Coches RarunosVolkswagen Golf A59, el matagigantes que pudo cambiar la historia
Basado en la tercera generación del compacto alemán, el Volkswagen Golf A59 quizá sea uno de los modelos del fabricante de Wolfsburgo más fascinantes de su historia. Sin embargo es un gran desconocido para muchos y aún hoy su memoria guarda muchos misterios.
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Publicado: 13/06/2015 09:00
El Volkswagen Golf es uno de los modelos más emblemáticos no sólo de la marca alemana sino de toda la industria automovilística. Además, las versiones deportivas que ha disfrutado a lo largo de siete generaciones son todo un símbolo de la filosofía GTI. Sin embargo la historia pudo ser muy diferente en 1993 con el Volkswagen Golf A59.
El A59 surgió de la idea de crear una versión del Golf que sirviera de base para competir en el Campeonato del Mundo de Rallyes en el Grupo A y el Grupo N. Su variante de calle rivalizaría con modelos de producción de la talla del Ford Escort Cosworth, el Mitsubishi Lancer Evo, el Subaru Impreza WRX, el Lancia Delta Integrale Evo o el Toyota Celica GT Four.
Los objetivos de Volkswagen eran muy ambiciosos así que en 1992 encargaron el desarrollo del proyecto a Schmidt MotorSport (SMS). Este equipo tenía sobrada experiencia en competición y en los modelos del grupo VAG: basta decir que fueron los creadores del Audi V8 Quattro DTM que dominó el campeonato alemán de turismos en 1990 y 1991.
En lo que respecta a los rallyes, Konrad Schmidt, director de SMS, también había estado implicado en el desarrollo del Audi S2 Quattro mientras que llegaron nuevos refuerzos técnicos como Karl-Heinz Goldstein, Eduard Weidl y Norbert Kreyer, que participaron en la creación del Toyota Celica GT Four. Con estos mimbres no es de extrañar que el resultado fuera espectacular en todos los sentidos cuando se dio a conocer en 1993.
El Volkswagen Golf más extremo había nacido y su estética no dejaba dudas: carrocería de kevlar, aletas ensanchadas, capó con grandes entradas de aire, abultados paragolpes, llantas Speedline de 16 pulgadas y un llamativo alerón en el techo captaban la atención de cualquiera. El interior destilaba una atmósfera racing gracias a los asientos tipo bacquet firmados por Recaro, el volante Momo, el cuadro de instrumentos totalmente digital inspirado en los coches de competición y la jaula de seguridad.
El sensacional motor del Golf A59 desarrollaba 275 CV de potencia a 6.000 rpm y alcanzaba 367 Nm de par máximo a 3.500 vueltas, dejando en ridículo al Golf III más potente que ofrecían los concesionarios que no era otro que el Golf VR6 propulsado por un motor 2.8 V6 de 174 CV. Aún más asombroso resultaba saber que en su uso en competición podría superar los 400 CV con apenas unos retoques.
El propulsor era un cuatro cilindros de dos litros con inyección electrónica. Este motor cuadrado de carrera corta -ideal para circular a regímenes muy altos- añadió un turbocompresor KKK a su configuración y estaba acoplado a una caja de cambios manual de seis velocidades con las cinco primeras relaciones muy cerradas.
Fue sometido a intensas pruebas con más de 20.000 kilómetros en Nürburgring-Nordschleife rodando a fondo con el piloto Walter Röhrl al volante. Con apenas 1.373 kg de peso, el Volkswagen Golf A59 era capaz de volar. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 4,2 fulminantes segundos y seguía empujando sin descanso hasta alcanzar una velocidad máxima de 270 km/h ¡Más rápido y radical que un Volkswagen Golf R actual!
La nueva bestia alemana contaba con un sistema de tracción total, pero no se trataba del sencillo sistema Syncro que llevaban los modelos de Volkswagen en aquel momento. SMS había recurrido a un sistema de tracción total inteligente que distribuía el par entre ambos ejes con una mayor eficacia.
Fue presentado a la prensa internacional en 1994, año en el que debía hacer su debut en el Mundial de Rallyes. Pero por motivos que aún no están claros hoy en día el proyecto se paralizó en su fase final. Para ser homologado en el Mundial de Rallyes debían comercializarse 2.500 unidades de calle y probablemente el elevadísimo precio de venta habría dificultado enormemente conseguir este objetivo.
Sea como fuere, el salvaje Volkswagen Golf A59 no llegó a los concesionarios así que su existencia se limita a sólo dos prototipos. Ambas unidades tenían pequeñas diferencias entre ellas, siendo la más fácilmente identificable el alerón posterior de distinto diseño puesto que uno de ellos integraba unas entradas de aire de refrigeración para los frenos traseros. Una unidad está en el museo de Volkswagen y la otra acabó siniestrada.
Durante mucho tiempo se habló de un tercer prototipo, pero lo cierto es que éste no existió. Lo que sí hubo es un tercer kit de carrocería original -paragolpes, aletas y faldones- sin montar. Este kit fue vendido años después y hoy en día está montado en un Golf VR6 de 1997 preparado por el especialista norteamericano NGP Racing.
El Volkswagen Golf A59 habría sido el sucesor del Golf Rallye G60 de segunda generación, que a finales de los años 80 daba sus últimos coletazos en los rallyes. Sin embargo, el fabricante alemán prefirió quedarse sin representación oficial en el Mundial durante una década hasta que en 2013 debutó el Volkswagen Polo R WRC, modelo con el que ha ganado el campeonato en 2013 y 2014.
De haber seguido adelante, el Golf A59 tenía opciones de subir a los altares de Volkswagen como su primer modelo vencedor en el Campeonato del Mundo de Rallyes y en su versión de producción quizá hubiera cambiado la memoria del Golf GTI para siempre. El episodio del A59 es la historia de lo que pudo haber sido y no fue: lo tenía todo para convertirse en un auténtico icono pero, sin embargo, descansa sin gloria como uno de los Golf más desconocidos.