Miles de millones en riesgo en Europa por una transición al coche eléctrico «la mitad de rápida» de lo necesario
El CEO del Grupo Renault, Luca de Meo, vuelve a recalcar lo que considera una errónea política de apoyo al coche eléctrico, señalando que están en juego más de 15.000 millones de euros en multas y recalcando que la transición está siendo muy lenta.
Luca de Meo, CEO del Grupo Renault y presidente de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), afirma que la industria automotriz europea se enfrenta a un peligro inminente si no acelera la adopción de vehículos eléctricos.
Según el dirigente italiano, la demanda de coches eléctricos no está creciendo al ritmo necesario para cumplir con los estrictos objetivos de emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de la Unión Europea para 2025. Y eso derivará en pérdidas milmillonarias para la industria del automóvil.
En una entrevista reciente, Luca de Meo advirtió que si la transición continúa siendo lenta, los fabricantes podrían enfrentarse a multas de hasta 15.000 millones de euros por exceder los límites de emisiones.
«Todos hablan de 2035, pero deberíamos estar hablando de 2025, porque ya estamos teniendo dificultades»
El desafío de los objetivos de emisiones
A partir de 2025, la UE reducirá el límite promedio de emisiones de CO₂ para los vehículos nuevos a 94 gramos por kilómetro, un objetivo considerablemente más exigente en comparación con los 116 g/km fijados para 2024.
Para los fabricantes de automóviles, esto supone un reto significativo, ya que incumplir estos objetivos podría llevar a penalizaciones económicas severas. En concreto, se impone una multa de 95 euros por cada gramo de CO₂ que supere el límite, multiplicado por el número de vehículos vendidos.
Si los vehículos eléctricos se mantienen en los niveles actuales, «la industria europea podría tener que pagar 15.000 millones de euros en multas o renunciar a la producción de más de 2,5 millones de coches» explicó de Meo en la emisora de radio France Inter.
Esta advertencia no es menor, ya que las multas afectarían gravemente a las finanzas de las grandes empresas automotrices y podrían alterar la estructura productiva de la industria.
La lenta adopción del coche eléctrico, un problema económico
Según Luca de Meo, el ritmo actual de adopción de vehículos eléctricos es alarmantemente lento, lo que no sólo compromete el cumplimiento de las normativas medioambientales, sino que también pone en jaque la viabilidad económica de muchos fabricantes.
La ralentización en la demanda de vehículos eléctricos, impulsada por la falta de infraestructura adecuada, el alto coste de adquisición y el escepticismo del mercado, ha hecho que la transición sea mucho más lenta de lo que se esperaba.
Incluso, De Meo señala que «la velocidad de la transición a los eléctricos es la mitad de lo que necesitamos para alcanzar los objetivos que nos permitirían evitar las multas».
Esta afirmación refleja una realidad preocupante: si no se acelera el cambio hacia los vehículos eléctricos, los fabricantes tendrán que asumir grandes sanciones o reducir drásticamente su producción, lo que afectaría directamente a sus ingresos y competitividad.
Una competitividad que, en el caso de las marcas europeas, ya está bastante mermada en favor de sus competidores, especialmente los fabricantes chinos.
Impacto económico directo en los fabricantes
Algunas marcas, como Volkswagen y Ford, están particularmente lejos de alcanzar los objetivos de CO₂ para 2025, según un informe de Dataforce de agosto de este año.
Estas empresas podrían enfrentarse a multas de cientos de millones de euros si no logran aumentar significativamente la producción y venta de vehículos eléctricos o híbridos. En cambio, fabricantes como Toyota, gracias a su enfoque en vehículos híbridos, están mejor posicionados, mientras que Geely y Tesla ya han cumplido con sus metas.
El problema no sólo afecta a las marcas más rezagadas. De Meo también destacó la necesidad de una mayor flexibilidad en la implementación de las normativas, indicando que «todos hablan de 2035, pero deberíamos estar hablando de 2025, porque ya estamos teniendo dificultades».
Esta declaración subraya que, aunque 2035 es el año en el que la UE prevé la prohibición total de los vehículos de combustión, el desafío inmediato es mucho más urgente y, si no se aborda, podría causar estragos económicos en el sector.
La necesidad de flexibilidad y cooperación
La postura de Luca de Meo es clara: «Fijar plazos y multas sin poder flexibilizar es muy, muy peligroso», ha advertido.
Sin una adaptación realista de las normativas o incentivos adicionales para fomentar la demanda de coches eléctricos, muchos fabricantes podrían enfrentarse a graves problemas financieros, lo que podría desencadenar despidos masivos, cierres de fábricas y una desaceleración general en la innovación dentro del sector.
En definitiva, Luca de Meo pone sobre la mesa el riesgo de una transición excesivamente lenta hacia el coche eléctrico, no sólo con implicaciones medioambientales, sino también económicas.
Para evitar el colapso de la industria, la industria automotriz aboga por un esfuerzo conjunto entre gobiernos, fabricantes y consumidores para acelerar la adopción de los vehículos eléctricos, mejorar la infraestructura de carga y ofrecer incentivos económicos que faciliten el acceso a este tipo de vehículos.
Sólo así se podrá garantizar el futuro sostenible de la automoción en Europa, un sector clave en la economía del Viejo Continente que, sin embargo, cada vez está perdiendo más fuelle y margen de reacción.
Fuente: Europe Autonews