La Unión Europea acuerda la ley 'anti-China' de minerales críticos. ¿Disparo a las ruedas del coche eléctrico?
Europa se sabe inferior a sus rivales en la carrera por la descarbonización del transporte y la energía, por lo que busca formas de fortalecerse. La última medida es imponer un límite de importación de materias primas críticas, algo que apunta directamente a China.
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Publicado: 14/11/2023 15:30
La guerra fría entre Estados Unidos, Europa y China en materia de sostenibilidad es cada vez menos sutil, ya que el país asiático incrementa progresivamente su ventaja en sectores que serán estratégicos y cruciales para la economía mundial en un futuro cercano.
Hablamos de la movilidad eléctrica y las energías renovables, sectores que China domina con mano de hierro gracias a unas políticas agresivas tomadas a mediados de la década pasada.
«No tenemos minas, ni aluminio, ni muchos materiales que necesitamos»
Medidas que le han permitido convertirse en el principal productor de materias primas y también de baterías, vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos de consumo.
Estados Unidos y Europa mueven ficha
China es el claro referente del mercado de materias primas críticas como el litio químico, el cobalto refinado o el grafito. Esto le permite no sólo producir el 70 % de las celdas de baterías a nivel mundial, sino también amenazar a la industria automotriz europea, clásica dominadora del mercado hasta hace unos años.
Todo esto ha tenido consecuencias en los últimos tiempos. Por ejemplo, la Ley IRA de Estados Unidos que ha impulsado la industria de movilidad sostenible y las energías renovables a costa de imponer restricciones a los productos y empresas provenientes del exterior.
A su vez, Europa ha realizado diferentes movimientos para impulsar su industria, y también ha pasado al ataque directo al amenazas con imponer aranceles a los vehículos chinos por considerarlos competencia desleal.
Pero la Unión Europea tiene más problemas que una avalancha de coches chinos, pues para fabricar los suyos depende de manera preocupante del enemigo. No en vano, China es su principal suministrador de materia prima para baterías y otros elementos relacionados con el coche eléctrico y las energías renovables.
«Durante los últimos 25 años, China ha estado poniendo sus manos en las minas del mundo y en el procesamiento de materias primas críticas necesarias para fabricar vehículos eléctricos», advertía recientemente Jean-Dominique Senard, presidente de Renault.
«No tenemos casi nada en Europa», explicaba Senard. «Si bien estamos comenzando a reconstruir un sector minero europeo, esto llevará al menos 10 años».
La ley 'anti-China' de materias primas críticas
Recientemente, China ha puesto en alerta el mercado mundial tras comunicar su decisión de imponer restricciones a la exportación de grafito, un mineral imprescindible para la fabricación de baterías de litio.
Ahora le toca el turno a la Unión Europea, que ha anunciado un acuerdo para reforzar el suministro de materias primas críticas -como el grafito, el litio, el cobalto y otros- a través de diferentes medidas. Una de ellas es la restricción de la importación de este tipo de elementos. Concretamente, el objetivo es que no más del 65 % provenga de un país como China.
La propuesta de reglamento de la Comisión Europea para la nueva Ley de Materias Primas Críticas establece una lista de 34 materias primas críticas (entre ellas 16 estratégicas) y fija objetivos para aumentar la contribución de la UE de estas sustancias (10 % para la extracción; 40 % para la transformación y 15 % para el reciclado).
Otros objetivos de la nueva ley son reducir la burocracia, promover la innovación en toda la cadena de valor, apoyar a las pymes e impulsar la investigación y el desarrollo de materiales alternativos, así como de métodos de minería y producción más sostenibles desde el punto de vista medioambiental.
Nicola Beer, eurodiputada alemana, ha afirmado que se trata de «un plan de política industrial para un suministro seguro y sostenible de materias primas en Europa».
«Con incentivos económicos específicos, estamos creando seguridad en la planificación de proyectos para los inversores privados, a través de puntos de contacto únicos para las empresas y procedimientos de autorización rápidos y sencillos con plazos claros para las autoridades nacionales. Esto impulsará la minería, el procesamiento y el reciclaje en Europa», ha ampliado.
¿Está Europa preparada para desligarse de China?
El objetivo de Europa es claro, ¿pero puede permitirse una estrategia como la que ha emprendido recientemente?
Como el presidente de Renault, Jean-Dominique Senard, ha dicho, Europa no cuenta con un sector minero que permita reducir de manera notable la dependencia de países como China. Y lograr cambiar eso llevará, como mínimo, una década.
Según estimaciones de Bloomberg, Europa necesitará alrededor de 100.000 millones de euros durante la presente década para romper el dominio de China. Y a ello hay que sumar el factor medioambiental, pues el refinado de materias primas críticas requiere una enorme cantidad de energía y concesiones ecológicas.
Recientemente, Roberto Vavassori transformaba en palabras su profunda preocupación con respecto a la situación en la que se encuentra Europa.
El presidente de la Asociación de la Industria Automovilística Italiana reconocía la «grave falta de competitividad» de Europa frente a China. Y añadía que el problema principal residía en «la forma de regular esa transición al coche eléctrico sin tener en cuenta las implicaciones para la industria. Ahora tenemos que recoger los pedazos».
Incluso, añadía que Europa no tiene «minas, ni aluminio, ni muchos materiales que necesitamos», por lo que consideraba un error imponer restricciones. «Si queremos construir vehículos eléctricos en Europa, todavía durante algunos años necesitaremos importar baterías chinas, nos guste o no».
«Sería una locura verse obligado a comprar baterías de China, someterlas a un impuesto al carbono del 15-20 %, ensamblarlas en automóviles europeos y luego pensar que podemos ser competitivos en los mercados internacionales», concluía.
¿Está Europa equivocándose en su estrategia de acción contra China? ¿Debería quizá admitir que si no puede vencer al enemigo, quizá lo más inteligente sea unirse a él?