Mercedes estudia una arriesgada operación con dos modelos en el punto de mira, y esta vez no son SUV
Mercedes se ha visto obligada a pedir a Europa una relajación de los nuevos límites de emisiones al verse en una angustiada situación provocada por una más que amplia gama. Sabemos lo que ha llevado a la marca a este nivel, cuál es la solución que estudian y los enormes riesgos que conlleva.
Mercedes está estudiando un tijeretazo a su gama de modelos. La marca de la estrella es una de las que más productos ofrece llegando a prácticamente todos los segmentos del mercado, y lo que la ha abocado a una situación que hoy es insostenible. Los errores se han venido multiplicando en los últimos años, a pesar de haber reconocido un exceso de oferta pero sin ningún movimiento.
Volkswagen fue de las primeras en admitir contar con más modelos de la cuenta, así como señalar que las nuevas normas de emisiones iban a ser complicadas de superar si se mantenía un elevado número de modelos, acabados y versiones, obligando a las marcas a simplificar sus estructuras de producto. Y es lo que ha ocurrido ahora en Mercedes, cuyo jefe ha pedido a Europa una «relajación de las nuevas normas de emisiones» al ver cómo planea una multa histórica por exceso de emisiones.
Un gran problema de Mercedes, malinterpretar a los clientes
Las bajas ventas de coches eléctricos en todo el mundo han complicado más las circunstancias y por un error de calado que otros competidores han sabido manejar. Y es que la distinción que demandan los clientes en los coches nuevos no tiene por qué implicar diseños completamente diferentes.
Las diferencias entre un BMW Serie 7 y un i7 son nimias, todo lo contrario que entre un Clase S y un EQS, por lo que los costes son insostenibles cuando no hay forma de amortizar y recuperar la inversión al no vender coches. Estos son motivos más que sobrados para que Mercedes esté considerando renunciar a determinados modelos.
El Clase B tiene los días contados como el Clase A, aunque el compacto ha recibido una vida extra y alargará por unos años su desaparición. Los dos modelos desaparecerán de la oferta en 2026, pero no serán los únicos porque hay dos más en los que se ha puesto el foco aparte de los GLC Coupé y GLE Coupé.
El riesgo de matar dos gallinas de los huevos de oro en Mercedes
Este dúo de SUV deportivos reportan unos elevados márgenes de beneficios a la marca alemana, por lo que cargárselos en un verdadero problema con una importante pérdida de clientes. La maniobra tiene que ser estudiada al milímetro, pues el riesgo es muy alto. De hecho, una posible solución para no prescindir de ellos es reducir la gama de versiones mecánicas previo escalonamiento más racional.
Casi el mismo riesgo que también supone matar las carrocerías familiares de los Clase C Estate y Clase E Estate, algo que estaba en planes desde hace tiempo. Estas variantes más prácticas gozan de una gran aceptación en países del centro y norte del continente europeo entre los clientes que no quieren un SUV, por lo que la consecuencia puede convertirse en un verdadero desastre; como los All-Terrain que nunca deberían haber existido.
La muerte de estos modelos referencia no será de un plumazo, sino que no tendrían sucesores generacionales de aprobarse la moción, manteniendo intocables a las berlinas y a los de nicho -llámese coupé o descapotable- que aportan prestigio. Lo que está claro es que Mercedes no ha caído, y no lo hará, pero sí está obligada a mover ficha y más pronto que tarde.