El adiós del Renault Captur PHEV se convierte en un desafío, los del Rombo no renuncian a esta tecnología con una gran incógnita por delante

El reciente restyling sufrido por el Renault Captur ha dejado un importante hueco en la oferta de este pequeño y exitoso SUV. La marca del Rombo se ha cargado de un plumazo las versiones híbridas enchufables, dejando estrictamente dos opciones con tecnología MHEV y otra híbrida auto-recargable. Una estrategia que también ha seguido con la última novedad del fabricante, el nuevo Symbioz.

Esta solución electrificada ni siquiera está disponible en el Austral ni tampoco en el Espace, por lo que actualmente encontrar un híbrido enchufable en Renault solamente es posible a bordo del nuevo Rafale. Así lo ha confirmado Gilles Le Borgne, director de Renault, quien ha señalado que «Renault mantiene la puerta abierta a los PHEV», tanto para modelos en los que no ha estado disponible nunca como en los que sí.

Los PHEV, un pastel muy goloso al que Renault no quiere renunciar

Pero, por supuesto, detrás de esta decisión hay factores que la justifican y obligado a Renault a apostar más por los eléctricos para compensar el exceso de emisiones máximas permitidas por la Unión Europea para la gama. Bruselas ya ha detectado el problema de los híbridos enchufables, saben que contribuyen a rebajar las emisiones, siempre y cuando se utilicen correctamente, pero los clientes se niegan a recargar la batería. El peso del vehículo, los pasajeros y la carga en el maletero, las aumentan considerablemente las emisiones.

El Captur PHEV, que costaba 10.000 euros más que las versiones MHEV, suponía el cinco por ciento de las ventas del modelo, al menos en Francia durante 2022. Puede parecer poco en un modelo que vende miles de unidades, pero a efectos de evitar multas por exceso de emisiones, es mucho. Incluso, hay que tener en cuenta que las ventas de coches híbridos enchufables crecieron un 17 por ciento en el primer trimestre del año, superando las 153.000 unidades.

Reeducar a los dueños por la fuerza, ¿la única solución?

Pero el problema al que se enfrenta la marca francesa es de calado, porque no depende de ella misma. La responsabilidad es de los propietarios y cómo obligarlos a cambiar este mal hábito es un imposible. Le Borgne ha apuntado que «El problema no es la tecnología. Necesitamos obligar a los conductores a cambiar su comportamiento». El galo ha dejado caer la posibilidad de inventarse un sistema de advertencia al conductor que, no se sabe, si impediría el arranque o desconectaría el funcionamiento híbrido si el modo eléctrico no se utiliza lo suficiente.