¿Qué sentido tiene enseñar a un vehículo autónomo a derrapar al límite o hacer drifting?
Dentro de la enorme casuística a abordar por las inteligencias artificiales en la conducción está el hacer frente a situaciones límite donde lo importante es preservar la integridad del vehículo y los pasajeros. La disciplina del drifting puede ser muy útil para mantener el control en ciertas situaciones sobrevenidas.
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Publicado: 04/02/2022 22:15
Hace ya un año que el Toyota Research Institute nos presentó un prototipo del GR Supra con un evidente ensanche de vías y modificaciones diversas para mejorar en la práctica del drifting. Pero la idea subyaciente era hacer un coche que pudiera hacer drifting sin ningún conductor al volante, un conductor humano.
A modo de recordatorio, el drifting es una disciplina de automovilismo deportivo en el que se trata de enlazar curvas a la máxima velocidad posible mientras se guarda un delicado equilibrio entre el agarre de los neumáticos, velocidad, ángulo de rotación, etc. No suele estar al alcance de ningún conductor del montón.
Y es que las técnicas empleadas en el mundo de la competición tienen su utilidad práctica para la conducción de todos los días, especialmente cuando se trata de hacer frente a situaciones muy complicadas que requieren pericia y control del vehículo. Estas técnicas pueden evitar siniestros viales cuando se utilizan de forma adecuada y en el momento preciso.
Pues bien, tenemos novedades sobre aquel prototipo de Toyota, que es el primer coche autónomo del mundo en el mundo del drifting. Para empezar tiene reflejos de felino, las trayectorias se calculan 20 veces por segundo, más rápidamente que un conductor experto en la disciplina. El piloto profesional Ken Gushi colaboró con los ingenieros de Toyota.
De momento el prototipo no es completamente autónomo porque necesita conocer de antemano dónde están los obstáculos y no es capaz de reconocerlos de otra forma. De hecho, el coche solo se «conoce» un trazado de 3,2 kilómetros en la pista de Thunderhill Raceway Park (California, EEUU).
A la hora de evitar una situación sobrevenida de falta de agarre, como pisar una mancha de aceite, gravilla o una placa de hielo, tenemos dos opciones, evitarlas dando un rodeo, o atravesarlas tratando de mantener el control. Eso es lo que se trata de enseñar a la inteligencia artificial, retomar el control de la situación en vez de simplemente tratar de detenerse con los mínimos daños posibles.
Avinash Balachandran, gerente sénior del equipo de investigación de conducción centrada en el ser humano del TR, dijo: «Estamos ampliando el margen en el que se puede controlar un automóvil, con el objetivo de brindar a los conductores normales los reflejos instintivos de un piloto de carreras profesional para poder manejar las emergencias más desafiantes y mantener a las personas más seguras en la carretera».
Colaboran también en el proyecto los chicos del Laboratorio de Diseño Dinámico de la Univesidad de Stanford, que previamente demostró el potencial de esta tecnología con un DeLoream DMC-12 modificado con propulsión eléctrica. Pudimos ver el resultado en el célebre vídeo titulado «MARTYkhana». Con Toyota han ido más allá.
Las aplicaciones prácticas de esta tecnología abarcan tanto la conducción asistida con personas al volante, como inteligencias artificiales que conduzcan coches autónomos. Ciertamente es un alivio pensar que los coches autónomos podrán hacer frente a situaciones muy peligrosas como salir airosos de un patinazo o, en su defecto, que el tortazo sea mucho más leve.
No obstante, esta tecnología no tiene la intención de sustituir al conductor, sino de mejorarlo y «magnificarlo» con una ayuda que puede ser fundamental en caso de emergencia. No tiene pinta de que los Toyota tengan en el futuro un «modo drift» que sea utilizado incorrectamente -todos sabéis a qué me refiero-.
En una etapa siguiente de desarrollo el coche necesitará una serie de sensores para poder percatarse de una situación de emergencia con más anticipación. En cuanto al volante, hay un interesante debate técnico, ¿debe desacoplarse la dirección temporalmente para que el conductor no entorpezca la corrección, o este tendrá que tener la sangre fría de soltarlo parcialmente para que la inteligencia artifical actúe, como hacen los pilotos de prueba?
De momento los diseñadores de automóviles dan al conductor siempre el último poder de decisión. Por ejemplo, si un asistente de mantenimiento de carril nos corrige para no salirnos fuera, siempre podemos ignorar la corrección y forzar la salida del carril. Será más o menos estúpido, pero la máquina no toma la última decisión.