Poner muchos puntos de recarga no garantiza el despegue de los eléctricos: el caso de Japón
La nación asiática está enfrentándose a uno de esos problemas del primer mundo: la red de cargadores de coches eléctricos está reduciendo su número, no se usan lo suficiente o no se usan. La cuota de vehículos eléctricos del total permanece en mínimos.
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Publicado: 29/08/2021 00:00
Han pasado casi 10 años desde que el Gobierno de Japón ofreciese 100.000 millones de yenes -casi 772 millones de euros- para que se construyesen puntos de recarga para vehículos eléctricos. El país, tradicionalmente dependiente de la energía, buscaba reducir sus importaciones de petróleo a largo plazo.
Con todo el tiempo que ha pasado, la cuota de vehículos eléctricos permanece a un nivel muy bajo, en torno al 1% del mercado. En los últimos años el pico de vehículos eléctricos se dio en 2017, cuando supusieron el 1,2% de las nuevas ventas, y de ahí no han pasado. No terminan de convencer a los clientes japoneses.
¿Es por falta de puntos de recarga? Pues no, precisamente no es por eso. Durante el año fiscal -de abril a marzo- 2020-2021 se contabilizaron 29.200 estaciones de recarga en el país, un número que descendió respecto al año fiscal previo en casi 1.000 unidades (30.300), lo que implica que hay estaciones de recarga que se han cerrado.
De acuerdo a los datos recolectados por Zenrin, es la primera vez que el número de estaciones de recarga en Japón desciende desde 2010, cuando debería ser lo contrario. Fue un negocio que floreció al calor de las subvenciones gubernamentales pero no está siendo sostenido por números.
En otras palabras, muchas estaciones de recarga no son rentables porque simplemente faltan clientes. Si los japoneses no están comprando suficientes vehículos eléctricos, no hacen suficientes recargas, no hacen gasto en estas estaciones de recarga, y sin el respaldo del dinero público, cierran.
Podemos leer en Automotive News que se avecina un reemplazo generacional de estaciones de recarga. Las que no cierren tendrán que renovar su equipamiento en un año o dos, por lo que solo tendrá sentido renovar aquellas instalaciones donde hay clientela, o es la suficiente como para justificar esa inversión.
Ahora el Gobierno de Japón tiene otro objetivo en mente, que para 2030 haya 150.000 estaciones de recarga para cumplir la neutralidad en carbono para 2050, como cinco veces más que hoy día, y nos tenemos que hacer la siguiente pregunta: ¿merece la pena? Lo mismo se pregunta el presidente de la asociación de constructores japonesa, la JAMA, que preside Akyo Toyoda, el también presidente de Toyota. Por cierto, Toyota es un fabricante que cree poco en los coches eléctricos.
¿Deben instalarse esas estaciones de recarga adicionales porque sí, o porque hay unos números que lo justifiquen? ¿Qué sentido tiene quintuplicar la red de cargadores actual si no tienen suficientes clientes? ¿No será que no se están haciendo suficientes esfuerzos para que los clientes japoneses se animen a cambiar a eléctricos?
En Japón circulan más de 300.000 vehículos eléctricos capaces de circular por autovías: más de 150.000 coches eléctricos, más de 142.000 híbridos enchufables y unos 9.000 industriales ligeros
Se da la circunstancia de que en Japón también están cerrando gasolineras. De las 60.000 empresas que servían combustible a cliente final que había a mediados de los 90 (1994), a principios de 2018 había prácticamente la mitad. Es otro motivo que debería preocupar a los gestores públicos.
Bajo nuestra óptica española podemos pensar que primero hay que instalar los puntos de recarga y que la demanda de coches eléctricos vendrá sola. ¡No! Hace falta algo más, y eso es lo que en Japón no está funcionando. Así, tenemos que Noruega sobrepasó en 2019 al país asiático como el tercero mundial con más vehículos enchufables circulando.
Es más, en 2012 Japón no estaba precisamente mal en infraestructura eléctrica, tenían la mayor relación puntos de carga rápida/vehículo, 0,030. En ese momento había 1.381 estaciones de recarga rápida y otras 300 que, sin ser particulares, servían la electricidad a un ritmo más lento.
Se puede dar la paradoja de que los japoneses empiezan a tener cada vez menos puntos de recarga rápida funcionales, por falta de uso o rentabilidad, mientras los objetivos gubernamentales van en sentido contrario. Puede que la política fiscal que hay en Japón, difícil de aguantar para un bolsillo medio, tenga algo que ver con que los eléctricos estén estancados en una minoría del mercado, siendo el país avanzado que es.