La diferencia entre un turbocompresor eléctrico y un supercargador eléctrico
La llegada de los nuevos sobrealimentadores eléctricos ha supuesto todo un avance en materia de eficiencia y rendimiento mecánico, sin embargo, seguimos encontrando distintos tipos, como son los turbocompresores eléctricos y los supercargadores o compresores eléctricos, que aunque cumplen la misma función, también se diferencian en el sistema empleado para obtener su fuerza de giro.
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Publicado: 29/08/2017 08:00
Hace unos meses os hablamos de la diferencia entre los turbocompresores y los supercargadores, que radica simplemente en la forma en la que estos obtienen la fuerza de giro que necesitan para poder operar. En el caso de los supercargadores o compresores, estos están conectados al cigüeñal, por lo que es el propio motor el que los hace funcionar, mientras que los turbocompresores o turbo son empujados por los gases de escape al salir, por lo que no existe conexión física con el motor.
Hoy día nos encontramos con un nuevo tipo de sobrealimentador, los de tipo eléctrico. Estos son impulsados por un pequeño motor eléctrico, por lo que en teoría no deberíamos encontrar diferencias, sin embargo, nos volvemos a tropezar con la misma pregunta, ¿en qué se diferencia un turbocompresor eléctrico de un supercargador eléctrico?.
Aunque a priori ambos son movidos por motores eléctricos, seguimos encontrando la misma diferencia, ya que en ambos casos encontramos distintos métodos o mecanismos para obtener la fuerza de giro necesaria para la hélice del compresor.
Por un lado tenemos los compresores eléctricos, que emplean un motor eléctrico en todo momento para hacer girar la turbina que toma y comprime el aire necesario para la admisión del motor. La presencia del motor eléctrico hace innecesaria totalmente la correa que hacía girar dicha turbina, aunque sí que es precisa la implementación de un sistema eléctrico de 48 voltios para poder alimentar al motor eléctrico.
En el caso de los turbocompresores eléctricos, estos son también operados por un motor eléctrico, aunque este es de pequeño tamaño, ya que es solo necesario a bajas revoluciones. Como un turbocompresor estándar, este cuenta con los gases de escape para girar la turbina, sin embargo, esto produce el conocido efecto del lag o retraso de entrada del turbo, pues hasta que el motor no sube de revoluciones y por tanto genera la cantidad necesaria de gases de escape, no puede activarse el turbo.
La adición de un pequeño motor eléctrico elimina este efecto, por lo que a bajas vueltas se activa el motor eléctrico permitiendo al turbocompresor operar antes de que la turbina gire a las revoluciones adecuadas. Al no ser necesario el motor eléctrico durante tanto tiempo no es necesario tampoco un sistema eléctrico de más potencia, por lo que puede ser empleado el habitual de cualquier modelo.