Varios fabricantes retiran su apoyo a Donald Trump contra California
El presidente de Estados Unidos saliente, Donald Trump, tuvo una relación difícil con varios fabricantes automovilísticos. Ya le han dado la espalda General Motors y Nissan, que abandonan el pulso contra el Estado de California. Es más, colaborarán con Joe Biden.
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Publicado: 05/12/2020 22:00
En los últimos cinco años, las ventas de vehículos de pasajeros e industriales ligeros en Estados Unidos ha estado entre 17 y 17,5 millones de unidades. El Estado de California es donde más vehículos se venden del país, con un volumen en el último lustro de 2,09 a 1,89 millones de unidades.
El año pasado fueron exactamente 17.023.894 unidades, mientras que en el Estado de California el volumen fue de 1,89 millones de unidades, así que hablamos de algo más del 11% del total de los 50 estados. Por lo tanto, lo que suceda en California tiene mucha importancia para los fabricantes.
Desde hace tiempo, el Estado de California disfruta de una excepción legislativa que le permite tener sus propios estándares anticontaminación, más duros que los del resto del país. Ante la posibilidad de que California fuese más allá, la industria del motor se partió básicamente en dos bandos.
Por un lado estaban fabricantes como BMW, Ford Motor Co., Honda Motor Co. y Volkswagen Group, que en julio llegaron a un acuerdo voluntario con las autoridades de California para reducir consumos y emisiones, no a un nivel como el que quería el presidente Obama, pero con más exigencias que el resto del país.
Eso no le gustó al presidente Trump, enemigo declarado del CAFE de la administración Obama, que decidió plantar batalla y demandar al Estado de California para que no hiciese la guerra por su cuenta e impusiese medidas como definir el año en el que no se puedan matricular vehículos de combustión interna o forzar a los fabricantes a vender más eléctricos.
A esa iniciativa legal se unieron varios fabricantes como Toyota Motor Corp., Fiat Chrysler Automobiles, Nissan y General Motors. Preferían que se definiese el mismo estándar en todo el país, y que se abandonase el modelo actual, uno para 49 estados y otro más duro para el más jugoso del país.
Sin embargo, como ya parece meridianamente claro que Joe Biden va a empezar su mandato presidencial el 20 de enero de 2021, acabándose las vías para anular su victoria por la vía de los tribunales, hay fabricantes que se han replanteado en qué bando quieren estar para el futuro.
El lunes anunció General Motors que se retiraba de la batalla legal contra California y que abraza la iniciativa de Joe Biden de aumentar la electrificación de su parque automovilístico con 550.000 puntos de recarga. GM va a invertir 7.000 millones de dólares hasta 2025 para aumentar su catálogo de modelos eléctricos y avanzar en conducción autónoma.
Los fabricantes se reunieron el martes, sin alcanzar un acuerdo sobre cómo seguir, si contra California o con California. Nissan se unió a General Motors el viernes, argumentando que prefiere llegar a un acuerdo con el Gobierno federal (el de Biden) y el Estado de California «para aumentar la eficiencia y satisfacer las necesidades de los conductores».
Toyota está pensando en unirse a ese grupo y abandonar también el pulso contra California. De momento, la iniciativa de Trump cuenta con el apoyo de la National Automobile Dealers Association (NADA, que equivale a FACONAUTO en España), Hyundai Motor Co., Kia Motors Corp., Hyundai Motor Co., Kia Motors Corp., Mitsubishi Motors Corp. y Subaru Corp.
Es posible que estos movimientos no se hubiesen producido de confirmarse la revalidación de Trump para un segundo mandato. Al republicano le queda poco más de un mes en el cargo. Las ideas de Biden están más alineadas con las de la Unión Europea, Japón o Corea del Sur.
A lo largo de su mandato, Trump no se ha llevado bien con varios fabricantes. A unos les obligó a contribuir en el esfuerzo contra la pandemia, les criticó el cierre de fábricas o la deslocalización a sus vecinos de frontera, impuso aranceles contra sus intereses... pero les benefició en el sentido de alejarse de los objetivos ecológicos de Obama, que su ex vicepresidente Biden va a volver a poner sobre la mesa ya como presidente.