Volkswagen ata los cabos en China y controlará una joint-venture con JAG
Desde que China suavizó las condiciones para la inversión extranjera en fabricantes de automóviles, las cosas están empezando a cambiar. Tesla se implantó en China sin socio local, BMW tomó el control de una JV en 2018 y Volkswagen pretende hacer lo mismo.
6 min. lectura
Publicado: 31/05/2020 22:30
Durante más de 30 años fue condición sine qua nom para fabricar vehículos en China el asociarse con un fabricante chino existente (entonces eran todos estatales), con un límite del 50% de la empresa conjunta. Esas reglas empezaron a flexibilizarse hace poco tiempo, iniciando el camino hacia lo mismo que se hace en cualquier país serio.
Tesla se implantó en China directamente, sin depender de otro socio tecnológico y sin compartir sus secretos con él. El resto de grandes fabricantes se había pillado los dedos con el modelo anterior, en el que había que colaborar forzosamente con el socio local y no poder controlar al 100% las empresas conjuntas (o joint-ventures).
BMW fue la primera en romper la baraja en 2018, cuando abrió la cartera y sacó 3.600 millones de euros para elevar su participación en Brilliance China Automotive Holdings del 50% que tenían al 75%. Con ese movimiento pasaron a controlar la empresa con su socio chino, y el paso siguiente será adquirir el resto de la empresa. Ambas empresas llevan colaborando más de 10 años.
El pasado viernes Volkswagen hizo un anuncio importante de cara a sus relaciones con China. El conglomerado alemán ha decidido adquirir el 75% de la joint-venture JAC Volkswagen Automotive Co., Ltd. tres años después de formarla. Esto permitirá la implantación de SEAT en China, aunque no de forma inmediata.
No solo eso, también comprará la mitad del socio chino Jianghuai Automobile Group Corp., Ltd (JAC), que es de propiedad estatal, siempre y cuando las autoridades chinas den su plácet. La idea se ha cocinado durante meses, ya que en abril de 2019 se conoció la intención de VW de aumentar su participación en la JV.
Los planes para la JV es lanzar una gama de cinco modelos eléctricos antes de 2025, con una fábrica en Hefei y un centro i+D en la misma ciudad. A partir de 2023 los modelos eléctricos que salgan a la calle estarán basados en la plataforma modular eléctrica, la MEB, como el ID.3 o el SEAT El Born. Esta compra costará 1.000 millones de euros.
El movimiento es completamente lógico, dado que en China se venden más automóviles que en ningún otro país (25 millones el año pasado), y en 2025 la cuarta parte deben ser o híbridos enchufables, o eléctricos, o de pila de combustible de hidrógeno. VW quiere hacerse con 1,5 millones de unidades anuales de esa tarta para 2025.
Para asegurarse el suministro de baterías Volkswagen también ha tirado de chequera para meter 1.100 millones de euros en el fabricante Guoxuan High-tech. Con esa suma se aseguraría el 26,5% del accionariado y por tanto su control, al ser el mayor accionista de la empresa.
En total, Volkswagen comprometerá 2.100 millones de euros más en China
Guoxuan también se ubica en la ciudad de Hefei, y será la que suministre baterías a los vehículos que fabrique JAC-VW. Mientras tanto, no se han anunciado cambios en las alianzas que Volkswagen tiene con FAW Group -la más antigua- ni con SAIC Motor. Huelga decir que China es el mercado mundial más importante para Volkswagen.
Con el tiempo, las autoridades chinas están levantando las barreras de entrada que pusieron para los fabricantes extranjeros, lo cual ha permitido la fuerte industrialización del automóvil en China y poco a poco su homologación con los principales fabricantes. El Estado va levantando la protección de su industria para hacerla más competitiva.
El mercado chino es muy competitivo, hay muchísimo volumen pero se reparte entre muchas marcas, y los fabricantes occidentales (y sus correspondientes JV) son las que mejor reputación tienen. Poco a poco, los fabricantes chinos irán adaptándose o desapareciendo, aumentando la eficiencia en general de todo el sector.
Algún día las JV habrán sido ya un recuerdo de los tiempos en los que China se empezó a abrir a Occidente tras décadas de economía planificada por el régimen comunista. En ese tiempo, los fabricantes asociados en JV han aprendido mucho de los extranjeros, pero ya tienen que ir buscándose sus propias castañas.