Los negacionistas y el cinturón de seguridad (y cómo se relaciona eso con el COVID-19)
Ignorar la realidad o deformarla solo funciona en la mente, la realidad seguirá siendo la que es. ¿Cuál es la relación entre el negacionismo del COVID-19 y de la eficacia del cinturón de seguridad? La distancia es menor de la que crees.
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Publicado: 08/09/2021 22:30
Antes de que el coronavirus entrase en nuestras vidas, la verdad es que no teníamos una percepción de riesgo muy elevada sobre otras pandemias que podían afectar a nuestras vidas, como el ébola, los accidentes de tráfico, el SIDA, etc. Es algo que siempre afecta a otros.
La siniestralidad vial se ha convertido en un fenómeno de muy segundo plano, teniendo en cuenta que todas las víctimas mortales en la carretera son sobrepasadas fácilmente por víctimas mortales de COVID-19 en menos de 10 semanas. Los más de 85.000 muertos en España -reconocidos oficialmente- por el coronavirus son décadas de muertos en carreteras.
El fenómeno del negacionismo no es ni mucho menos algo nuevo, en todas las épocas de la humanidad ha existido gente que no podía admitir lo que era irrebatible con datos, la ciencia establecía una realidad, y ellos se creaban otra paralela. Pasó con la curvatura de la Tierra, ley de gravitación universal, la teoría heliocéntrica... y el mismo cinturón de seguridad. Obviamente ha pasado con el coronavirus (y sigue pasando).
Una de las innovaciones más relevantes para reducir la siniestralidad en los coches, furgonetas, autobuses, camiones... ha sido precisamente el cinturón de tres puntos. Viene de lejos, Volvo ya ofrecía ese sistema de seguridad a finales de los años 50. Y pese a su eficacia, sigue teniendo negacionistas de la evidente realidad, o simplemente, pasan de usarlo pese a su más que demostrada eficacia.
La viñeta a continuación, traducción del tuitero @balkraix del original de @J0hnJohnJ0hn, resulta muy reveladora. Usando los mismos argumentos de mierda -con perdón- contra el cinturón de seguridad, podemos llegar a conclusiones equivocadas. Es decir, ignorando los datos o sacándolos de contexto.
Veamos los últimos datos consolidados de la DGT en forma de anuario estadístico, los correspondientes a 2019. Fallecieron 1.236 personas en carreteras, de los cuales 885 fueron conductores y 217 pasajeros. En ciudad fueron 254 conductores y 18 pasajeros. De todos ellos, 116 NO llevaban puesto el cinturón de seguridad en turismos y furgonetas, el 20% del total.
¿La mayoría de los muertos -80%- llevaban puesto el cinturón? Sí. Pero correlación no implica causalidad, ya que de esas 116 víctimas sin cinturón, en torno a la mitad se habrían salvado con él. Dicho de otra forma, más de 1.200 personas que fallecieron en accidentes en 2019 seguirían difuntas de no haberlo usado por la gravedad de los siniestros.
Dependiendo del tipo de accidente, la supervivencia mejora de un 50% a un 90% con cinturón de seguridad (y bien colocado)
El cinturón de seguridad no evita el 100% de las muertes, tampoco evita siempre la hospitalización grave. Eso sí, reduce muchísimo una y otra probabilidad. ¡Anda, lo mismo que pasa con las vacunas contra la COVID-19! Antes de seguir, hay que hablar de la paradoja de la prevención.
El epidemiólogo Geoffrey Rose postuló en 1981 que cada beneficio individual en salud pública, por pequeño que sea, redunda en un gran beneficio para la comunidad. La probabilidad de necesitar el cinturón de seguridad para sobrevivir es muy baja. Yo mismo puedo decir que seguiría vivo de no haberlo usado jamás, aunque me podría haber golpeado la cabeza contra el volante alguna vez, pero vivo seguiría.
¿Por qué ha de ser el cinturón de seguridad obligatorio, si la probabilidad de sufrir un siniestro vial con resultado de muerte o heridas graves es tan baja? Por el mismo motivo por el que debería ser obligatoria la vacunación contra el coronavirus: el beneficio individual es pequeño, sobre todo con colectivos de bajo riesgo, pero el beneficio sobre la comunidad es mucho más apreciable.
Todos hemos oído alguna historia sobre alguna persona que salvó la vida por haber salido despedido de un vehículo que acabó incendiado, y que de haber usado el cinturón de seguridad, esa persona podría haber muerto abrasada. El símil es el mismo que el de los rarísimos efectos secundarios que causan enfermedad grave o muerte a unos pocos contra millones de vacunados.
Se trata de hacer una valoración beneficio/riesgo objetiva, sin retorcer los datos ni deformar la realidad; lo contrario tiene un nombre: fanatismo. De la misma forma que utilizar el cinturón de seguridad es más seguro que no hacerlo, estar vacunado contra la COVID-19 es más seguro que no estarlo. La probabilística es clara, si se tienen todos los datos en cuenta, claro.
El mismo discurso falaz de que somos «más libres» por no usar el cinturón de seguridad es el mismo que el de no vacunarnos. Una libertad y derechos individuales que chocan contra la libertad y derechos del colectivo. Aunque en Derecho ningún derecho es absoluto, podríamos decir que la vida y la salud van primero, ¿no? ¿Por qué ir entonces en dirección contraria?
La libertad no sirve de nada estando muerto o con secuelas permanentes tras un siniestro vial o una estancia en una UCI. Y si hay que hablar de libertad, pues pesa bastante más la de todo el mundo que la de uno mismo. Y ojo, que no vivimos aisladamente (donde nuestras decisiones no afectan a nadie), vivimos en sociedad.
Porque los costes humanos y económicos son muy elevados -y los soportamos todos- cuando alguien deja de ser productivo y hay que intentar curarle; la sanidad no es gratis. La muerte tampoco es gratuita y deja una pesada carga para la familia. El coste del negacionismo (de cualquier tipo), de conocerlo en euros, seguramente nos resultaría... menos simpático o menos comprensible.
Afortunadamente, en España tanto un negacionismo como el otro no tienen una enorme incidencia. Hasta el 15 de agosto solo el 0,17% de la población diana (vacunable) en España ha rechazado la primera dosis. Son 56.286 personas, las cuales corren un riesgo de hospitalización, supervivencia con secuelas o fallecimiento muy superior al de todos aquellos que cuentan con la pauta completa. Y así se ve en los hospitales.
Si la inmensa mayoría se hubiese vacunado, seguirían entrando personas enfermas en los hospitales, e incluso muriendo, ¡pero muchísimas menos!
En cuanto al cinturón de seguridad, obviando los daños económicos y humanos que producen los que rechazan usarlo y acaban muriendo por ello van menguando año tras año. Por algo se impuso su instalación a los fabricantes, y a los conductores y pasajeros usarlo: reduce -que no impide- la hospitalización grave, sobrevivir con secuelas o la muerte.
A la hora de decidir, es mejor hacerlo con información completa. Tanto la vacunación como el uso del cinturón de seguridad -independientemente del riesgo que percibamos individualmente- tienen un beneficio que supera al riesgo en varios órdenes de magnitud. Y qué mayor libertad hay que seguir vivo...