En el futuro no habrá más coches "tontos", según Ford
Los automóviles son un reflejo de la sociedad en la que viven. Si las personas están cada vez más conectadas, es normal que pase lo mismo con los vehículos que conducen. Los coches que no estén conectados van de camino a la extinción.
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Publicado: 12/11/2017 11:00
Esta imagen era la habitual cuando nos subíamos a un coche normal y corriente. No vemos una pantalla presidiendo el salpicadero. No tiene conexión a Internet. Carece de Bluetooth. No va a proporcionarnos una conexión WiFi. Tampoco es capaz de recibir información detallada del tráfico.
La única conectividad que tenía un turismo a principios del nuevo siglo era con la radio en bandas FM y AM, eran su único vínculo con el mundo exterior. Si era el summum de la conectividad, tenía los sistemas RDS y EON en su radio, pero nada más. Total, los móviles tampoco tenían conexión a datos (no como las entendemos hoy), ni tenían Bluetooth, ni precisaban WiFi.
Ahora un teléfono móvil que solo sirve para hablar y, si acaso, para recibir mensajes de texto -SMS- se conoce como dumb phone, es decir, un teléfono "tonto". Lo mismo podemos decir de un coche que no tenga más conectividad que la radio, por analogía, dumb car. Es el tipo de coche que Ford vaticina que va a extinguirse.
Jim Hackett, actual CEO de Ford, dijo en el CEO Summit de Detroit que el futuro de Ford no significa renunciar al automóvil, pero que no habrá automóviles "tontos" en el futuro. Eso significa que la conectividad y las asistencias a la conducción serán la norma en el futuro, raro será el modelo que no tenga ni una ni otra cosa.
Hoy día, salvo que elijamos el modelo más básico de un coche generalista, podemos optar a pantallas táctiles, conectividad por Bluetooth y asistencias a la conducción que perdonan errores. Podemos citar el aviso de abandono de carril, el recordatorio del último límite de velocidad o que vamos demasiado cerca de otro vehículo.
En cuanto a conectividad, el denominador común es poder conectar con el móvil para llamadas (handset) y para pasar el sonido del terminal a través de los altavoces (audio streaming). De esta forma se pueden hacer y recibir llamadas telefónicas y reproducir el audio de algunas aplicaciones o la música del móvil. Dentro de poco esas prestaciones aisladas serán sub-estándar.
Cada vez más clientes demandan en sus coches nuevos más conectividad. En las modalidades más básicas de conexión a Internet, se aprovecha el enlace por Bluetooth o cable de datos -vía USB- para que el propio móvil dé al vehículo una puerta al exterior. Otros sistemas pueden funcionar con un modem WiFi a bordo para ir al exterior a través de red 4G.
Si elevamos la apuesta y nos vamos a modelos más caros, la conexión a Internet forma parte del propio coche. Gracias a esa conexión puede obtener mapas, datos del estado del tráfico, la información del tiempo, aparcamientos abiertos, el precio del combustible en las cercanías, búsqueda de Google... incluso se puede conectar con redes sociales.
Dado que en nuestro modelo de sociedad actual todos vivimos conectados -o mucho más que antes- es normal que se quiera lo mismo en el coche. Es más, se trata de seguridad vial, si no se integran funciones del móvil en el propio vehículo, el conductor puede verse tentado a manipular el aparato perdiendo atención a la carretera y con una mano hábil de menos. Y pasa, todos lo sabemos.
Gracias a las plataformas MirrorLink, Android Auto y Apple CarPlay se puede lograr una integración muy buena entre teléfono móvil y vehículo. No solo eso, es más cómodo, más seguro y mucho más satisfactorio. Estos estándares hacen de intermediarios, no es una integración total, pero es un enorme paso adelante. En pocos años raro será el coche que no disfrute de estas prestaciones.
Ahora mismo un dumb phone es una rareza, y lo será un dumb car (perdón por los extranjerismos) en poco tiempo. Además, las asistencias a la conducción se van a convertir en lo más normal. En algunos modelos muy exclusivos, muy económicos o muy orientados al conductor puede que se prescinda de todo esto, pero la tónica general será estar enganchados al mundo exterior.
¿Cuál será el siguiente paso? Las tecnologías que conectan los vehículos entre ellos (car 2 car, C2C) y con las infraestructuras (car 2 infrastucture, C2X). Gracias a este intercambio de información los vehículos podrán predecir accidentes, obras, atascos, cortes de carretera o peligros genéricos mucho antes de que los conductores los perciban.
En una etapa de transición habrá modelos con estas tecnologías y otros tantos que no, habrá que delegar en aplicaciones móviles para recopilar esa información, de la misma forma que hoy día Waze, Coyote o Google Maps pueden avisarnos de una futura mala experiencia en base a nuestra trayectoria.
Es un paso previo a la automatización total
Las ventajas serán enormes. Por ejemplo, nuestro coche sabrá la velocidad ideal para ir por ciudad para pillar todos los semáforos en verde, dónde se puede aparcar fácilmente, si es mejor tirar por otra avenida por estar la habitual cortada, etc. La conducción autónoma no va a ser obligatoria, pero acercarse a ella será lo normal.
Mientras tanto, se pueden hacer algunos apaños para modernizar coches "tontos". Por ejemplo, hay aparatos conectados por OBD -dongles- que permiten acceder al coche con un móvil, los equipos multimedia se pueden actualizar -dependiendo del diseño del salpicadero- y, donde no se pueda ir más allá, el teléfono móvil se ocupará de lo demás. Así es el Siglo XXI.