"¿Limitaciones de velocidad por contaminación? ¿A mí?"

La ciudad de Madrid lleva varios días con el escenario 1 de contaminación activado por altas emisiones de NOx. No se trata de un ejercicio más de ombliguismo capitalino, Madrid es un gigantesco laboratorio que servirá de ejemplo para ciudades más pequeñas a medio y corto plazo. Con el escenario 1 activado, se limita la velocidad a 70 km/h en todo lo que hay dentro de la M-40.

En la imagen superior vemos el recorrido de la conocida vía de circunvalación, en cuyo interior se encuentra la capital, varias poblaciones engullidas por el crecimiento de la capital y otras poblaciones. La mayoría de la población de la Comunidad de Madrid se encuentra en su interior, y en sus alrededores el resto de las grandes poblaciones periféricas.

El límite de velocidad de 70 km/h de poco sirve si no se respeta. Esta mañana lo he podido comprobar, raro era el vehículo que iba a menos de 90 km/h en uno de los accesos a Madrid. Múltiples carteles avisaban. ¿Los conductores estaban ciegos, no sabían leer, o pasaban olímpicamente de las señales? Lo tercero. Si hubiese radares, hablaríamos de otra cosa.

¿Es necesario tener agentes de tráfico permanentemente a la vista o radares para que los conductores sean cívicos?

La idea de la limitación de velocidad no es molestar a los conductores en base a principios ideológicos del Ayuntamiento, ya que los que han asesorado para tomar dichas medidas son científicos, no políticos. Los políticos aplican medidas ideadas a veces por gente que sabe mucho más que ellos en ciertos temas.

En la radio oí el típico comentario de cuñado -y venía de un prestigiosísimo locutor- argumentando que a 70 km/h se contamina más porque se circula en cuarta y no en quinta a 90 km/h o más. Eso es muy discutible. Veamos qué dice la ciencia.

Cuanta mayor es la velocidad de un vehículo, mayor es su consumo de energía, por lo tanto, más consumo y más emisiones de CO2, una cosa lleva a la otra. La contaminación en sí -CO, NOx, PM, HC, SOx- depende de factores como la carga del acelerador, uso del cambio de marchas, inclinación del terreno, etc.

Los pedales son los principales responsables de que un coche sea eficiente o no, y el conductor es el que los acciona: conducimos con las manos y con los pies

Me ofrezco a demostrar a quien quiera a que a 70 km/h, usando técnicas de conducción eficiente, no solo se reduce la contaminación en cualquier parámetro de medición, también se logran consumos tan bajos que recuerdan al irrealista ciclo de homologación NEDC. Y sí, se puede circular perfectamente a 70 km/h en quinta, incluso en sexta dependiendo del modelo, ¡hasta en séptima en algunos automáticos!

Para lograr el menor impacto ambiental el conductor tiene que mantener una velocidad estable, reduciendo por tanto las aceleraciones. Anticipando los cambios de marcha y aplicando leves cargas sobre el acelerador se impide revolucionar el motor en exceso. Si, además, se limita el uso del freno solo para no chocar, se aumenta la anticipación y la previsión. Metamos todo eso en la coctelera.

¿Resultado? Una conducción más segura, más económica, y más ecológica. La marcha correcta es la que permite mantener el ritmo con la mínima carga sobre el acelerador. Si en quinta hay que pisar el acelerador más que en cuarta, es mejor circular en cuarta; no se cumple la relación "bajas revoluciones" = "siempre es mejor". Desde luego en llano o cuesta abajo se cumple, porque bastan cargas leves de acelerador.

Mercedes-Benz C 350 (W203) 7G-TRONIC - 3.5 V6, 272 CV, Euro 4

Conduciendo de esa forma se puede conseguir que, por ejemplo, un Mercedes gasolina V6 tragón de hace 12 años tenga un consumo levemente superior a los 7 l/100 km; coincide con el consumo extraurbano homologado, ese que "nadie" consigue reproducir. Es más, las cajas de cambio tienden a funcionar tal y como he explicado antes. Siendo programadas por ingenieros, "algo sabrán" sobre qué es lo más eficiente.

Ahora bien, conduciendo ese bicho sin ningún cuidado con el consumo lleva a medias de 12-13 l/100 km, y lo normal es no bajar de 10 l/100 km. La conducción eficiente logra enormes diferencias en el consumo y en las emisiones, solo hay que desechar prejuicios estúpidos y empezar a notar las ventajas. Lejos de la contaminación y de la gente, uno ya se puede permitir "alegrías" con el acelerador, o usar la potencia adecuadamente (adelantamientos, adecuar velocidad en carriles de aceleración, etc).

¿Reducir la velocidad por motivos ambientales sirve de algo? Sí. Lo que no sirve de nada es echarle la culpa al ayuntamiento de la contaminación que generan los demás, y que no disponga de dominios sobre los elementos para que sople el viento o llueva, y así la contaminación se vaya a Toledo o Guadalajara (porque no desaparece por arte de magia).

La visión de esta imagen y un ejercicio breve de empatía con quien vive ahí debería ser suficiente para hacernos comprender la necesidad de que cada uno ponga de su parte

Cada ciudadano tiene la responsabilidad individual de hacer lo que esté en su mano para reducir la magnitud del problema, no se puede delegar todo en ese ente abstracto que son "los demás". Un grano de arena no es nada, pero si se junta con otros tantos millones, se tiene una tormenta. Las medidas hay que cumplirlas por civismo, y para que realmente funcionen.

Si no, se llega a la paradoja de que, incluso con la limitación de velocidad, la contaminación aumenta. ¡Obviamente! Si no se desplaza la masa contaminada a otro sitio, se sigue generando más, y los ciudadanos no colabora para reducir el extra de generación, pues ya hay que pasar a medidas más desagradables: impedir el estacionamiento o la circulación de más vehículos. Y no se hace por el puro placer de molestar a los burgueses que van en coche.

Aquellos que tenéis limitador de velocidad en el coche, haced la prueba. Probad durante un depósito entero a limitar la velocidad, y notaréis los efectos rápidamente en el bolsillo. Si os agobia el tráfico, probad a hacerlo en otra ruta donde se pueda aminorar el trote sin molestar a nadie. El que no note ninguna diferencia, debería hablar con una revista especializada de ciencia, o de parapsicología.