Toyota veta en Japón la reventa rápida y exportación de los nuevos Land Cruiser 300
El fabricante japonés quiere evitar que los nuevos Land Cruiser caigan en malas manos o que sean objeto de especulación mediante reventa. En el mercado doméstico ya se están tomando medidas para atajar esas prácticas, exigiendo un compromiso a los clientes.
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Publicado: 23/07/2021 22:45
Durante casi 70 años, el Toyota Land Cruiser ha sido uno de los modelos más importantes del fabricante nipón, con un árbol genealógico repleto de versiones de trabajo, para uso familiar, más lujosos, etc. La nueva versión, Land Cruiser 300, está próxima a debutar en su mercado natal.
De momento se han excedido las 22.000 reservas anticipadas del nuevo Land Cruiser, y Toyota sospecha que hay unidades que pueden ser objeto de especulación o de exportación. Ambas cosas pueden dar mala prensa al fabricante, especialmente lo segundo, sobre todo en ciertos países.
Como la producción de vehículos nuevos está sufriendo interrupciones en todo el mundo por la crisis de los microchips, hay problemas de oferta. Eso significa que, dada una mayor demanda, habrá gente dispuesta a pagar más por una disponiblidad inmediata en vez de apuntarse a una lista de espera.
Desde Japón nos llega este contrato que han de firmar los futuros propietarios de un Land Cruiser. En él se expresa el compromiso de que la compra no tiene como destino ni la reventa (impidiendo la posibilidad de vender el vehículo durante un tiempo) ni la exportación fuera del país.
Este contrato está pensado fundamentalmente en los clientes, pero también mete presión a los concesionarios para que colaboren en ese sentido. En caso de infracción, Toyota se reserva el derecho de no volver a tratar con las personas físicas o jurídicas en lo sucesivo, e incluso penalizar a ciertos concesionarios.
El fabricante también está al loro, comprobando si las mismas personas o empresas están tratando de adquirir varias unidades repartidas en diferentes concesionarios. Se trata por lo tanto de evitar posibles problemas de exceso de demanda en la fase inicial de venta del Land Cruiser 300.
En cuanto a vetar la exportación fuera de los canales oficiales, responde a la necesidad de Toyota de no verse salpicada por el uso que hagan de su todoterreno ciertos clientes indeseables que no se pasan por un concesionario, pero que acaban usando sus coches tras una reventa.
Anteriormente esto ya ha supuesto un problema de imagen para Toyota al difundirse imágenes de -por ejemplo- organizaciones terroristas con sus vehículos, sin que el fabricante tenga nada que ver ni haya podido impedirlo. Este problema también se ha dado con otros fabricantes una vez que los vehículos «escapan» a su control.
En el documento a firmar se citan razones de seguridad global en función de los mercados de exportación. La firma va asociada a una entrega de documentación, tanto para personas físicas como para personas jurídicas (como empresas). Así, en el caso de que se viole alguna ley japonesa, será más fácil trazar el camino a los sospechosos.
Para que el fabricante tuviese un control total sobre sus flotas de vehículos, tendría que usar modalidades de leasing o renting en exclusiva. Por lo tanto, los clientes no adquieren el vehículo, pagan por tenerlo durante un tiempo, pero la propiedad es del fabricante.
Esa fue la modalidad que usó General Motors con el tristemente famoso EV-1 -así como otros fabricantes que en esa época participaron en el experimento californiano-, que pudo recuperar sus coches porque no los vendió, los cedió. El contrato japonés no será tan eficaz, pero tendrá un efecto disuasorio.
Como viene pasando en los últimos años, a veces los fabricantes japoneses son muy conservadores en sus previsiones de ventas y la producción inicial no da abasto para atender la demanda. Esta ocasión puede que los efectos perniciosos sobre la demanda se amortigüen, como una escalada de precios en unidades nuevas o apenas usadas.
Fuente: Creative311 (en japonés)