La gestión de la temperatura, el gran reto en el diseño de los coches eléctricos

Las temperaturas son un importante factor a tener en cuenta los coches eléctricos. El calor, como el frío, son factores a tener en cuenta en el diseño del todo el conjunto. Los fabricantes están obligados a diseñar sistemas termodinámicos para garantizar el buen funcionamiento, y te explicamos por qué.

La gestión de la temperatura, el gran reto en el diseño de los coches eléctricos
Prototipo del Mercedes EQC de pruebas en el desierto - Mercedes-Benz

5 min. lectura

Publicado: 10/01/2020 20:00

Si el frío es uno de los aspectos a superar en el desarrollo de los coches eléctricos, especialmente en el comportamiento y funcionamiento de la batería, el calor no es menos afectando, a partes iguales, al diseño y a la mecánica. Los fabricantes están obligados a desarrollar tecnologías para compensar los efectos de la termodinámica.

En esta técnica entra en juego la refrigeración de los coches eléctricos. Sabemos que más de un fabricante considera que el diseño de un eléctrico frente a uno de combustión es una "odisea", dado que existen factores y detalles que se hacen más complicados de superar. Por ejemplo, algunas marcas apuestan por eliminar o cerrar por completo la parrilla delantera, el elemento destinado a la refrigeración por excelencia.

Estructura de la batería de los eléctricos de Volkswagen. La temperatura de las celdas, clave en el funcionamiento

Pero también hay quienes apuntan que cuanto menor sea el tamaño del capó y más amplio el parabrisas, la gestión de la temperatura será mejor, lo cual no es cierto. De hecho, cuanto mayor sea el parabrisas, mayor es el volumen interior y el salpicadero y, por tanto, más calor se acumula y genera en el habitáculo; los materiales lo absorben y la única manera de bajar la temperatura es a base de aire frío.

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Sin embargo, en los coches eléctricos, muchos de los componentes principales no solo generan calor residual, sino que también funcionan a una temperatura más baja, por lo que es interesante mantener la más óptima para no causar daños.

Por ejemplo, la batería funciona a un máximo de 20º, por lo que un sistema de refrigeración por agua debe mantener el líquido a esta temperatura, mientras que para la electrónica de potencia asciende a 50º. Aún desprendiendo calor, que es aprovechado para calentar el habitáculo, en la mayor parte de las ocasiones no es suficiente y se instalan bombas de calor adicionales.

Un prototipo del Porsche Taycan, cargando su batería a temperaturas bajo cero / S. Baldauf/SB-Medien

El único medio para garantizar un perfecto funcionamiento en los inviernos más duros como al norte de Europa, en las cercanías del Círculo Polar Ártico. Pero, por otro lado, consumen energía de la batería mermando la autonomía disponible para circular. Razones por las que la gestión de la temperatura en un coche eléctrico es más difícil de equilibrar que en un coche de combustión.

Un reto para los fabricantes cuando lo que se trata es de no malgastar la energía y dedicarla mayormente a los desplazamientos. Así, cada vez son más las marcas que utilizan el calor que genera el cargador de a bordo cuando se conecta a la red, desviándolo para calentar el habitáculo o acondicionar la batería antes de iniciar el proceso de carga cuando las temperaturas exteriores son extremadamente bajas.

Con el calor, las baterías sufren más. Las altas temperaturas afectan más a la vida útil del componente rebajando su capacidad, por lo que es necesario el apoyo del aire acondicionado para el sistema de refrigeración de la batería. Algunos expertos han apuntado un componente extra instalado en la batería, un intercambiador de calor para controlar la temperatura de las celdas, pero su elevado coste lo haría casi inviable para muchas marcas.

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