Análisis: la compra de Opel por PSA podría dibujar una nueva Europa
Las conversaciones entre General Motors y PSA por Opel han sido la noticia de la semana. Tras conocerse dichas negociaciones, se han ido revelando más detalles al respecto, como que había un plan para convertir Opel en un fabricante de vehíclo. Analizamos las posibles situaciones y escenarios que este acuerdo podría provocar en Europa.
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Publicado: 16/02/2017 18:00
Que General Motors y PSA estaban negociando la compra de Opel fue algo que sorprendió a más de uno, incluidos los miembros del Consejo de Opel, que se enteraron de las negociaciones por la prensa. Según los medios alemanes, el único que parecía saberlo era el máximo responsable de la marca, Karl-Thomas Neumann.
Y aún así, Neumann tampoco parecía saber lo avanzado de las conversaciones. De hecho, hoy hemos sabido que Neumann estaba trabajando en un plan para convertir a Opel en un fabricante de vehículos eléctricos, cuyo horizonte estaba fijado en 2030 y estaba destinado a ser la evolución y salvación de la marca, que contaría con una gama de modelos puramente eléctricos.
No se han revelado los detalles de ese plan, pero la gama estaría compuesta por modelos desarrollados sobre la nueva plataforma del reciente Chevrolet Bolt, que se venderá en Europa como Ampera-e.
En teoría, las ideas y el plan de convertir a Opel en una marca de eléctricos puros deberían ser votados en el mes de mayo, pero parece que ese plan por el momento ha quedado congelado. Al menos hasta que se conozca el resultado de las negociaciones entre PSA y GM.
Hoy ya sabemos que Mary Barra y otros ejecutivos de GM han viajado a Europa por estas negociaciones, aunque por el momento no se han filtrado más datos al respecto de las mismas.
Tratar de analizar el resultado de la posible venta de Opel a PSA es un ejercicio bastante más complejo de lo que pueda parecer a simple vista, puesto que podría cambiar considerablemente el panorama actual en el mercado europeo. Las consecuencias inmediatas van más allá de que Opel y PSA compartan más plataformas y elementos desde ese momento.
Desde la perspectiva de PSA
La llegada de Opel y Vauxhall a PSA traerá dos consecuencias directas a priori, mayor cuota de mercado para PSA (16.3 por ciento) en Europa y una sustancial mejora de las economías de escala. Sin embargo esto conlleva el problema del posicionamiento de las gamas.
Un grupo formado por Peugeot, Citroën y DS además de Opel en Europa y Vauxhall en el Reino Unido necesita estar muy bien planificado para que sus productos no se no pisen unos a otros. En Alemania y Reino Unido la ventaja es clara, pues las nuevas marcas ya se encuentran mejor posicionadas que las de PSA, pero fuera de esos mercados corren el riesgo de chocar de frente con las tres firmas galas.
A simple vista todas estas marcas ya ocupan los mismos segmentos y el mismo posicionamiento generalista. En teoría Opel y Peugeot son algo más premium que Citroën y DS tiene un aire más desenfadado y joven a pesar de ser premium.
Demasiadas marcas apuntando a los mismo objetivos, por lo que las gamas tendrían que reestructurarse y más que probablemente compartiendo plataformas y esquemas mecánicos. Al estilo actual de PSA.
La jugada no parece mala si miramos a los mercados británicos y alemán, pero el resto de Europa precisará de mayor análisis para poder encontrar una fórmula lógica y de éxito.
Otra de las ventajas para PSA puede ser el acceso a la última tecnología en materia de eléctricos gracias al Ampera-e, su asignatura pendiente, pero este no deja de ser un Chevrolet y que ni siquiera es fabricado en Europa, por lo que habrá que esperar si la venta de Opel conlleva aparejada esta tecnología, que no es de la marca alemana.
Desde la perspectiva de Opel/Vauxhall
El beneficio que encontraría la actual GM Europa es claro, menor dependencia de una directiva de ultramar, mayor protagonismo en sus mercados y mejoras en las economías de escala, no en vano, ya es lo que hacían conjuntamente con PSA.
Sin embargo, a pesar de poder contar con un mejor producto, y más rentable gracias a ser compartido con Peugeot y Citroën, seguimos encontrando el mismo problema fuera de Alemania y Gran Bretaña. Lo que nos indica a pensar que algunos modelos, los menos importantes fuera de sus mercados clave podrían correr el riesgo de desaparecer. Aunque también existe la posibilidad de la introducción de nuevos modelos en nuevos segmentos.
Desde la perspectiva de General Motors
La salida de Opel y Vauxhall del paraguas de GM tiene dos consecuencias claras y evidentes. La primera es la desaparición de los números rojos de Opel de los libros de GM, cuyas pérdidas han sido una molestia constante para la corporación de Detroit, y la segunda es que Chevrolet volvería a tener la puerta abierta en Europa, siendo una marca global tal y como se planeó la década pasada.
Por otro lado, perder a Opel significaría perder al departamento de desarrollo que ha creado numerosas plataformas y modelos destinados a varios mercados, como Buick en USA y Holden en Australia, que se nutren y cada vez más de los modelos de la marca alemana.
Estas marcas deberían replantear las siguientes generaciones de su gama actual, aunque al igual que Opel, que tendría que adaptar su gama paulatinamente al nuevo producto PSA+Opel.
Otro detalle a tener en cuenta es la propia naturaleza de la compra, pues no tendrá el mismo resultado hacerse con un porcentaje mayoritario de la empresa, manteniendo GM un porcentaje de la misma y por tanto, permanecer su implicación e interés en la marca - lo cual es la alternativa más probable - que hacerse con la totalidad de la participación de GM, lo que sacaría a la corporación de Detroit de la ecuación y posibilitaría la entrada en escena de Chevy en el viejo continente, algo a lo que PSA no estaría de acuerdo.