La velocidad que recomienda la DGT para ahorrar podría sorprenderte, ¿harías caso?
La velocidad tiene un impacto directo en el consumo de los vehículos y la DGT lo sabe. Por eso, ha realizado una recomendación: que no superes los 90 km/h en autovías y autopistas. Pero, ¿realmente es una buena idea hacerles caso?

Este axioma es válido para todo tipo de vehículos, ya sean eléctricos o de combustión: cuando circulas en autovía o autopista, el incremento de velocidad lleva implícito un aumento del consumo de combustible o electricidad.
También es cierto que el incremento de consumo es inferior o superior en función del tipo de propulsor del que estemos hablando. Por ejemplo, un motor de combustión atmosférico sufre más las altas velocidades que uno turboalimentado (recuerda que hablamos de consumo de combustible). Y lo mismo puede decirse de los eléctricos.
La velocidad está directamente relacionada con la gravedad de los accidentes
En cualquier caso, circular a 90 o 100 km/h siempre será más económico que hacerlo a 120 km/h, y eso es precisamente lo que ha recomendado la Dirección General de Tráfico (DGT), afirmando que el consumo de combustible puede llegar a reducirse hasta en un 30 %.
Desde ese punto de vista, es innegable que la DGT tiene razón, puesto que un motor que circule en un rango inferior de revoluciones consumirá menos que uno que lo haga a un régimen superior. Pero no todo es consumo cuando circulamos. Y, de hecho, determinadas prácticas que pueden ahorrarnos un dinero a corto plazo pueden salirnos muy caras con el paso del tiempo.
¿Es buena idea circular a 90 km/h en autovía o autopista?
Vamos a obviar las claras contraindicaciones de circular habitualmente a bajas revoluciones, puesto que en este artículo te lo explicamos en profundidad. En esta ocasión, nos vamos a centrar más en los aspectos relacionados con la seguridad y la fluidez del tráfico en las vías rápidas. Es decir, en las autovías y autopistas.
Por un lado, circular a 90 km/h en la actualidad puede generar una diferencia excesiva de velocidad con respecto al resto de vehículos que circulan alrededor nuestro.
Es cierto que la velocidad mínima en este tipo de vía es de 60 km/h, y que los conductores noveles tienen prohibido superar esos mismos 90 km/h que recomienda la DGT, pero también es obvio que actualmente el tráfico suele desplazarse a una velocidad de entre 110 y 120 km/h. Incluso por encima de los límites legales en muchos casos que, aunque no esté permitido, es un hecho que se produce y que ello implica un diferencial de velocidad considerable.
Este diferencial aumenta el riesgo de colisiones por alcance, así como otro tipo de maniobras que pueden propiciar un accidente: más maniobras de adelantamiento, cambios de carril, etc.
Por otro lado, a velocidades más bajas, un coche puede convertirse en un obstáculo rodante, especialmente si se mantiene durante muchos kilómetros en el carril derecho. En condiciones de tráfico medio-alto, esta situación rompe la fluidez natural del flujo y puede generar retenciones en zonas de alta densidad.
También hay quien argumenta que, a menor velocidad, mayor tiempo se pasa en la carretera, y que esto aumenta el tiempo de exposición a riesgos potenciales, como distracciones de otros conductores, objetos en la vía, condiciones meteorológicas cambiantes, etc.
A 90 km/h también puede ser más difícil integrarse rápidamente al tráfico o responder con agilidad a imprevistos, como un vehículo detenido o una incorporación conflictiva. En carriles de entrada o salida, puede haber problemas de sincronización con el tráfico más rápido.
Otro aspecto a considerar es cómo reaccionan el resto de conductores ante vehículos lentos que entorpecen la circulación. Aunque legal, circular a 90 km/h puede provocar impaciencia o comportamientos agresivos en otros usuarios, como adelantamientos bruscos, uso abusivo del claxon o incluso intentos de acoso vial.

Cada coche tiene su velocidad ideal
Finalmente, es un hecho que no todos los coches son igual de eficientes a 90 km/h. Esa cifra es una media genérica, pero algunos motores (especialmente los de última generación o eléctricos) tienen sus propios rangos óptimos de eficiencia, que pueden estar en torno a 100 o incluso 110 km/h. Forzar una velocidad subóptima puede suponer ahorro teórico, pero no real si el coche está ‘fuera de régimen’.
Está claro que la velocidad está directamente relacionada con la gravedad de los accidentes que se producen y que los límites legales existen por una buena razón. Ahora bien, ¿es aconsejable rodar 30 km/h más lento que dichos límites?
Ir a 90 km/h puede ahorrar combustible… pero no siempre es la mejor decisión si circulas por vías diseñadas para velocidades altas. Ahorrar unos euros en gasolina no compensa si se hace a costa de la seguridad, la fluidez o incluso la convivencia con otros conductores. Por tanto, aquí entra el sentido común de cada conductor para determinar en qué situaciones es aconsejable o no.
