El nivel de CO2 emitido descendió un 26% en todo el mundo, pero se augura que se recuperará con más fuerza
La pandemia que paralizó prácticamente a todo el mund, ha tenido como consecuencia una más que notable reducción de los niveles de CO2 a nivel mundial. Pero es como si hubiésemos sacado un vaso de agua del océano ya que, sus efectos, no se notarán ni tan siquiera en las emisiones globales previstas para el año.
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Publicado: 23/05/2020 17:00
Posiblemente haya sido la investigación más exhaustiva que se haya hecho hasta la fecha encaminada a calcular la emisiones de CO2 y más concretamente, la reducción debida a la pandemia global que estamos sufriendo. Ha sido la prestigiosa revista Natura Climate Change quien publicaba, el pasado martes, los resultados que todos nos imaginábamos.
Considerando el pasado 7 de abril como el momento en el que las emisiones se redujeron al máximo (la influencia no ha sido igual y simultánea en el mundo), la reducción llegó a ser un 17% inferior a la media que se alcanzó en 2019 o, lo que es lo mismo, 17 millones de toneladas diarias menos de dióxido de carbono.
Si analizamos la media por regiones, en Europa la caída se situó en un 27% menos y, en España, la máxima que alcanzamos fue de un 31,9% inferior. Esta cifra nos lleva a niveles de emisiones que se alcanzaron en 2006. A otro lado del Atlántico, ciudades como California o Washington llegaron a tener caídas de nada menos que el 40%.
Aunque estos datos podrían parecer alentadores, lo cierto es que no tendrá consecuencias positivas. Corienne LeQuere, autora principal del estudio, hizo una más que interesante comparación con la que entendemos la situación: «es como si te haces un baño con el agua hasta el borde de la bañera, pero mientras la estás llenando cerraste el grifo durante 10 segundos».
De hecho, el pasado 30 de abril los niveles de emisiones ya habían aumentado 3 millones de toneladas diarias respecto al punto más bajo. Esto es debido al ya previsto efecto rebote, que se producirá a medida que se reactive la economía. En el estudio se calcula que la reducción anual de emisiones será de solamente un 4%, y sería de un 7% en caso de mantener las restricciones actuales.
Esto nos situaría en los niveles de contaminación alcanzados en 2019 por lo que, en la previsión del calentamiento global, habríamos «comprado» un comodín para retrasar un año lo inevitable. Pero el hecho de que entre 2050 y 2070, el calentamiento generalizado de la tierra será ya de 1 ºC, seguirá su curso.
Analizando los principales emisores de CO2, el transporte terrestre redujo sus emisiones en un 43% en el momento de menor actividad. Por su parte, la energía lo redujo en un 19% y la industria en un 25%. Curiosament,e quien menos afectó al nivel total de emisiones ha sido el transporte aéreo. A pesar de que los vuelos se redujeron drásticamente, sus emisiones solamente han supuesto un 10% en el cómputo global.
Teresa Ribero plantea una reconstrucción pensando en un modelo sostenible
Paralelamente a la publicación de este estudio, el Gobierno de España aprobaba en Consejo de Ministros un plan medioambiental con el que impulsar la reconstrucción de la economía. El objetivo es reducir las emisiones contaminantes, de forma paulatina, de aquí a 2050. Este anteproyecto de Ley de Cambio Climático pasará ahora al Congreso donde los diferentes grupos parlamentarios pasarán a debatir los diferentes puntos.
Teresa Ribera, Ministra de Transición Ecológica, declaraba que «el momento es particularmente delicado. Estamos presentando un debate público sobre cómo queremos reconstruir España, con una oportunidad estupenda orientando el proceso de recuperación hacia un modelo de prosperidad».
El objetivo es que, en 2050, España tenga unas emisiones contaminantes neutrales, es decir, que sea capaz de compensar las que haya. El mismo objetivo está a nivel europeo. Para ello el primer objetivo es que en 2030 el 70% de la energía proceda de fuentes renovables mientras que, a nivel de emisiones, estas sean un 20% inferiores a las que se medían en los años 90. Todo ello permitiría una reducción del CO2 en aproximadamente un tercio.
Respecto a la anterior propuesta, y entrando en materia de la automoción, no se prohíbe expresamente la venta de vehículos emisores de CO2 a partir de 2040, como antes se había anunciado. Pero lo que sí se hará es intentar que junto a la Unión Europea y los fabricantes, se aprueben medidas para que en ese año los coches no contaminen. De esta forma y sobre 2050, no habría apenas vehículos que contaminasen, excepto los históricos.
Por último y hablando de las ciudades, a partir de 2023 todas las ciudades de más de 50.000 habitantes tendrán zonas acotadas de bajas emisiones y, al mismo tiempo, impulsar medidas de movilidad alternativas como el transporte público, uso de bicicletas, etc. Ese límite está actualmente fijado en poblaciones de más de 100.000 habitantes.
Hay que recordar que las emisiones de CO2 no son estrictamente contaminantes, contribuyen a aumentar el efecto invernadero en la atmósfera. Los gases que producen contaminación y daño más inmediato son los óxidos de nitrógeno (NOx), partículas (PM), óxidos de azufre (SOx), monóxido de carbono (CO) o los hidrocarburos no quemados (HC).
Fuente: Nature Climate Change