Shell quiere adquirir ubitricity, la red de recarga de vehículos eléctricos más importante del Reino Unido
Una de las petroleras por excelencia quiere aumentar su penetración en el negocio de la recarga de vehículos eléctricos adquiriendo por completo a ubitricity. Si lo permiten las autoridades, se hará con la red de recarga del Reino Unido con mayor cuota de mercado.
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Publicado: 25/01/2021 22:00
Lo ideal para un propietario de un vehículo eléctrico es recargar en una vivienda unifamiliar o una plaza de garaje donde cuente con su propio enchufe, pero no es una solución válida para todos. Otra opción es poder recargar en puntos públicos, algo razonable para quien no necesita toda la autonomía en el día a día y aparca en la calle.
Ahí los fundadores de ubitricity tuvieron una buena idea. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Es decir, frente al modelo de negocio de que el cliente debe conseguir energía para su vehículo en un lugar concreto (como una gasolinera), ubitricity acerca ese servicio a las calles usando infraestructuras existentes.
ubitricity cuenta con una red de 2.783 puntos de recarga en el Reino Unido de un total de 21.319, según el censo actualizado hoy por Zap Map. Con una cuota del 13,1%, es el operador con mayor cuota del mercado británico, y permanece en primera posición desde noviembre del año pasado, cuando tenía 2.554 enchufes.
Los cargadores de esta red están colocados en la calle con un planeamiento de bajo coste: aprovechando acometidas ya existentes e infraestructura como farolas o bolardos. Allí instalan cargadores «lentos» de hasta 5,5 kW, más potencia de la que obtiene el típico cargador de uso esporádico y enchufe Schuko convencional.
Los clientes de ubitricity desbloquean el punto de carga con una aplicación móvil y se les cobra directamente en sus cuentas bancarias
Dado que no todos los clientes de la red necesitan mucha autonomía en su día a día, les puede bastar con una recarga lenta mientras están en sus domicilios, cerca de un trabajo o al ir de compras. En estos puntos de recarga se emplean cables con conector Tipo 2, ampliamente compatibles con los vehículos existentes. Pueden dar 25-50 km de autonomía en una hora.
Hay argumentos detrás de este planteamiento. La recarga puede funcionar de forma mucho más amistosa con la red eléctrica, aprovechando los excedentes de generación de renovables y los momentos en los que hay -por decirlo de alguna forma- menos tráfico de electrones. Así, el impacto en la red es el más bajo posible.
¿Y qué pinta Shell en este negocio? Para empezar, toda gran petrolera está empezando a entender este concepto: en cuestión de un par de décadas su masa de clientes puede desaparecer en tal número que queden sus cuentas insostenibles. Sirva de anticipo que en Japón cierran unas 1.000 gasolineras al año, y las 30.000 actuales son muchas menos que las 60.000 que había en 1994 (cifra histórica más alta).
Cada vez habrá menos vehículos de combustión interna que necesiten zumo de dinosaurio. En cambio, los vehículos eléctricos sí van a necesitar una red con soluciones de diversos tipos: recarga lenta, rápida, ultrarrápida y de velocidad «absurda»; para el día a día, para viajar, para imprevistos. Y es un modo distinto de relacionarse con sus clientes.
Shell ya está tejiendo una red de cargadores que fundamentalmente atienden las necesidades de desplazamientos de medio y largo recorrido: 1.000 cargadores rápidos en 430 estaciones de servicio y un acceso a 185.000 cargadores de terceros para sus clientes. Y adquiriendo ubitricity no solo tendrían la red británica, hay más.
La empresa, fundada en Berlín, también tiene cargadores callejeros en Francia y Alemania, y también ha realizado instalaciones de uso privado, más de 1.500 cargadores a escala europea. Shell quiere comprar la empresa al completo, el memorándum de entendimiento ya se ha firmado y se espera el visto bueno de las autoridades competentes.
A largo plazo, Shell quiere ser un negocio de cero emisiones en 2050, o lo que es lo mismo, esta petrolera llegará un día en el que no tendrá surtidores de productos derivados de combustibles fósiles, o que su venta sea minoritaria para un segmento de mercado muy pequeño: clásicos e históricos.
O lo que es lo mismo, si un día las petroleras quisieron acabar con el coche eléctrico -y con su colaboración, casi se logra-, ahora piensan de otra forma: ya que la combustión interna tiene fecha de caducidad, hay que ir a por lo eléctrico. Es un giro de timón considerable en solo cinco años, pero rectificar es de sabios.
Fuente: Shell UK