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Los asistentes a la conducción tienen una cara oscura muy peligrosa. Ahora un estudio lo demuestra

La tecnología siempre debe estar al servicio del que la use. Los asistentes y las ayudas a la conducción velan por nuestra seguridad, pero un estudio americano demuestra que también tienen un peligroso lado oscuro.

Los asistentes a la conducción tienen una cara oscura muy peligrosa. Ahora un estudio lo demuestra
Europa exige que los coches modernos incorporen una serie de asistentes y ayudas a la conducción.

5 min. lectura

Publicado: 18/09/2024 07:00

Comparados con los coches de hace 10 o 20 años, los actuales son auténticas naves espaciales. Cargados de chips, pantallas y sistemas digitales que si bien tratan de mejorar nuestra vida a bordo y nuestra seguridad en muchos casos consiguen el efecto contrario. Las normativas europeas de seguridad son muy estrictas a la hora de hablar de asistentes a la conducción. Un despliegue tecnológico sin paragón que ahora puede mostrar un preocupante lado oscuro. Un estudio americano desvela que las ayudas están causando el efecto contrario al que pretenden.

Si te has montado en un coche nuevo habrás descubierto que tiene mil y una alertas. Si no te has montado ya te lo decimos nosotros que lo sufrimos día sí y día también. En la industria del automóvil hay actualmente dos carreras que centran casi toda la atención del sector: el coche eléctrico y la conducción autónoma. En esta ocasión vamos a centrarnos en la segunda. La tecnología moderna ha permitido a los fabricantes emplear innumerables recursos para aumentar la seguridad de sus vehículos. Hoy casi toda la flota disponible en Europa es capaz de recibir las cinco estrellas de seguridad Euro NCAP.

El conductor es el máximo responsable en todo momento de la circulación.

La tecnología nos está volviendo peores conductores

El organismo encargado de evaluar la protección pone especial atención en el desempeño de los asistentes a la conducción. Radares de proximidad, detectores de ángulo muerto, ayudas al mantenimiento de carril, asistentes de frenada... Una larga lista de sistemas de seguridad activa que intentan evitar o minimizar los accidentes. Si bien no hay nadie que se queje de ello, más bien todo lo contrario, un estudio del IIHS, Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras, de Estados Unidos acaba de demostrar que los conductores abusan de esa tecnología y ponen en peligro al resto de ocupantes de la vía al confiar en exceso en sus sistemas de seguridad.

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Actualmente la mayoría de los coches a la venta disponen de asistentes a la conducción de nivel 2. Si bien protegen a los ocupantes, exigen que el conductor esté atento a la circulación pues, en caso de accidente, es el máximo responsable del vehículo. Sin embargo, muchos usuarios piensan que la presencia de los asientes a la conducción les exime de prestar atención. El IIHS se ha centrado principalmente en vehículos incorporados con el paquete FSD de Tesla y en el piloto automático de Volvo, el Pilot Assist. Ambas tecnologías han desprendido las mismas conclusiones.

La integración y las medidas de seguridad resultan claves a la hora de hablar de asistentes a la conducción.

Los conductores que disponen de dichas ayudas se vuelven más torpes y más distraídos. Muchos de ellos llegan a desviar completamente la atención de la carretera. Las prisas por lanzar nuevas tecnologías de seguridad, así como algunas campañas de publicidad demasiado engañosas, han hecho pensar a los conductores que pueden relajarse al ponerse tras el volante de sus coches. Nada más lejos de la realidad. El estudio muestra que se necesitan mejores medidas de seguridad para garantizar una conducción atenta. Los conductores adaptan su comportamiento al volante y tienden a distraerse mucho más.

«Estos resultados son un buen recordatorio de la forma en que aprenden las personas», ha comentado David Harkey, presidente del IIHS. «Si se les enseña a pensar que prestar atención significa dar golpecitos al volante cada pocos segundos, eso es exactamente lo que harán». La tecnología no sirve de nada si no se alecciona sobre su buena utilización. Tampoco ayuda la intromisión que muchos de estos asistentes causan en la conducción. A veces es tal el número y frecuencia de alertas que llega un punto en el que el conductor no sabe si hay un peligro y cómo debe actuar, por lo que se toma la drástica medida de desconectar dichas ayudas, diluyendo por completo su efecto positivo.

Fuente: IIHS

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