La sombra del populismo incrementa la amenaza sobre el sector automovilístico
Una de las amenazas globales a la bonanza del sector automovilístico es la llegada al poder de políticos populistas que alteran las reglas del juego internacionales. Si hay algo que desea la industria del automóvil es un entorno estable para hacer sus negocios.
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Publicado: 26/06/2018 16:00
Vivimos tiempos convulsos. El Siglo XX fue el más violento y destructivo de toda la Historia, pero algunas de las lecciones de esa época tan reciente no han terminado de ser asimiladas por cada vez más votantes. En muy poco tiempo las pulsiones populistas están creciendo en países totalmente desarrollados y con democracias consolidadas.
Resulta en cierto modo comprensible que haya populismo en países en vías de desarrollo o subdesarrollados, donde el charlatán de turno consigue hechizar a las masas. También puede pasar el países como Alemania, Reino Unido, Estados Unidos o incluso Bélgica. Basta con utilizar los argumentos adecuados y una buena oratoria.
El enemigo exterior es siempre el comodín de los populismos
La crisis económica que se inició hace casi 10 años fue un pistoletazo de salida, de la misma forma que la Gran Depresión de 1929 puso patas arriba el orden mundial en solo 10 años. Sin salir de casa, en la Unión Europea se va a ir por la puerta de atrás uno de los primeros socios, Reino Unido, gracias a la victoria del "Brexit" por la mínima en el referéndum del 23 de junio de 2016.
No solo eso, los partidos populistas -especialmente los más a la derecha- han incrementado el triple de media su presencia en los parlamentos en los últimos 20 años. Hungría, Polonia, Suiza, Austria, Dinamarca... van registrando un aumento de la presencia parlamentaria de la extrema derecha. En el sur de Europa el populismo de izquierdas también está ganando terreno, aunque Portugal y Grecia están levantándose.
Las causas son diversas, pero tienden a converger: el impacto de la crisis a nivel económico y social, más globalización, un goteo incesante de inmigración africana -y en menor medida asiática-, deseos de más mano dura contra el terrorismo, euroescepticismo, reafirmaciones nacionalistas, etc.
Solo en Estados Unidos la llegada al poder del empresario y estrella mediática Donald Trump está descolocando el equilibrio del comercio internacional, siendo los principales afectados China, Canadá, Méjico o la Unión Europea. El proteccionismo del presidente americano está siendo respondido de forma proporcional por las potencias agraviadas. El tiro le está saliendo por la culata.
Volviendo a Europa, la salida del Reino Unido de la UE volverá a convertir a Gran Bretaña en un archipiélago, y la Europa del Este está volviéndose muy euroescéptica. Muchos fabricantes han optado por estos países por su cercanía geográfica y costes laborales más atractivos, véase Polonia, República Checa, Hungría o Eslovaquia.
El euroescepticismo pone en riesgo la cohesión de la Unión Europea y reaviva los fantasmas de fronteras, aranceles y mayores desequilibrios entre naciones
Incluso dentro de España se han visto los efectos del populismo en Cataluña, donde un partido tradicional de derechas se ha aliado de facto con los partidos independentistas de izquierdas, formando una coalición contranatura para echar un pulso al Estado con la -antaño- minoritaria causa independentista. Las consecuencias son conocidas por todos.
De no haberse incrementado tanto la temperatura entre Cataluña y el resto del país, probablemente habría atraído más inversión de los fabricantes e incluso la llegada de alguno nuevo -se ha rumoreado mucho que Tesla quiso implantarse en la zona-. La fuga de empresas de cualquier tamaño ha hecho saltar las alarmas, pocos empresarios ven negocio en una Cataluña que también se va de la Unión Europea.
La industria automovilística ya tiene muchos problemas con los que lidiar a medio y largo plazo, como los cambios profundos de hábitos de consumo de la clientela más joven y urbana, la necesaria -y casi obligada- transición a la electromovilidad, la conducción autónoma o la conectividad son frentes que han de abordar sí o sí.
Además de eso, los CEO y compañía tienen que hilar muy fino a la hora de elegir qué fábricas producen y qué producen, porque en menos de cuatro años un populista se lía a hacer y deshacer y se ponen en peligro inversiones milmillonarias. Harley-Davidson producirá más fuera de EEUU, BMW se plantea abandonar Reino Unido -como Airbus- y a los países del Este europeo hay que mirarlos de reojo. Crecen los ejemplos día a día.
Todo esto se traduce en desempleo, cierres de fábricas, recorte de inversiones, menos modelos para elegir, combustible más caro, más impuestos, etc.
Tampoco hay que perder de vista el caso de Turquía, uno de los principales exportadores de vehículos a la Unión Europea, donde el presidente Erdogan está acumulando tanto poder como un sultán otomano. Tampoco se libra Rusia, que con Vladimir Putin a la cabeza (ya sea como presidente o primer ministro) ha ralentizado su crecimiento esperable por su controvertida política exterior, respondida con sanciones internacionales. Después del Mundial de Fútbol habrá que acordarse de eso.
Para los fabricantes, lo ideal sería que no hubiese estas tensiones, que las fronteras se fuesen eliminando (territoriales y comerciales), entornos económicos y sociopolíticos estables, que la tecnología vaya haciendo nuestras vidas más eficientes y seguras y una transición ordenada hacia un nuevo paradigma energético. En otras palabras, progresar.
Varios fabricantes han acumulado un año tras otro de récords y crecimiento, a pesar de la crisis, porque lo han compensado los países del BRIC (Brasil, Rusia, la India y China). Esos días puede que toquen a su fin, y vuelvan los dolorosos ajustes. Será una mezcla de razones políticas, tecnológicas, energéticas, etc.
Quien no conoce la Historia está condenado a repetirla, y como podéis ver, sobran los ejemplos. Hace año y medio analizamos el impacto del populismo en este sector, y ahora es aún peor. Estamos en manos de una generación de políticos que cada vez es más irresponsable. A "disfrutar" lo votado.