Mejor formación a los conductores, ¿el remedio de la siniestralidad?
Desde que Pere Navarro dejó su puesto en la DGT en 2012, han pasado seis años en los que ha repuntado la siniestralidad. La crisis ha aflojado, hay más desplazamientos y se incrementan las víctimas. La DGT apuesta por endurecer el sistema, las autoescuelas por formar mejor.
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Publicado: 06/09/2018 20:30
La DGT observa con preocupación que las cifras de siniestralidad en carretera están aumentando y que se ha interrumpido la bajada lineal de víctimas que hubo a partir de las reformas llevadas a cabo en el primer mandato de Pere Navarro (2004-2012). El ente público ha rescatado la idea de bajar los límites en las vías secundarias a 80 km/h.
En julio y agosto el repunte de víctimas ha sido del 15 %
No es ni mucho menos la primera vez que se plantea. La sucesora de Navarro, María Seguí, ya contaba un estudio que afirmaba que se salvarían más de 350 vidas cada año bajando el tope de las secundarias de 90 a 80 km/h, es decir, con arcenes de menos de 1,5 metros y con un carril por sentido de circulación.
Según la señora Seguí, no se hizo por "cobardía política", el Ministerio del Interior no quería elevar la impopularidad de la DGT combinando límites inferiores con una política de colocación de radares de eficacia dudosa. Eso no preocupa al señor Navarro, que ha combinado una gran impopularidad con unos resultados mejorados en siniestralidad.
Pero al margen de lo que digan los estudios, una cosa es que se rebajen los límites y otra bien distinta es que se respeten. Si no se respetan, el impacto en la siniestralidad será muy bajo, una mejora apenas perceptible, pero puede aumentar la recaudación de multas, sobre todo ahora que los radares móviles se pueden colocar en cualquier sitio.
Si la DGT pretende que los conductores levanten el pie en las vías secundarias -y eso que hablamos de los límites genéricos, que los lugares más peligrosos suelen tener límites inferiores- ha de convencer a la ciudadanía de que eso realmente será eficaz. Y ya que hablamos de convencer, ¿no habría que mejorar la formación y la educación?
Ahí entra en juego la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE), que ha pedido públicamente a la DGT que se "aborde de una vez la actualización de conocimientos de los conductores", y no solamente cuando se obtiene el permiso, también se habla de un concepto interesante: las renovaciones.
Actualmente para lograr una extensión de la vigencia del carné de conducir basta con hacer un test psicotécnico, que salvo que el aspirante esté con sus facultades muy mermadas, aprobará sin esfuerzo. No hace falta mirar ni una coma de la teórica, ni hay exámenes posteriores, ni nadie verifica la actualización de los conocimientos.
Y resulta evidente que eso no se va a lograr solo a base de multas. Hay que ser multado muchas veces para lograr una actualización del temario. Además, el conductor español asocia el "tener carné" al "saber conducir", es decir, que no hay necesidad de volver a tocar el libro de la autoescuela, ni volver a pisar una, ni por supuesto volver a examinarse.
José Miguel Báez, el presidente de CNAE, es claro al respecto: "Sobre todo, la formación posterior es inexistente cuando resulta que los cambios tecnológicos en los vehículos son constantes y la mayoría de los conductores ignoran para qué sirven buena parte de los dispositivos. Y no sólo eso: las normas que rigen el tráfico sufren modificaciones; aparecen nuevos medicamentos, etc."
Resulta obvio que bajar los límites es lo más fácil, y que abrir el melón de las renovaciones de permiso con examen o que haya que gastar dinero en formación posterior a la obtención del permiso provocará airadas reacciones y casi todas en contra. Y sería por el bien colectivo.
Siempre he abogado por una mejor formación de los conductores en todos los sentidos, especialmente para poder juzgar mejor qué es peligroso y qué no. A lo mejor, con una correcta formación, se podría circular por las secundarias a 110 o 120 km/h sin más siniestralidad, pero esto que planteo le provocaría a algunos una implosión cerebral.
Total, es indiscutible que hay quien circula rápido por las secundarias y no se mata, luego teóricamente tengo razón. Hay que coger al toro por los cuernos, si tuviésemos mejores conductores, no haría falta normas tan restrictivas, o las que habría serían cumplidas con mayor agrado y mayor concienciación. Y al final, todo eso eso cuenta a la hora de salvar vidas.