Siempre al contrario: a pesar de la desaceleración esperada, las marcas japonesas aumentan el gasto en desarrollos eléctricos
Cada vez más marcas deciden tomarse con calma el lanzamiento de coches eléctricos. Japón siempre ha apostado por una estrategia diferente y cuando todo el mundo pisa el freno ellos aceleran con una mayor inversión.
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Publicado: 23/02/2024 07:00
Si bien el 2025 está llamado a ser un año vital en la estrategia eléctrica de las marcas, numerosos lanzamientos programados prometen democratizar la movilidad sostenible, el 2024 podría ser uno de los peores, sino el peor, de la serie histórica. Numerosos indicadores apuntan a un año de contracción en las ventas. Un periodo de desaceleración que ha generado muchas dudas en el sector. A pesar de ello, los japoneses, siempre trabajando al contrario, pisan el acelerador con importantes inversiones en sus áreas eléctricas en contra de lo que dicta la razón. Se han llegado a forjar alianzas.
No se puede negar que la mentalidad japonesa es muy particular. Históricamente, marcas como Toyota, Nissan, Mazda u Honda han apostado por romper moldes y seguir su propio camino. Esta forma de pensar no siempre ha sido exitosa, pero en otras ocasiones sí que ha provocado grandes cambios en la industria. Los híbridos de Toyota son el ejemplo más claro. Hace ya casi 20 años que lanzaron al mercado su primer coche electrificado. Pocos supieron ver el principio de una nueva era. Hoy los híbridos de la marca japonesa son líderes de ventas y todo el mundo trata de darles caza.
Las baterías de estado sólido acaparan gran parte de las inversiones japonesas
La llegada del coche eléctrico parece haber cogido a las marcas japonesas con el pie cambiado. Cuando todos los fabricantes desviaron sus inversiones al desarrollo de plataformas y vehículos, en Japón apostaron por seguir su estrategia térmica. Las razones eran varias, desde el alto coste de los vehículos a la baja autonomía de los mismos, pasando por una red de carga escasa y defectuosa. Los japoneses siempre han defendido que no hay necesidad de escoger entre tecnologías, sus coches eléctricos llegarían en el precio momento en el que la industria y los mercados estuviesen preparados para acogerlos. ¿Ese momento ha llegado?
Si y no. Marcas como Audi o Ford quieren tomarse con más calma el lanzamiento de vehículos impulsados por baterías. Las bajas ventas y la poca aceptación de los conductores ha provocado que muchas compañías ralenticen su inversión electrificada. Sin embargo, China demuestra que hay demanda para la oferta y marcas como BYD son firmes defensoras de esa forma de pensar. Tesla lleva años demostrando que los coches eléctricos no sólo son posibles, sino rentables. La compañía de Elon Musk se sitúa a la cabeza del segmento con el Tesla Model Y liderando la tablas de ventas a escala mundial. No sólo es el coche eléctrico más vendido del planeta, es el coche, a secas, fue el coche más popular en 2023.
Sin embargo, las ventas eléctricas están lejos de alcanzar a las térmicas. En otras palabras, las marcas japonesas sabían que los conductores no estaban listos para dar ese salto tan rápido a la movilidad eléctrica, o no al menos tan pronto como muchos expertos habían vaticinado. Stephen Ma, director financiero de Nissan se ha mostrado muy claro al respecto: «Es el cliente el que decide la velocidad de la electrificación». «La electrificación no es un crecimiento lineal. Subirá y bajará, pero a largo plazo crecerá». Lo tienen claro y ahora podemos saber que su estrategia no es del todo desacertada.
A medio plazo, las marcas japonesas tienen claros objetivos de electrificación, pero apoyados en tecnologías revolucionarias que, según ellos, permitirán que el mercado dé el salto a lo eléctrico. Las baterías de estado sólido acaparan gran parte de ese protagonismo. Toyota es la más decidida a ello. Su inversión es clara al respecto. En 2027 esperan poder sacar a la venta su primer coche eléctrico de próxima generación, aunque ya han avisado que no será producido en grandes cantidades ni que su precio será asequible por muchos. Sin embargo, es un claro ejemplo de la intensificación de las inversiones en cuestiones eléctricas.