El motivo por el que Mercedes ha cambiado de postura y decide priorizar la combustión frente a los coches eléctricos

En ocasiones, asumimos que las marcas toman decisiones impulsadas solamente por la situación del mercado, pero no siempre es así. Los planes de Mercedes para transformarse en una marca de coches eléctricos antes de 2030 han dado un giro radical en los últimos meses, precisamente por la baja demanda de modelos de cero emisiones.

Desde hace tiempo sabían que la dirección no era la correcta pero Ola Källenius se había empeñado en algo que estaba llamado al fracaso más absoluto al pensar que los clientes más adinerados y que desean un modelo de la marca de la estrella no tendrían problema en comprarlo porque tienen tanto plaza de garaje como dinero para instalar un cargador para coches eléctricos.

Mercedes se creyó lo imposible, sus clientes pasarían por el aro eléctrico

Craso error pensar en esa línea y más aún instaurar por decreto una decisión que no gusta ni a los ricos como así se lo han transmitido los más adinerados al padre del Rimac Nevera. Un análisis realizado por un diario alemán refleja perfectamente el gran error en la estrategia de Mercedes.

Teniendo en cuenta que el mayor mercado mundial de coches eléctricos es China, la marca de la estrella vende allí unos 4.000 ejemplares del Clase S frente a menos de un centenar del EQS, al mes. Si esta situación se da en el gigante asiático, en el europeo las circunstancias han demostrado todo lo contrario. Los clientes más adinerados tampoco quieren la lujosa berlina eléctrica, aunque tengan garaje privado y cargador. Quieren coches de combustión, de gasolina, y muy especialmente en los modelos más altos de la gama de productos de Mercedes.

Los altos cargos de Mercedes fueron obligados a dar ejemplo con los eléctricos

Sus empleados, fueron los primeros obligados «por decreto» a desplazarse con los coches eléctricos para tratar de normalizar la situación frente a los clientes. Si los altos cargos conducen coches eléctricos por algo tiene que ser. Una maniobra que tampoco funcionó pese a los esfuerzos por conseguirlo, por lo que la ambición de reducir el gasto en motores de gasolina, diésel y PHEV en un 80 por ciento ya no se dará, reduciéndose la inversión en tecnologías para coches eléctricos pero no de forma tan drástica como para eliminarlos.