Los drones pueden mejorar la seguridad vial en el medio rural

La España rural se está vaciando, es un hecho. En cuestión de décadas se ha producido un enorme éxodo que está dejando a los pueblos sin relevo generacional y poco a poco se va notando incluso en las capitales de provincia, véase León o Guadalajara. En ese contexto es más fácil encontrar un tráfico menor o prácticamente inexistente.

De ahí a confiarse hay muy poca distancia. Supongamos que circulamos por una carretera en la que casi no hay tráfico, no vamos a tener las mismas precauciones que si hubiese más circulación, lo que lleva a bajar las defensas y por lo tanto exponernos a tener un accidente en un mayor grado.

Tomamos una curva ciega, confiados, y nos topamos con un ciclista o un tractor. Si la velocidad no era adecuada, el margen de actuación es muy escaso y es posible que acabemos o atropellando al ciclista o realizar una maniobra evasiva que no tiene por qué acabar bien -es lo que tiene confiarse-. Afortunadamente, esto puede evitarse con avances tecnológicos.

Durante el Mobile World Congress de Barcelona, en marzo de este año, conocimos un experimento de conectividad coche-infraestructura (V2X) de la mano de SEAT y Telefónica. Pudimos comprobar cómo con tecnología 5G era posible avisar anticipadamente al conductor de un coche de la presencia cercana de un ciclista, y sin haberlo visto antes.

Esa prueba se realizó en un entorno urbano, pero también se prueban las posibilidades de esta tecnología en carreteras rurales. SEAT, Telefónica, Ficosa, Aerorum y la DGT presentaron en septiembre una solución de drones conectados a Internet para poder lanzar avisos a los conductores.

Y es que los drones no se utilizan únicamente para pillar in fraganti a los usuarios de la vía haciendo algo que no deberían, también pueden usarse para detectar peligros anticipadamente y avisar con suficiente antelación para evitar un posible riesgo que no es perceptible por nuestros sentidos.

Durante dicha prueba se evaluaron dos casos de uso, es decir, situaciones que pueden darse en carreteras rurales. El primer caso fue la detección de un ciclista. Un dron equipado con cámaras de televisión captó a un ciclista circulando, un servidor MEC recibió las imágenes, las interpretó y mandó el aviso a la plataforma telemática de la DGT que se está desarrollando, y un SEAT Ateca conectado a red 5G lo reprodujo en su tablero de instrumentos.

Un servidor MEC (Multi-Access Edge Computing) es el encargado de procesar las imágenes en tiempo real

Otro posible caso de uso es la detección de un vehículo parado por avería o accidente, lo cual es extensible a un vehículo estacionado indebidamente. El principio de funcionamiento es el mismo, el dron detecta movimiento, evalúa qué tipo de riesgo es, y manda el aviso. Para esto son fundamentales las redes 5G.

Si te perdiste nuestra anterior explicación, podemos resumir las ventajas de 5G en su elevada velocidad (10 Gbps, hasta 100 veces más rápido que 4G), su bajo tiempo de respuesta (baja latencia) y una mayor capilaridad de la red (puede haber nodos muy cercanos). Esto es importante en ambientes rurales donde no siempre hay buena cobertura de datos móviles.

Si esta tecnología acaba madurando, la plataforma de la DGT podría pasar avisos a vehículos conectados y aplicaciones móviles que sean compatibles con la plataforma de la DGT. Así, se pueden obtener avisos y reducir la accidentalidad en esas vías que no por estar muy concurridas dejan de ser peligrosas.

La cara "B" de esta tecnología es que los usuarios acostumbrados a confiar en el sistema relajarán sus medidas de seguridad, confiando en que habrá cerca drones con cobertura para pasar los avisos, y no siempre será así; la autonomía de vuelo de los drones es limitada. Por lo tanto, hay que valorar esta tecnología como una capa más de seguridad activa, no como un escudo completo e infalible.

La DGT también usaría estos drones para advertir de cortes de carreteras, congestión puntual de tráfico o riesgo de niebla. Recordemos que la mayoría de los accidentes se están produciendo en las carreteras secundarias, y es precisamente en esas vías donde son muy vulnerables los ciclistas o los peatones, así como los usuarios de ciclomotor o tractores, que no pueden circular a las mismas velocidades que los turismos.