A pesar de su delicada situación Polestar sigue con paso firme: los rivales están cayendo en una trampa

Europa apuesta claramente por la movilidad eléctrica. Las ya aprobadas normativas continentales exigirán el fin de los coches de combustión a partir del año 2035. Si bien esto no es noticia, la agenda está cada vez más en duda por la baja respuesta del mercado. Muchas marcas están tomando decisiones contrarias al objetivo. Polestar no es una de ellas. Los suecos consideran que sus rivales están cayendo en una trampa al retrasar sus planes electrificados, situación en la que ellos no piensan sucumbir.

Polestar nació como la división deportiva de Volvo. Una rama pasional y atrevida de los tradicionales coches suecos. Sin embargo, la llegada de la electrificación generalizada supuso un cambio radical para la familia. Polestar nació como una compañía separada, exclusivamente centrada en el desarrollo y producción de coches eléctricos. Desde entonces la familia ha ido creciendo lentamente. El Polestar 2 fue su primer modelo 100% eléctrico y hoy ya son varios los coches que llegan al mercado, incluyendo el Polestar 4 y el esperado Polestar 3. Este último ya está en producción tras dos años de retrasos.

Mercedes, Audi o Ford se equivocan con su estrategia de ralentización

Jim Rowan, CEO de Volvo fue el principal precursor de esta estrategia de dos frentes. Al mando de Polestar está Thomas Ingenlath, que ha llevado a la compañía a su etapa más dominante con presencia en muchos mercados y varios continentes. El ejecutivo mantiene su apuesta firme y no piensa relajar la llegada de nuevas unidades a la familia, a pesar de los problemas que han surgido recientemente. Ante el bajo volumen de ventas, Volvo se ha visto obligada a desprenderse de su rama eléctrica, que ahora está mayoritariamente bajo el control del Grupo Geely. El conglomerado chino es a su vez máximo accionista de la compañía sueca.

En este juego de piezas eléctricas, Ingenlath cree que su compañía está bien posicionada de cara al futuro y critica las medidas tomadas por otros fabricantes. El bajo volumen de ventas ha obligado a muchas marcas a reconsiderar sus objetivos de electrificación. Ford ha suspendido los planes de actualización de sus fábricas en Europa. Por su parte, Mercedes ha rebajado sus estimaciones de ventas. Los alemanes esperaban convertirse en una marca 100% eléctrica al cierre de la actual década, pero su última evaluación indica que para el 2030 sólo el 50% de sus matriculaciones corresponderán a vehículos impulsados por baterías. Audi también ha optado por un rumbo similar. Los de Ingolstadt se lo quieren tomar con mucha calma.

Polestar considera que sus rivales están cayendo en una trampa comercial que de seguir así les impedirá posicionarse correctamente en ese futuro eléctrico. La inestabilidad y las dudas se han instalado en los concesionarios. Las estimaciones de ventas no concuerdan con los datos reales, a excepción de los de Tesla. Desde el este cada vez más marcas chinas promueven la exportación de vehículos a otros mercados, principalmente Europa. Las marcas chinas quieren adelantar a los fabricantes europeos. De ser ciertas las afirmaciones de Ingenlath, las marcas continentales tendrían serios problemas en los próximos años.

La cifras avalan, al menos por ahora, la decisión de Polestar. En 2023 entregaron un total de 54.600 unidades en todo el mundo. No parecen muchas, pero es un 6% más que lo cosechado en 2022, año en el que sólo ofertaban un sólo coche. Volvo también ha ampliado su cuota eléctrica. En lo que llevamos de año, en los meses de enero y febrero, los suecos han incrementado su volumen en un 22% con respecto al mismo periodo del año pasado. A pesar del éxito, los de Gotemburgo están teniendo problemas con sus últimos lanzamientos. Si bien el Volvo EX30 ha llamado la atención de muchos conductores, el Volvo EX90 sigue retrasando su lanzamiento y ya hace más de un año que fue presentado. Ahora mismo no hay fecha prevista para su llegada.