Reinventando el volante: así puede ser la direccion asistida del futuro
En esencia, el control de los coches no ha cambiado sustancialmente desde que en 1898 se instalase el primer volante para reemplazar a la caña. Hay varios enfoques para dar el salto evolutivo en este sentido, con vistas a la conducción autónoma.
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Publicado: 22/02/2021 22:00
Asir un volante es uno de los mayores placeres de la conducción, aunque en determinadas circunstancias puede convertirse en un pequeño suplicio, sobre todo en viajes largos. La conducción autónoma permitirá en pocos años librarnos de esa tarea, si lo deseamos. Eso nos lleva a replantearnos el sistema actual.
Desde que en 1898 los Panhard et Levassor equipasen los primeros volantes, la evolución técnica de la dirección ha ido sobre todo en aras del confort, la seguridad y la precisión, manteniendo el principio básico de funcionamiento: conexión mecánica del volante a las ruedas.
Hemos visto en varias décadas como llegaron las primeras direcciones asistidas, las columnas de dirección colapsables, relaciones de giro variables en alta gama y las asistencias que intervienen brevemente sobre el volante -con asistencia electromecánica-. En algunos modelos es posible retirar las manos del volante sin que el coche pierda la trayectoria, y en circunstancias muy determinadas.
Recientemente vimos una propuesta muy audaz de Tesla para reemplazar el volante tradicional del nuevo Model S, unos «cuernos» de inspiración aeronáutica en los que se han suprimido las palancas de las luces, limpiaparabrisas y hasta el cambio automático. Entonces, ¿cómo se elige si se va hacia delante o hacia atrás?
Elon Musk respondió a la pregunta a tráves de Twitter. Dependiendo del contexto, el coche determinará las posibles intenciones del conductor. Por ejemplo, al acercanos a un muro -aparcando-, el sistema entenderá que tras haber frenado lo siguiente que se desea es recular hacia atrás.
Si se diera el caso (que se dará) de que el sistema no acierte en su pronóstico, el conductor podrá elegir la dirección de marcha en la pantalla táctil. Si el sistema está bien afinado, podría hasta evitar algunos accidentes de baja velocidad por seleccionar la marcha incorrecta.
Pero no solo el volante puede reinventarse a nivel de forma, también en su conexión a las ruedas. Allá por 2013 Nissan fue el primer fabricante que introdujo en coches de serie el sistema steer-by-wire, en el que el volante perdía su conexión a las ruedas pero se mantenía la columna por motivos de seguridad.
El nuevo volante de Tesla también es un sistema steer-by-wire
Un sistema de triple redundancia reducía la posiblidad de fallo a unos niveles que rayaban en la irrelevancia. La gracia de este sistema es que al conductor se le trasladan menos sensaciones -digamos- innecesarias, manteniendo el tacto tradicional mediante un sistema de force feedback y mucho ajuste fino.
Al poco tiempo de debutar el sistema, Nissan tuvo que llamar a revisión a 23 unidades del 2014 Infiniti Q50 porque con bajas temperaturas la electrónica dejaba de funcionar temporalmente y tenía que engranarse el volante a la columna mediante un sistema de embragado. Nadie salió herido, hablamos de menos de un segundo, pero ahí quedó ese precedente.
Otro capítulo en el que el volante puede evolucionar es en su ubicación. En octubre tuvimos conocimiento de un sistema patentado por Volvo para poder ubicar a placer el volante en la posición izquierda, en el centro, o a la derecha, según el país donde se ruede y de la ocupación de las plazas delanteras.
En este sistema, el volante se traslada horizontalmente a través de un raíl, y esto implica necesariamente un sistemas de volante por cable. Por otro lado, hemos visto en prototipos que el volante puede incrustarse en el salpicadero cuando no se usa, y sacarlo cuando se quiera conducir de modo manual.
Los sistemas steer-by-wire ya se han adoptado con éxito en competición: los pilotos ganan precisión, se cansan menos y castigan menos los neumáticos
Como hemos visto, no podemos dar por sentado que vamos a mantener ni la forma, ni la ubicación, ni las palancas, ni el tacto del volante... ni siquiera la posibilidad de tener un volante a bordo. Todavía nos estamos acostumbrando a los cambios automáticos y el cambio de mentalidad de cómo manejar el volante no será baladí.
Aquellos que no quieran «pasar por el aro», nunca mejor dicho, tendrán que ir pensando en conducir modelos menos nuevos o que aún ofrezcan un volante tradicional para seguir disfrutando del placer clásico de conducir.