Volkswagen y Daimler ayudarán a Alemania a reducir el impacto de los diésel "sucios"
El fallo del tribunal de Leipzig, que abrió el camino a las prohibiciones de circulación de los diésel más contaminantes en las ciudades alemanas, sigue trayendo cola. Los fabricantes empiezan a admitir que tienen parte de responsabilidad y sufragarán los costes de transformación de los coches en uso.
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Publicado: 12/11/2018 22:00
Dado que la calidad del aire en varias ciudades alemanas no cumple con los requisitos que fija la Unión Europea, poco a poco se han ido logrando conquistas. A partir de febrero, el Tribunal Administrativo de Leipzig dio la razón a los ecologistas: había que cortar el problema de raíz.
Millones de alemanes se ven en sus manos con coches a los que pueden limitar la circulación o prohibírsela directamente. Una solución evidente al problema es vender, razón por la cual a países del este como Polonia o Bulgaria estén llegando muchas gangas con origen alemán. Sí, el problema solo está cambiando de sitio.
Para los fabricantes lo más cómodo -y lo ideal- es que los vehículos más contaminantes vayan siendo reemplazados por otros nuevos y con mejores tecnologías de reducción de emisiones. ¿Y qué pasa con todos aquellos que, de buena fe, se compraron un diésel sin saber lo contaminante que era?
Distintas autoridades alemanas, incluyendo el propio Gobierno federal, han presionado a la todopoderosa industria automovilística para que asuma su parte de culpa. Ellos fueron los que pusieron los vehículos en la calle, a sabiendas de que no estaban cumpliendo los límites legales en condiciones de uso real.
El ministro de Transporte alemán, Andreas Scheuer, ha sacado un compromiso a los grupos Volkswagen y Daimler para que apoquinen de sus "bolsillos" hasta 3.000 euros por vehículo. Esas cantidades pueden usarse bien para rebajar el precio de coches nuevos, permitiendo así el reemplazo, o efectuar un retrofit.
En otras palabras, para los modelos Euro 5 en adelante se pueden mejorar las emisiones a base de efectuar modificaciones en el sistema de escape. Las reprogramaciones de centralita son solo un parche para el problema (solución software), lo ideal es tener escapes más limpios (solución hardware).
Fabricantes como BMW se niegan a asumir dicho coste, y obviamente también tendrán que poner de su parte otros fabricantes que han puesto en las carreteras alemanas miles o millones de diésel con escapes sucios, véase Fiat Chrysler Automobiles o el Grupo PSA. Scheuer les invita a unir esfuerzos.
En los primeros meses que siguieron al escándalo del Dieselgate varios fabricantes han realizado llamadas a revisión voluntarias o "voluntarias" para mejorar la limpieza de los modelos vendidos a base de reprogramaciones de centralita.
De esta forma, se modifican los parámetros de la inyección (cantidad de gasóleo respecto al tiempo, repeticiones, presión...) y las estrategias de control de los gases de escape para que los catalizadores de NOx (LNT o trampa NOx) y los sistemas SCR (inyección de urea) sean más eficaces. Eso no es suficiente.
Mientras tanto continúa el goteo de ayuntamientos alemanes que van a limitar o prohibir la circulación de los diésel más contaminantes en algunas zonas de importancia. Frankfurt, Berlín, Hamburgo, Bonn, Stuttgart, Aquisgrán, Düsseldorf, Colonia... o van a imponer medidas o se plantean hacerlo.
El 57% de los alemanes se muestran favorables a las restricciones, según un estudio de Ipsos para Transport & Environment
El próximo año pueden cambiar muchas cosas en Alemania, incluso a nivel electoral. La sólida unión entre la democracia cristiana (CDU/CSU) y la socialdemocracia (SPD) empieza a dejar ver sus grietas. Las restricciones pueden verse como muy impopulares y aumentar el voto de castigo.
Alemania es uno de los espejos en los que mirarse a nivel europeo en lo relativo a la gestión del Dieselgate. Otros países pueden tomar nota y exigir a los fabricantes lo mismo, que colaboren en la renovación del parque móvil o que eviten, en la medida de lo posible, que los diésel que andan sueltos sigan contaminando al ritmo que lo hacen. Es un problema de salud pública especialmente grave.