El parabrisas de tu coche es más que un simple cristal, es una pieza tecnológica que está poniendo patas arriba a las aseguradoras
En los coches eléctricos, híbridos y PHEV, es la batería el componente más caro. En los de combustión, el sistema de distribución es el que se lleva la palma. Pero, independientemente de la propulsión, otro componente, cada vez más tecnológico, se ha convertido en uno de los más caros para las aseguradoras y los propios fabricantes: el parabrisas.
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Publicado: 10/08/2024 14:00
Seguramente que te habrás dado cuenta de que el parabrisas ya no es lo que era hace unos años. La tecnología ha hecho de esta pieza una de las más caras que se encuentran hoy a bordo de los coches más modernos, independientemente del tipo de propulsión. La luna delantera ha adquirido un nivel impensable hace unos años, porque ya no sirve sólo para mirar hacia adelante.
La información sobre los equipamientos que consultas cuando vas a comprar coche nuevo demuestra que ya no son un cristal laminado más, sino que están equipados con películas especiales en su interior que permiten la proyección e imágenes de los head-up display, como si estuviesen directamente sobre el asfalto o trasladando el cuadro de instrumentos al parabrisas. Esto es ya una realidad e irá a más en los próximos años.
Los gadgets tecnológicos y la seguridad afectan más a los bolsillos
Los requisitos de seguridad de la Unión Europea ha obligado a instalar en ellos diferentes sensores y avanzadas cámaras para los ADAS, ubicados en espacios concretos para lograr su objetivo y, al mismo tiempo, no impedir otras funcionalidades. Jean-Pierre Filippini, director general de Carglass, apunta que «son hasta una veintena, desde el aislamiento térmico y acústico hasta integrar los calentadores para los limpiaparabrisas, sensores de temperatura, antenas para GPS, telefonía móvil o la radio digital DAB».
Sin embargo, estos parabrisas más sofisticados no están exentos de problemas. Como cualquier otro, recibir el impacto de una piedra supone un piquete o una rotura, pero la gran diferencia es que ya no son reparables por unos cuantos euros o con la habitual inyección que algunos especialistas en reparaciones ofrecen estos vidrieros, ya es imposible saber si afecta a una de las funcionalidades, por lo que hay que sustituirlos.
El diseño complica aún más su instalación. En ocasiones superados por el capó del motor, especialmente en los eléctricos que cuentan con frunk, el famoso maletero delantero, que obliga a desmontarlo. Un parabrisas del Volkswagen ID.3 viene a costar unos 1.600 euros, 400 euros más el de un Tesla Model 3, y eso sin contar con la calibración de los sistemas que, en el caso del modelo de Elon Musk, requiere de 160 kilómetros circulando para completar los ajustes.
Y eso, obviamente, eleva los costes de reparación que, en la gran mayoría de los casos, asumen las aseguradoras. Pero estas ya están empezando a ver las orejas al lobo, y no es para menos, porque estos costes repercutirán en la prima anual que pagan los asegurados, además de los de transporte.
Filippini explica que «Si en un euro-pallet caben 35 lunas de repuesto para un vehículo sin cámara en el parabrisas, para las lentes de alta tecnología sólo entran once. En consecuencia, el envío se vuelve más caro. Sin embargo, resulta realmente caro debido a la compleja calibración después de la instalación. Los sistemas deben cubrir exactamente la misma superficie, de modo que, por ejemplo, el borde de la carretera pueda iluminarse virtualmente con infrarrojos, incluso en la oscuridad, o que las cámaras cuatridimensionales puedan identificar con precisión a personas y animales».