Las marcas chinas van tan sobradas que pueden sobrevivir a la subida de aranceles que plantea la Unión Europea

El Parlamento Europeo duda sobre si tomar medidas contra las marcas chinas. Una subida arancelaria podría ser la respuesta más concreta, pero ni con esas la medida tendría el efecto que todo el mundo espera.

Las marcas chinas van tan sobradas que pueden sobrevivir a la subida de aranceles que plantea la Unión Europea
Miles de coches esperan en los puertos de China para viajar a Europa.

6 min. lectura

Publicado: 05/06/2024 07:00

Los fabricantes tradicionales ven atacada su posición de control en la industria del automóvil. China ha trastocado todo estatus previo y no teme ningún rival. Su posición de superioridad sigue creciendo y muchas son las regiones del mundo que plantean un bloqueo al coche eléctrico chino. Sin embargo, las medidas podrían ser inocuas. El Parlamento Europeo duda sobre si aplicar o no una medida que podría suponer un grave riesgo para los intereses internacionales de las marcas. Todo ello en plena votación por el control de la cámara de representantes.

A la chita callando, China ha tomado una posición de control sobre el resto del mundo. En apenas 15 años su industria automovilística ha pasado de la más absoluta nada al control total. El coche eléctrico ha sido el principal elemento que ha cambiado el rumbo del sector. Tienen la tecnología, la infraestructura, la mano de obra y la materia prima. Lo tienen absolutamente todo, salvo el nombre y la imagen, factores que se solucionan con tiempo y mucho dinero. Sin ir más lejos, BYD y AliExpress se han convertido en dos de los principales patrocinadores de la Eurocopa de 2024 que pronto se disputará en tierras germanas.

Cada vez es mayor la presencia de marcas chinas en Europa.

China tiene la sartén cogida por el mango y Europa duda sobre qué medida tomar

La irrupción china promete arrasar y para evitar esa conquista Europa plantea tomar medidas económicas contra la llegada de coches eléctricos procedente de oriente. Actualmente los aranceles están fijados en un 10%. Un valor importante, pero residual teniendo en cuenta el rendimiento obtenido con la venta. Los políticos europeos, los mismos que han tomado medidas para facilitar la llegada de vehículos eléctricos del extranjero, quieren ahora limitar el daño subiendo la tasa arancelaria a los coches chinos hasta el 30%. Esa medida afectaría a otros productos de marcas europeas que se importan desde China. Modelos importantes como el Dacia Spring o el CUPRA Tavascan entran en el mismo saco.

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Otro riesgo es que China aplique una medida similar contra los productos europeos. Con una población superior a los 1.000 millones de habitantes, China se ha convertido en el principal mercado para muchos fabricantes europeos. Si bien no pueden igualar los precios, cuentan con la imagen y el reconocimiento. Un trabajo logrado durante décadas que podría irse al garete con una simple subida de impuestos. Muchos representantes y altos dirigentes de las marcas han lanzado numerosos gritos de socorro. La guerra comercial con China no favorece a nadie, todo lo contrario. Demandan más ayudas para reducir los costes de producción y desarrollo y así poder equilibrar la balanza de precios con los productos orientales.

Algunas marcas plantean saltarse las medidas fabricando en suelo europeo.

Lo peor de todo es que, tal y como indican algunos analistas, los fabricantes chinos no verían afectado su negocio si finalmente el Parlamento Europeo aprueba una subida en las tasas a la importación. El margen de beneficio de las marcas es tan grande que no les importa ganar un poco menos en Europa. Lo compensan, de sobra, en China. A fin de cuentas sería una pérdida para conquistar un bien mayor. Es decir, a China no le importa perder la batalla, su objetivo principal es ganar la guerra. Las marcas podrán absorber el aumento de las tarifas y no repercutirlo en el precio de venta final. Sólo a partir del 50% de aranceles podrían notarlo.

Sin embargo, Europa ni se plantea alcanzar los márgenes aprobados en Estados Unidos. El Gobierno de Joe Biden ha fijado en el 102,5% la tasa arancelaria a los coches producidos en China. Es tal el poder de las marcas orientales que muchas ya se plantean saltarse la medida fabricando directamente en suelo americano o europeo. BYD ya ha confirmado que levantará una fábrica en Hungría. Hace escasas semanas que Chery se hizo con el control de las abandonadas instalaciones de Nissan en la Zona Franca de Barcelona y, mientras tanto, el Grupo Geely ya se ha colocado como el décimo mayor fabricante del mundo superando a Daimler y a BMW. El panorama es complicado y, como siempre, los conductores son los principales afectados.

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