Coches RarunosPTV 250, un éxito 'made in Spain'

El microcoche español más exitoso de la historia, tras el popular Biscúter, fue el PTV 250. Innovador y elegante, el diminuto modelo catalán supuso el germen de una compañía que hoy puede presumir de ser una de las más prestigiosas del mundo en su sector.

PTV 250, un éxito 'made in Spain'

7 min. lectura

Publicado: 02/04/2016 09:00

La versión básica del PTV 250 carecía de puertas

Los microcoches vivieron su momento de auge en Europa durante la década de 1950. En la posguerra pocas familias podían permitirse comprar un automóvil y aquellos sencillos coches en miniatura eran muy económicos de adquirir y mantener. España no se mantuvo al margen de esta tendencia y en Coches Rarunos vamos a conocer uno de los mejores ejemplos nacionales en este segmento: el PTV 250.

Por el Viejo Continente iban triunfando los diminutos modelos de Isetta, Messerschmitt, Heinkel o Goggomobil. En nuestro país el más popular fue el Biscúter, que tuvo sus orígenes en Francia y se fabricó en Barcelona. Tras éste, el PTV 250 fue el segundo microcoche español más vendido con nada menos que 1.100 unidades fabricadas.

En 1932 Antoni Tachó montó un taller de reparación de automóviles y motocicletas en Manresa, Garaje Tachó. Un tiempo después su hermano Guillem, que trabajaba en la factoría barcelonesa de Hispano Suiza, se incorporó al negocio y creció hasta ser concesionario Renault y agencia oficial Montesa.

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Esquema técnico del PTV 250

Eran unos excelentes mecánicos que utilizaban sus ratos libres para diseñar piezas, accesorios diversos y recambios difíciles de encontrar en el mercado que se comercializaban bajo las marcas Tachó y Titán. Su ingenio no se detuvo ahí y también se lanzaron a crear dos prototipos, familiarmente apodados la Ballena(1950) y el Coca(1953).

El empresario Maurici Perramón acudió a los hermanos Tachó para que instalaran gasógenos que debían proporcionar energía durante los períodos de restricciones eléctricas en la fábrica Perramón y Badía. Esta compañía realizaba cintas de alta calidad con avanzados telares y Perramón era el jefe técnico.

Maurici Perramón al volante del PTV

Acabó resultando que el empresario y los hábiles hermanos compartían afición por el mundo del automóvil, la mecánica y las competiciones de coches y motos. Cuando conoció el Coca, Perramón pensó que una versión de producción podría tener un gran éxito comercial. Con el apoyo del empresario, el proyecto entraba en una nueva fase.

Perramón, los hermanos Tachó y Josep Vila, este último colaborador en el desarrollo del Coca, se asociaron y el 4 de mayo de 1956 nace Automóviles Utilitarios S. A. (AUSA). Los coches de AUSA se comercializarían bajo la marca PTV, que tomaba las iniciales de los apellidos (Perramón, Tachó, Vila).

Dos PTV 250 delante del local donde se fabricaban

Aquel mismo año se presentó el PTV 250 y llegó rompiendo moldes. Lejos de los microcoches con forma de huevo que abundaban en la época, el automóvil catalán tenía un aspecto realmente atractivo. Su carrocería descapotable, que sólo tenía 2,95 metros de longitud, mostraba un diseño muy elegante y se asentaba sobre un bastidor tubular de acero.

El resultón modelo estaba propulsado por un sencillo motor monocilíndrico de dos tiempos situado en la parte trasera. Con apenas 247 centímetros cúbicos, este pequeño propulsor entregaba una potencia de 11 CV que se enviaban a las ruedas traseras a través de una caja de cambios de tres marchas.

Hbaitáculo sin lujos pero bien rematado

La cifra de potencia es modesta pero con apenas 330 kg el PTV 250 era capaz de alcanzar la nada despreciable velocidad de 75 km/h, más que muchos otros microcoches de la época. También contaba con una suspensión delantera independiente y frenos en las cuatro ruedas, algo de lo que no podían presumir muchos de sus rivales.

Su bello diseño, la destacada fiabilidad y el gran confort de marcha que era capaz de ofrecer pronto le permitió ganarse el favor del público. Algunos PTV 250 se utilizaron en competición, otros también tuvieron alguna fugaz aparición en películas de la época e incluso hubo una escasa tirada de 45 unidades para su uso comercial como microfurgoneta -de escaso éxito por su exigua capacidad de carga-.

La actriz Concha Velasco a bordo de un PTV 250 en la película "La boda era a las doce". A la derecha, publicidad del modelo manresano

El PTV se vendía en toda España, aunque muchas unidades superaron nuestras fronteras. El precio partía de las 44.500 pesetas en su versión más asequible -que carecía de puertas- y que llegaba a las 55.000 pesetas en su variante más costosa con carrocería bitono. Resultaba más caro -y lujoso- que un humilde Biscúter, sí, pero aún así seguía costando la mitad que un coche de importación.

En 1957 salió al mercado el Seat 600 por 65.000 pesetas, un precio de derribo que acabó de un plumazo con todos los microcoches. Por aquel entonces AUSA trabajaba en el desarrollo de un modelo más potente, el PTV 400, pero nunca llegó a fabricarse en serie. El seiscientos había conseguido que los microcoches dejaran de tener sentido.

La compañía de Manresa fue el único fabricante nacional de microcoches que sobrevivió, aunque cesó la producción de automóviles en 1961. Reorientó su negocio sabiamente hacia la producción de maquinaria industrial como carretillas, hormigoneras y dumpers de todo tipo y hoy en día AUSA es una de las compañías más prestigiosas de su sector, con filiales en Francia, Reino Unido, Alemania, México, Brasil y China. No está nada mal para un pequeño fabricante de microcoches.

Stand de 1961 con el PTV 250 estándar, la inusual variante furgoneta, una inédita versión Especial Bi-Suple que añadía dos diminutos asientos plegables para niños en la parte trasera y su primer moto-volquete (dumper)

Fotos: Fotos: Cartype, pieldetoro.net, RM Auctions

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