SEAT León Eurocup 2015, un día entre bastidores con final de infarto
Durante un día he tenido la oportunidad de ver las carreras desde dentro. La SEAT León Eurocup 2015 llegaba a su punto final y he podido ser testigo de cómo se sienten esas carreras por dentro. Con un regalo final impresionante.
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Publicado: 07/11/2015 17:00
Gracias a SEAT he tenido la ocasión de acudir a la cita que debía coronar al campeón de la segunda edición de la copa monomarca, la SEAT León Eurocup 2015. Un día entre gasolina, aceite, neumáticos y velocidad. Con un final tremendamente divertido y sobrecogedor. Así fue este glorioso día.
Desde los albores del automovilismo el hombre ha querido ir más deprisa de lo en un principio es físicamente posible. Las carreras nacieron para suplir esa necesidad, esa droga, que es la velocidad. Las luchas amateur han representado siempre la rama más pura y auténtica del mundo del motor. Civiles a diario pero pilotos los fines de semana. Grandes nombres y leyendas se han forjado en estas competiciones que poco a poco van saliendo de su etapa más oscura.
Marcas como SEAT han querido mantener este tipo de competiciones vivas. Una excelente manera de promocionar y ayudar a pilotos. Para ello nada mejor que emplear a su modelo más comercial de todos, el León. Se trata de uno de los turismos de competición con más éxito. En el pasado gano el título mundial del WTCC en las temporadas del 2008 y 2009. Y desde el 2003 ha sido empleado para competiciones monomarca, llamada SEAT León Eurocup desde el año pasado.
El circuito barcelonés de Montmeló tuvo el privilegio de albergar las últimas dos pruebas de un campeonato sumamente apretado. Cada una de las mangas, una el sábado y otra el domingo, puntúa un máximo de 10 puntos para el ganador, a los que hay que sumar tres puntos más si se consigue la pole position. Dos pilotos llegaron igualados a puntos, el español Pol Rosell, vigente campeón de la SEAT León Eurocup, y el noruego Stian Paulsen. Como invitada de excepción, y como embajadora de la marca, la 16 veces campeona del mundo de trial, Laia Sanz, participó en ambas pruebas.
33 pilotos tomaron parte en cada una de las mangas, donde la pole estuvo separada por poco más de 70 milésimas de segundo
Antes de la primera de las carreras el nerviosismo era más que patente. La primera posición la ocupaba Mikel Azcona, seguido por Rosell. Paulsen por su parte ocupaba el noveno cajón de salida, y Laia Sanz en una más que excelente decimosegunda posición. En los momentos previos los mecánicos se encargan de poner a punto los últimos detalles, se ponen los neumáticos nuevos, nada de mantas calefactables, están prohibidas. Apenas unos minutos donde se mezclan las prisas y la concentración de los pilotos que no se bajan de sus monturas.
La carrera da comienzo. A la primera curva se forma una montonera que divide la parrilla por la mitad, Laia se ve envuelta en ese tinglado y rápidamente cae 10 posiciones. Mientras tanto Rosell toma el mando de la manga en lugar de Azcona, y Paulsen remonta puestos de manera espectacular. Tras las 14 vueltas, Paul Rosell se alza con los 10 puntos, seguido por Azcona. Paulsen acaba en una gran cuarta posición y Laia Sanz ha sido capaz de remontar hasta la 17. El campeonato aún tendrá que decidirse en la siguiente carrera disputada el domingo.
Hay que decir que por todo el recinto reina un gran ambiente. Es lo bueno de estas carreras, que lejos de otras competiciones más inaccesibles, se muestra abierta a un mayor contacto con los aficionados. Desde los boxes se respira el nerviosismo, al igual que desde los muros del pit lane, donde se sigue con detenimiento la telemetría y se entabla conversaciones con los pilotos.
Tras la segunda de las carreras, mucho menos apretada en esta ocasión, el español Pol Rosell se alza con el segundo entorchado de la competición, gracias en parte a los problemas mecánicos sufridos por su rival noruego que no consigue acabar la carrera. Por su parte la embajadora Laia Sanz mejora la posición lograda el sábado, alcanzado una meritoria decimosegunda posición. A pesar de las decepciones el buen ambiente sigue presente en el trazado catalán.
15.000 euros fue el premio para el campeón, 10.000 euros para el segundo clasificado y 5.000 para el tercero
Hay que decir que aunque los premios los reciben los pilotos, uno de los grandes protagonistas es el SEAT León Cup Racer. SEAT cuenta con una dilatada experiencia en el campo de las competiciones de turismos, y para esta ocasión se toma prestado un SEAT León Cupra al que se le elimina todo lo no esencial, y se le suma un arco de seguridad, una aerodinámica trabajada, materiales ligeros como fibra de carbono y unos pocos retoques en el vano motor.
Decir en este punto, que lejos de lo que podamos pensar, el motor se mantiene casi como el de serie. Lo único que se modifica es la distribución de elementos como el Intercooler, se amplían los filtros del aire y sobre todo se mejora el escape y la electrónica. Al final de todos estos trabajos el León Cup Racer es capaz de alcanzar los 330 CV contenido en un peso de 1.250 kilogramos. En cuanto al cambio el DSG de fábrica sigue estando presente, aunque se han reforzado los engranajes para que sea capaz de soportar la dureza de la competición.
Dos vueltas a bordo del SEAT León Cup Racer
Ahora bien, ¿cómo se siente esa bestia desde dentro? Pues gracias a SEAT tuve el privilegio de poder dar dos vueltas al circuito de Montmeló, como copiloto eso sí. A los mandos se encontraba la andorrana Amalia Vinyes, piloto de Baporo Motorsports. Con el mono y el casco enfundados, me inserto en el baquet del acompañante, una maniobra nada fácil de completar dado mi tamaño y la estrechez de la zona de paso. Pero se logra, todo sea por sentir al León rugir.
Una vez Amalia pone el León Eurocup en marcha lo primero que te percatas es que el ruido es muy intenso en el interior. Para competir se prescinde de todo, y llevamos la carrocería al descubierto, así que nada de aislante o cualquier otra molestia. Además el escape es libre, y desprende un sonido en su tramo final de más de 100 decibelios. Decir que un avión en su maniobra de despegue desprende 140 decibelios, así que imaginaos el ruidito que hace ahí dentro.
Pero no es molestia, las ganas de dar las vueltas superan la ruido, que no es broma, llegas a ignorar, hay cosas que impresionan mucho más. Tengo que decir que esperaba sinceramente que Amalia me diera dos vueltas en “plan tranqui” o en modo VIP como se suele decir, pero nada más lejos de la realidad. La tía aprieta nada más salir desde la calle de boxes. Es en ese momento cuando me percato que para ella son vueltas extra con el coche, un regalo para ambos que se toma muy enserio.
Seguro que la mayoría conocéis el trazado de Montmeló, con sus desniveles, curvas rápidas y largas rectas. Es el circuito más empleado por los equipos de Fórmula 1 en su puesta a punto de cara al mundial, por algo será. Sus 4.627 metros han sido testigo de grandes batallas, épicos adelantamientos y multitud de accidentes. No quisiera ser yo engrosar la lista de estos últimos.
Pero la verdad es que me siento confiado, mi conductora muestra buenas dotes, aunque en ciertos momentos me pregunto ¿por qué irá tan rápido? Y no es lo rápido que va, al fin y al cabo la cifra más alta que puedo ver en el display son 230 Km/h, es la frenada lo que más me impresiona. Es increíble lo que puede cambiar el comportamiento de un coche con unos cuantos “apaños”, como reducir el peso y ponerle unos frenos de competición.
La frenada del León Cup Racer es brutal. Es capaz de sacarte los ojos de las cuencas. Quepa decir que al final de la larga recta de meta, a los 230 Km/h anteriormente mencionados, veo pasar el cartel de 200 metros, y el de 150, preguntándome cuándo piensa frenar esta mujer. La curva se avecina muy deprisa, y si por mí fuera hubiera frenado hace medio kilómetro, pero yo no soy piloto, Amalia sí, y lo hace pasado el cartel de 100 metros. A pesar del arnés de cuatro puntos el cuerpo se inclina hacia delante, una frenada corta pero precisa que va seguida de un volantazo a la derecha y después de otro a la izquierda.
Tras las dos vueltas y una vez enfilada la calle de boxes, tomada a una velocidad demencial, me bajo del coche, a duras penas, porque si difícil es subir más difícil es bajar, con una sonrisa en la cara y pensando que si algún día me toca un euromillón puede que me apunte a una de estas competiciones monomarca, donde el únicamente el precio del coche ya supone un desembolso cercano a los 100.000 euros. Como he dicho al principio, una manera “relativamente” barata de sentirte como Fernando Alonso o Lewis Hamilton. Qué pena, se me ha hecho corto.