la zona del Benelux, aunque estamos en una fase muy temprana como para hablar de esto con seguridad. Muchas variables pueden influir en esa decisión. En cualquier caso, no impedirá la dependencia del exterior, pero podrá aliviarla en buena manera.

Sin embargo, una de las patas que cojean en esta idea es no tener suficientemente cubierta la cadena de valor; es decir, desde los materiales en bruto hasta los productos terminados. Existe miedo a que el proyeco sea un auténtico desperdicio de recursos públicos y no se logren los objetivos buscados.

De momento, sabemos que la crisis de los microchips no va a estar resuelta este año y se propagará al año que viene. Esto, en el sector del automóvil, se traducirá en grandes pérdidas para los fabricantes por tener las plantas paradas, y el mercado podría pedir más coches de los que pueden fabricarse, trasladando por tanto la presión al mercado de los seminuevos.

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