Mitsubishi, condenada a dejar de vender varios modelos en Japón
Ocho modelos no pueden venderse en Japón por ofrecer cifras de consumo de combustible incorrectas Hasta que no se corrijan las cifras pasarán semanas, afectando a las ventas del fabricante Todo empezó por cuatro modelos de coches urbanos (kei car)
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Publicado: 30/08/2016 19:00
La crisis del fabricante de los diamantes que inició en abril está llegando más lejos. Debido a que ocho modelos tienen sus homologaciones de consumo alteradas, al haber usado estimaciones en vez de datos reales, no se pueden seguir vendiendo. Mitsubishi debe corregir esos datos para poder volver a vender sus coches legalmente.
En abril los ingenieros de Nissan descubrieron que los coches urbanos DayZ y DayZ Roox, fabricados por Mitsubishi, tenían las cifras de consumo oficial alteradas. Lo mismo pasaba con sus equivalentes en la marca de los diamantes, los eK y eK Space. Los 625.000 coches vendidos con la ficha técnica adulterada fueron la punta del iceberg, luego supimos que eso ha ocurrido ¡desde 1991!
La venta de esos modelos se acabó prohibiendo durante el tiempo que se tardó en hacer la homologación de forma correcta, de acuerdo al manual de procedimiento, para que los consumidores estuviesen bien informados sobre el gasto de gasolina. Se acaban de añadir los SUV RVR (ASX en Europa), Outlander, Pajero (Montero en España, Shogun en Reino Unido) y Mirage (Space Star en Europa).
Esta decisión solo afecta al mercado doméstico japonés, debido a que la Unión Europea usa otro ciclo de homologación, y más de lo mismo en Estados Unidos. En torno a la décima parte de las ventas de Mitsubishi se producen en Japón, donde es el sexto fabricante en orden de importancia.
La diferencia entre el consumo que debería haber salido y el promocionado no llega al 10%, pero está por encima de la tolerancia de la normativa japonesa. ¿Por qué se produjo esa desviación? La compañía informó en primer lugar que no fue una decisión ejecutiva, sino una cadena de malas decisiones.
Según una investigación interna, no hubo muy buena comunicación entre los directivos y los ingenieros, que presionados por lograr unos objetivos poco realistas con los medios que disponían, hicieron un poco de maquillaje numérico para que los cálculos fuesen más favorables. Es decir, en teoría, la directiva no pidió falsificar esas cifras.
El escándalo de los consumos homologados en Japón ya tuvo como consecuencia la dimisión del presidente de Mitsubishi Motors, Tetsuro Aikawa, y también la del vicepresidente responsable de calidad y estrategia de producto, Ryugo Nakao. El presidente pidió perdón ante los medios de comunicación con una reverencia, una forma de pedir disculpas con vehemencia según la cultura nipona.
Por otro lado, la caída de las acciones de Mitsubishi permitió a uno de sus socios, Nissan, a hacerse con un tercio de la empresa para darle apoyo y tenerla más controlada. En Japón Mitsubishi fabrica algunos modelos para que Nissan los venda con sus propios escudos, lo que de toda la vida se ha llamado "remarcado".
Esta jugada acerca más a Mitsubishi a la órbita del imperio Renault Nissan, que también controla Infiniti, Dacia, Datsun, Samsung y AvtoVAZ (Lada), marcas chinas aparte. Poco a poco, el monstruo que Carlos Ghosn -responsable del imperio- pasó de ser un fabricante en quiebra a ser uno de los principales pesos pesados de la industria multinacional del automóvil.
Las ventas perdidas a lo largo del año fiscal 2016 (de abril a abril) significarán un impacto negativo más en las cuentas de Mitsubishi Motors. Tengamos en cuenta que salga el resultado que salga, se provisionará dinero para hacer frente a sanciones, demandas o compensaciones para los clientes que compraron coches fabricados por ellos y no fueron informados verazmente del consumo.
Dentro de la cultura japonesa, las pifias están muy mal vistas, aunque los directivos se sacrifiquen y pidan perdón. Es un problema de imagen serio para la empresa, que puede ser comparada con Volkswagen, que por sus malas prácticas ha sido condenada a retirar la mayoría de su catálogo del mercado surcoreano, hasta que se homologuen correctamente.
No hablamos de casos iguales, en Mitsubishi no parece tanto un problema de mala fe o mala cultura empresarial. Más bien tiene pinta de ser otro caso de que un fabricante pide a sus ingenieros lo imposible, y ante la presión, el no quedar mal, y para salir del apuro, se hacen trampas. La trampa parece insignificante, pero las consecuencias no van a serlo.